L’Hospitalet de l’Infant hace del viento virtud
La segunda edición del Festival del Vent vuelve a llenar la playa del Arenal con cientos de cometas en una jornada familiar para aprender a disfrutar del viento a través de talleres y demostraciones acrobáticas

El paseo marítimo se llenó de cometas que volaron aficionados de todas las edades.
Desde lejos ya se apreciaba que algo pasaba este sábado sobre el cielo de L’Hospitalet de l’Infant. Un pulpo gigante, peces de colores, mariposas y aves de todas las formas se unían en una cadenciosa danza al ritmo del viento.
La playa del Arenal fue el escenario por segundo año del Festival del Vent, una celebración alrededor de uno de los elementos que forman parte de la idiosincrasia del municipio y del que, por un día, exprime todo su potencial.
Aunque L’Hospitalet es garantía de viento, durante la mañana no sopló mucho y los aficionados tuvieron que esperar a la tarde para sacar la artillería. Cometas inflables de hasta 25 metros y otras telas de más de tres y cuatro metros de envergadura, pintadas una a una por artistas, y con vuelos que superan los 40 metros de altitud.
Junto a ellas, el cielo se tiñó con las creaciones que los más pequeños fueron haciendo durante todo el día en el taller de cometas. Un total de 300 pintaron, con la ayuda de los miembros de los clubes de cometas de Catalunya.
«Antes había más afición y ahora estamos intentando que la gente participe y los más pequeños se animen a volar cometas», reconocía Juan Carlos Forcen, presidente del Club d’Estels Mira Mira de Badalona, que trajo una docena de cometas acrobáticas junto al Estels Club Barcelona. Es una afición, defiende, que no conoce barreras físicas ni de edad y que está abierta a muchas disciplinas.
«Hay a quien le gusta más el proceso de construcción, ir preparando la cometa, salir a probarla e ir perfeccionándola. Hay mucha técnica detrás», contaba. Para él, «volar un cometa genera una sensación de relax y de libertad difícil de igualar. Se crea una conversación entre tú y la cometa a través del hilo».
Pero más allá de las cometas, el Festival del Vent se reivindica también como un espacio para acercarse a otros juegos tradicionales, de la mano de la Federació d’Esports i Jocs Tradicionals de Catalunya, así como conocer deportes que dependen del viento para ser practicados, tanto en tierra como en el mar.
Una de las demostraciones fue a cargo de la Associació Catalana de Vela de Rodes, que trasladó a la plaza del Coll de Balaguer un pequeño circuito para carros de vela a radiocontrol.
Allí, pequeños y no tan pequeños se enfrentaron a la dificultades de dirigir estos carros en miniatura ante la fuerza del viento que soplaban una fila de ventiladores.
«Son carros de 20 centímetros, hechos con madera y con impresoras 3D, pero funcionan igual que los grandes, con los que podemos llegar a coger 70 km/h», explicaba una de las cabezas visibles de la entidad, Sergi Bofarull, mientras intentaba instruir a dos pequeños que se acercaron a la carpa.
«No tienen ningún tipo de motor, se trata solo de dirigir las ruedas y de abrir o cerrar las velas para avanzar, igual que en una embarcación», sintetizaba. La fuerza del viento también tiene el poder de divertir.

Los más pequeños pudieron conocer la afición de los carros de vela a través de pequeños carros a radiocontrol.