Ni víctimas ni indefensas: ellas se entrenan contra la violencia

Los cursos de defensa personal para mujeres viven un auge inusitado y algunos se llenan en cuestión de horas. Los entrenadores advierten: no se trata de convertirse en una heroína en dos días, sino de saber ponerse a salvo

19 mayo 2017 17:29 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:41
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Nada más abrirse la convocatoria, en cuestión de horas, los cursos de defensa personal para mujeres que organiza el Servei d’Informació i Atenció a les Dones del Ayuntamiento de Tarragona ya están llenos. Lo mismo sucede en algunos gimnasios de artes marciales que han visto como cada vez entra más por la puerta un perfil que antes apenas veían: el de mujeres que no están interesadas en dedicarse a la disciplina deportiva, sino, simplemente, en aprender a defenderse.

Se trata de mujeres de todas las edades y condiciones, aunque destacan las madres que acuden con sus hijas adolescentes. Así lo confirma María del Carmen Vila, responsable mundial del departamento de Defensa Personal Femenina de la Federación Mundial de Nihon Tai-Jitsu.

Vila ha escrito un libro sobre el tema y este mismo año publicará el segundo. Se dedica a enseñar artes marciales y defensa personal femenina en su centro de Cunit y comenta que tiene alumnas desde los 14 años, edad en la que algunas mujeres ya sufren agresiones machistas y son suficientemente maduras como para que el tema no les resulte tan violento.

Rafael Llanos, de un gimnasio en Móra d’Ebre, está de acuerdo en que en los últimos años cada vez hay más interés, pero se lamenta de que muchas mujeres apenas se quedan sólo con lo aprendido en los cursillos «y luego por la carga laboral y familiar no siguen entrenando», apunta.

Tiempo para escapar

Para ver cómo funcionan estos cursos hablamos con Pedro Latorre, maestro nacional de Taekwondo, instructor de Hapkido, cinturón negro y sexto dan, quien cuenta que pocas cosas en su carrera en las artes marciales le han dado tantas satisfacciones como los cursos de defensa personal para mujeres que dicta desde hace 20 años. El más reciente de ellos, organizado por el SIAD del Ayuntamiento de Tarragona, comenzó el viernes pasado y aunque estaba pensado para 30 participantes, terminó acogiendo a 55.

Latorre se inició en este camino de enseñar a las mujeres a defenderse después de una serie de experiencias muy traumáticas que sufrió durante la infancia.

La primera recomendación que da es de lo más lógica y no tiene nada que ver con llaves o patadas: si ha habido una situación de violencia por parte de la propia pareja o expareja «no hay que esperar a una segunda agresión, hay qu e ir a buscar ayuda».

Pero si ya se encuentran en la situación, de lo que se trata es de defenderse, «que no se queden calladas, que no se lo pongan fácil», explica.

En sus cursos, apunta, enseña técnicas sencillas y efectivas que las mujeres puedan poner en práctica en situaciones de peligro independientemente de la edad, habilidad o contextura. Eso sí, no hay que llamarse a engaño, no se trata de convertirse en una heroína y propinar una paliza al agresor, sino de conseguir el tiempo justo para escapar y ponerse a salvo.

Lo que hay que saber

Aunque lo recomendable es acudir a un curso acreditado para aprender las técnicas, y saber cómo usarlas en legítima defensa, hay algunos consejos que se pueden tener en cuenta en una situación de peligro.

Lo primero es evitar que el agresor la acorrale. Si se está en un sitio cerrado se trata de dar patadas, rodillazos, golpes... para evitar que se acerque. Aunque parezca un lugar común, apunta Latorre que las ingles son un punto sensible a tener en cuenta para neutralizar a un agresor. Siempre mejor pegándole de abajo hacia arriba.

Pero si el agresor ya ha conseguido, por ejemplo, coger a la víctima por el cuello contra una pared, Latorre les indica a sus alumnas que hay que pegar en puntos de la nariz, la garganta o la mandíbula. Tanto en esta situación como si le cogen por detrás, se puede dar un pisotón, una acción que es aún más efectiva cuando llevan tacones.

Si lo que sucede es que han conseguido someterlas en el suelo, la mujer puede girar para intentar salir o atraer al agresor hacia sí y golpearle en la cara. La sorpresa, apunta, es la mejor arma.

Más difícil es enfrentarse a alguien con un arma blanca, pero es útil saber, por ejemplo, que hay que evitar quedarse frente al agresor.

Latorre reconoce que no es fácil recordar las técnicas en una situación de peligro, pero por eso se intenta que sean lo más sencillas posibles. Alguna de sus alumnas más jóvenes, de hecho, ha tenido que usar lo aprendido para defenderse de un intento de agresión en la calle. Muchas repiten en el curso.

Comentarios
Multimedia Diari