El asesinato de Blanca Tàrrega el pasado jueves supuestamente a manos de Aitor Rivas es el final de una serie de robos que habría cometido este vecino de Tarragona con una extrema violencia si sus víctimas se resistían. Las elegía al azar, incluso en el caso de Blanca, a pesar de que se dijo que la había seguido desde el banco. El domingo pasó a disposición del Juzgado de Instrucción número 6, donde también se negó a declarar, como ya hizo ante los Mossos. Ingresó en la prisión de Mas d’Enric a las 17.20 horas como un preso normal, sin ninguna condición especial. La valoración de los médicos tiene que determinar si va al módulo 1 –donde están los pederastas, violadores, etc–, si se considera que tiene que tener alguna protección especial o si se tiene que quedar en la enfermería por su salud.
El magistrado, en su auto y en una pieza separada, le acusa de otros cinco robos violentos, que serían en los que las víctimas identificaron a Aitor como el autor de los hechos gracias a las fotos renovadas que se le hicieron tras la detención. Las que había en las fichas policiales eran tan antiguas que las víctimas no lo señalaron –ver recuadro–. En otros tres asaltos no habría sido reconocido por las víctimas.