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Catalunya se prepara para celebrar elecciones dentro de 2020. Lo que aún está en el aire es la fecha. Hasta hace bien poco, fuentes republicanas del Govern situaban los comicios en torno a la primavera. Aunque los acontecimientos de las últimas semanas –la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno español, la inhabilitación de Quim Torra, y la decisión de la justicia europea sobre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont– han ralentizado el calendario electoral, el propio Quim Torra admitió ayer sin ambages que los comicios pueden estar a la vuelta de la esquina.
Según Quim Torra, para que los catalanes vuelvan a ser llamados a las urnas tienen que cumplirse dos supuestos: que el Tribunal Supremo convierta en firme la condena por desobediencia que le impuso el TSJC, y que la cámara catalana acate su inhabilitación. «Si el Parlament llegase a desautorizarme, seguramente estaríamos unos meses en funciones y habría elecciones», manifestó el president en RNE.
Su consellera de la Presidència avisó, además, de que el president de la Generalitat puede convocar las elecciones «en cualquier momento», aunque también precisó que estamos ante un escenario «de meses y no de días».
Torra fue ratificado el martes por la cámara catalana. La Mesa del Parlament decidió, con el apoyo de JxCat, ERC y el PSC, que el president de la Generalitat puede mantener su acta de diputado, a pesar de que la Junta Electoral Provincial de Barcelona notificó el viernes el acuerdo para retirarle la credencial de diputado a Torra. El dirigente nacionalista recibió, además, el aval de Pedro Sánchez, que le sigue reconociendo como president de la Generalitat a todos los efectos, a diferencia del PP y Cs, y se dispone a reunirse con él próximamente.
La Mesa del Parlament aprobó también presentar un recurso contra la decisión de la Junta Electoral. El Tribunal Supremo estudia, por ahora, si conviene dejar sin efecto el acuerdo de la inhabilitación como medida cautelar. Y, mientras tanto, el president de la Generalitat cuenta con un amplio apoyo de la cámara para poder seguir en el cargo.
La situación será distinta si el Supremo confirma la condena por desobediencia y convierte en firme su pena de inhabilitación. En ese caso, «game over», apuntan fuentes parlamentarias.
Torra, en cualquier caso, siempre ha dicho que sólo la cámara catalana puede apartarle del cargo. Y su intención será buscar su ratificación en el hemiciclo. «Si el Parlament acata, habrá elecciones», dijo ayer. Ese será el primer acto de campaña de JxCat, que quiere trasladar toda la presión a Roger Torrent (ERC), president del Parlament, que ya ha evitado en varias ocasiones en esta legislatura desobedecer resoluciones judiciales.
El otro elemento que es clave antes de las elecciones es cómo se resuelve el suplicatorio para Carles Puigdemont. Si así lo aprueba el Parlamento Europeo, se quedaría sin la inmunidad de diputado comunitario. JxCat no ha decidido aún su candidato, pero Puigdemont vuelve a cobrar todo el protagonismo y se dispone a jugar de nuevo la carta de la legitimidad si la Eurocámara atiende la solicitud del Supremo.
El tercer elemento que impide que haya elecciones de manera inmediata es la constitución de la mesa de negociación entre el Gobierno y la Generalitat. Todas las partes quieren ver cómo evoluciona. El president ha buscado mayor presencia en las últimas semanas (ver página siguiente) y se propone opacar a Pere Aragonès, virtual candidato republicano, que se había situado en el centro del tablero tras el pacto entre el PSOE y ERC y su entendimiento con los comunes, que podría permitirle aprobar los Presupuestos.
