30 años de la segregación de Salou: 'Queríamos ser un pueblo y somos una gran ciudad'

Àlex Savé, Juli Vilaplana y Quim Cristià recuerdan cómo vivieron de adolescentes la segregación de Salou hace 30 años, un proceso intenso lleno de alegría e incertidumbre

30 octubre 2019 10:01 | Actualizado a 31 octubre 2019 17:07
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Hoy hace 30 años que Salou se segregó de Vila-seca. El 30 de octubre del 1989 una sentencia del Tribunal Supremo concedió la independencia administrativa de Salou después de un proceso de casi diez años. Salou era una pequeña villa marinera de apenas 300 habitantes, pero con el boom turístico de los años 60 empezó a crecer. En los años 70 había la sensación de que el gobierno municipal no invertía suficiente en Salou y las infraestructuras que reclamaba no llegaban. Fue entonces cuando surgió un amplio movimiento popular que promovió el proceso segregacionista. 

¿Pero cómo lo vivieron los jóvenes de la época? Juli Vilaplana, el actual presidente de la Associació Shopping Salou, lo vivió con mucha intensidad, aunque en 1989  tan solo tuviera 12 años. Su padre, Julio Vilaplana, era uno de los impulsores del movimiento segregacionista y «como familia estábamos muy involucrados, nos marcó mucho», reconoce. 

Juli recuerda que hubo momentos muy duros porque se hablaba de que la segregación podía poner en peligro el parque temático que tenían previsto los norteamericanos Anheuser Busch. «En casa recibimos amenazas e incluso ofertas económicas para que mi padre dejara el proceso», explica. 

Consideran que la segregación ha sido positiva para el desarrollo de Salou y Vila-seca 

En algunos momentos Vilaplana se preguntaba si todo aquello por lo que su padre había luchado tantos años tendría algún sentido, pero asegura que el paso del tiempo les ha dado la razón y ha sido positivo. «Aprendimos muchas cosas a través de la figura de nuestro padre: a ser honestos, a no desfallecer, a ser perseverantes y consecuentes con nuestros principios», dice Vilaplana, y asegura que probablemente por ello, él y sus hermanos están involucrados a día de hoy con el tejido asociativo de Salou. 

En su familia fueron de los primeros en enterarse y cree recordar que fue en casa comiendo. Después salieron a celebrarlo por las calles mientras sonaban las campanas de Santa Maria. 

Quim Cristià, el actual presidente de la Estació Nàutica Costa Daurada, tenía entonces 11 años. «Recuerdo que en esos momentos había mucha expectación. Mis padres participaron del movimiento segregacionista y lo vivieron con mucha intensidad. Lo vivimos con mucha alegría (…) Había pintadas de ‘Salou Lliure’ por las calles», explica. 

Cristià asegura que con el tiempo se ha demostrado que la segregación ha sido positiva para Salou y Vila-seca, que ambos municipios se han modernizado, y considera que se trata de un ejemplo muy claro de que tener el poder de decisión próximo a la gente hace que la administración sea más eficiente. 

Explica que el año de la segregación hubo cierto conflicto a la hora de delimitar el término municipal. «Hubo cierto tiempo de tensión, pero se superó rápidamente (…) A día de hoy la gente de Salou y Vila-seca sumamos, somos dos municipios que colaboran, sobre todo a nivel turístico. Para mí ha sido una historia de éxito», apunta Cristià, que señala que además siempre ha habido un sentimiento de pertenencia: «Yo siempre me había considerado de Salou». 

Àlex Savé, de la Associació de Veïns Salou Est, hace 30 años tenía 14 y estaba estudiando en el Institut Ramon Bernat i Miracle de Vila-seca. Ese 30 de octubre recuerda que otros compañeros empezaron a gritar y a llamar a las puertas de las clases para decirles que Salou ya era un pueblo. «Los que éramos de Salou nos fuimos de clase para ir a celebrarlo. Hicimos autoestop para llegar a Salou», explica Savé. 

Admite que en esa época estaban más pendientes de si venía el parque temático que de otra cosa, pero sí que reconoce que en Salou tenían una «identidad diferente (...) al final queríamos ser un pueblo y hemos llegado a ser una gran ciudad», manifiesta. 

Según Savé, en aquella época había tres grandes temas de conversación: la segregación, el parque temático y las vías del tren. Los dos primeros retos los consiguieron. Ahora solo esperan ver las vías fuera del municipio. 

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