Trapero: 'Yo no tenía ni idea del plan estratégico del Govern para la independencia'

El exmayor de los Mossos flojea en sus explicaciones sobre la inacción de la policía autonómica el 1-O y sobre el supuesto plan para detener a Puigdemont tras la DUI

22 enero 2020 10:00 | Actualizado a 22 enero 2020 13:57
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Josep Lluís Trapero insiste en su estrategia de defensa en la segunda jornada del juicio: él no estaba en la pomada del Procés porque no era una figura destacada de la intentona secesionista, como apuntan las investigaciones de la Guardia Civil y los documentos y emails incautados. Es más, nadie del Govern le avisó nunca de los pasos que se daban hacia la declaración de independencia.

El mayor negó ayer que los entonces responsables de la Generalitat le hubieran pedido ayuda para poner en marcha estructuras estatales como las aduanas o los sistemas antiblanqueo.

Según Trapero, jamás fue «consciente» de los «planes estratégicos» del gabinete de Carles Puigdemont para hacerse con «competencia plenas». «No tenía ni idea, porque nadie me los comunicó», aseveró el imputado, insistiendo así en que no estaba en el núcleo de decisión del Procés.

Lejos de ser partícipe de los planes del Govern, el exmando de la Policía catalana se presentó incluso como dique de contención, en el verano de 2017, de las maniobras del Govern hacia la independencia, al asegurar que él ordenó negar a los responsables políticos el acceso a las bases de datos de seguridad ciudadana que la Generalitat quería para los sistemas fiscales de la futura república.

«Cosas extravagantes»

En su constante intento de desligarse de los dirigentes del Procés, también recordó que llegó a enfrentarse con su superior político inmediato –el entonces director de los Mossos y ahora imputado en esta misma causa, Pere Soler– por sus «inconvenientes» tuits a favor del referéndum. Trapero estuvo con él especialmente duro, casi despreciativo, hasta el punto de afirmar que no hacia «ni caso» de las «cosas tan extravagantes» que proponía Soler para poner a los Mossos al servicio del proceso independentista. Como cuando el exdirector de la Policía autonómica planteó que los agentes el 1-O pusieran por encima las «órdenes gubernativas» por encima de las de la Fiscalía o los jueces. «Ni le respondía», dijo con indisimulado desdén el mayor.

Trapero se mostró mucho más solvente en sus argumentos para desvincularse del núcleo duro del Procés que a la hora de explicar por qué los Mossos no actuaron el 1-O para impedir las votaciones. El imputado se vio varias veces contra las cuerdas. «El 1-O no teníamos recursos para parar a 2,3 millones de personas», se excusó el exjefe de la Policía autonómica, que negó una y otra vez que diseñara un dispositivo-farsa contra el referéndum, tal y como sentenció el Supremo.

«Pensábamos que los colegios ya no abrirían el 1-O y que la presencia de parejas de los Mossos sería suficiente para la gente por su efecto disuasorio», llegó a apuntar Trapero, defendiendo que dos agentes de seguridad ciudadana por colegio, sin material antidisturbios, era, a priori, un despliegue suficiente para abortar la votación. «Nos sorprendió la actitud de defensa de la gente», se revolvió cuando el fiscal Miguel Ángel Carballo le afeó que en realidad se «indujo» a los mossos a «no hacer nada» y a limitarse a levantar actas de esas «visitas» a los centros.

Agentes «frustrados»

«La actitud de los 7.850 policías del 1-O no era otra que la de impedir el referéndum. Su frustración fue ver que no podían hacer más», señaló el imputado, acosado por el fiscal Carballo, que le exhibió la riada de comunicaciones de radio de los Mossos de aquel día que insistía en «mantenerse al margen» y no actuar. «No puedo responder por los miles de agentes del cuerpo», se disculpó finalmente ante la imposibilidad de justificar las instrucciones de inacción.

El mayor tampoco pudo explicar ni un solo detalle del supuesto plan que habría encargado para detener al entonces president Carles Puigdemont después de la declaración unilateral de independencia por si así lo ordenaban los jueces. Tampoco supo decir por qué nunca habló de este presunto despliegue antes de revelar por sorpresa (y a modo autoexculpatorio) su existencia durante el juicio del Procés en el Supremo. El imputado no supo siquiera dar razón de por qué no hay rastro documental, ni en la causa ni en los archivos de la Policía catalana, de ese plan.

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