Unas pizzas socavan la versión de Rosa Peral

El datáfono de un pizzero demuestra que cenó en su casa con Albert tras el crimen, mientras que ella sostiene que le tenía pánico

12 febrero 2020 20:00 | Actualizado a 12 febrero 2020 20:15
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La confirmación de que Rosa Peral y Albert López, los dos guardias urbanos acusados de matar a su compañero, Pedro Rodríguez, cenaron juntos unas pizzas de reparto a domicilio dos días después del crimen, socavó ayer la ya debilitada versión de la principal sospechosa del asesinato de su novio. Después de que un agente relatara ante el jurado popular de la Audiencia de Barcelona que Albert le había preguntado quince días antes de los hechos cómo se desharía de un cadáver, el datáfono de un repartidor de pizza a domicilio desgastó la tesis de Rosa.

La declaración sirvió para demostrar, mediante el extracto de la Visa, que las pizzas que entregó el 3 de mayo de 2017 en la vivienda de Rosa las pagó Albert. Ambos, por tanto, cenaron juntos el día después de haber quemado presuntamente el vehículo de Pedro con su cadáver dentro, el mismo que la policía localizaría el día después. Durante la instrucción, Rosa aseguró que temía a Albert –de quien era amante– y que éste la amenazó con herirla a ella y a sus hijas si no le ayudaba a deshacerse del cuerpo de Pedro, al que niega haber asesinado.

Otro de los testigos de la jornada fue el hermano de la víctima, que aseguró que los mensajes que Pedro envió a Rosa después de que la pareja supuestamente se peleara y él se marchara de casa no son verdaderos. De acuerdo con su relato, cuando Rosa le mostró un mensaje en el que Pedro le decía que la dejaba y que apagaba el teléfono, se dio cuenta en seguida de que su hermano no era el autor de los mismos porque, recalcó, «el enfado se le pasaba en diez minutos» y «no apagaba el móvil nunca jamás».

A estas sospechas se sumó el recelo por el comportamiento de Rosa: «Su actitud me hizo dudar. No la vi afectada ni llorando. La vi muy entera», dijo. Explicó que la acusada tampoco se puso en contacto con la familia de Pedro para avisarles de que había aparecido su coche carbonizado con unos restos mortales.

Además, hizo dos visitas al domicilio de la acusada con la intención de recuperar la moto de Pedro y otras cosas, pero Rosa «no estaba por la labor» y no permitió que bajaran al piso inferior de la casa, donde supuestamente se habría cometido el asesinato.

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