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Cierra la joyería-relojería Gibert tras más de 80 años de historia en Torredembarra

Los vecinos y vecinas se despiden de la mítica tienda de la Plaça de la Vila, que cierra por falta de relevo generacional. No hay torrense que no tenga algún recuerdo del negocio

Enric Gibert junto a Anna Maria Ruiz en el interior de la joyería.

Enric Gibert junto a Anna Maria Ruiz en el interior de la joyería.Marc Bosch

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Maria Ortega

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En 1943, en plena posguerra, un joven de Torredembarra decidió emprender un pequeño negocio en la Plaza de la Vila. Ese joven fue Enrique Gibert, que comenzó en una modesta salita, reparando relojes, radios, televisores. Con el tiempo, la ambición y la visión de futuro le llevaron a ampliar la oferta, incorporando la venta de aparatos electrónicos, joyas y relojes.

Lo que empezó como un taller se acabó convirtiendo en un local de referencia en el pueblo, gracias al esfuerzo de toda una familia. Ahora, con más de 80 años de historia, la Joieria - Rellotgeria Gibert, cierra las puertas del negocio por falta de relevo generacional, dejando un legado bajo el recuerdo de muchos vecinos, clientes, e incluso turistas, que, durante décadas, confiaron en sus servicios. Fue el propio hijo de Gibert, Enric, junto a su hermana Rosalia, quienes en 1984 tomaron el relevo del comercio, lográndolo mantener hasta su jubilación.

¿Cuál es la clave del éxito?

La hermana dejó su participación unos años después, por lo que Enric pasó a ser el único responsable del negocio. Él mismo, recuerda que muchos de los clientes habituales venían por la cercanía, el buen trato y, sobre todo, por la buena calidad de los productos. Además de atraer a un público popular y de los pueblos del alrededor, «venía mucha gente de fuera, recuerdo que había clientes del País Vasco que veraneaban aquí y la tienda era una parada obligatoria para ellos».

Enric Gibert y Anna Maria Ruiz sujetando un collar.

Enric Gibert y Anna Maria Ruiz sujetando un collar.Marc Bosch

Ahora, estamos poco acostumbrados a frecuentar locales «de toda la vida». La compra-venta se ha ido convirtiendo en un gesto cada vez más impersonal. Aun así, «la confianza, la constancia y el buen servicio», son las tres claves con las que Gibert define su éxito.

Durante los años de auge turístico en la Costa Daurada, la joyería vivió uno de sus mejores momentos, en los que el dueño recuerda cómo turistas y visitantes «compraban productos a cantidades, tanto joyas de oro como relojes». Sin embargo, pese a la evolución de las dinámicas de mercado, nunca ha dudado de la rentabilidad del negocio. Para él, se trata de un sector en el que todavía prevalece la confianza en el comercio de proximidad: «Comprar joyas es algo muy personal y delicado. Es difícil hacerlo a ciegas por internet y confiar en quien vende la pieza es fundamental».

Los vecinos y vecinas de Torredembarra no se despiden únicamente de una tienda, también, dicen adiós a un lugar lleno de historia y calidad. Para algunos de ellos también significa el cierre de un local cargado de recuerdos donde abuelos, padres e hijos han compartido momentos especiales.

El próximo 30 de agosto, la Joyería Gibert bajará la persiana por última vez, cerrando así, un capítulo fundamental en la historia del desarrollo económico de Torredembarra.

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