Arte contra el poder establecido

La artista Susanna Inglada, de Banyeres, expone en La Casa Encendida de Madrid hasta el 28 de abril

08 febrero 2019 10:43 | Actualizado a 08 febrero 2019 10:49
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Cuerpos suspendidos en el aire o que aparecen cubiertos por capas de papel de color superpuestas como si fueran cadáveres desmembrados, torturados y escondidos por las manos. La exposición Uñas y dientes de Susanna Inglada (1983) se puede ver hasta finales de abril en La Casa Encendida de Madrid como resultado de la XIX edición de Generaciones. 

«Uñas y dientes es un proyecto de dibujo expandido, o instalación, a base de dibujos de características líricas y misteriosas que parten también de lo teatral, especialmente de la utilización del cuerpo y las posturas corporales que ejercemos en relación al poder, en contraposición a la piel y su sensibilidad», cuenta la artista de Banyeres del Penedès, quien añade: «La obra alude al libro de Elias Canneti Masa y poder, donde el autor nos habla de los tipos de ‘masa’ y las estrategias de poder y control utilizadas por los líderes políticos para dirigir a dichas masas».

Partiendo de las relaciones que plantea Canetti sobre el cuerpo humano, la artista del Penedès transforma el espacio expositivo en un paisaje teatralizado ficticio, con una narración abierta y fragmentada. Invita a adentrarse en un escenario de representación que plantea cuestiones físicas, psicológicas, políticas y sociológicas relacionadas con la teatralización constante que se ha dado a lo largo de la historia en todas las manifestaciones o concentraciones multitudinarias. 

«Mi obra camina en una línea entre el dibujo, la escultura y la instalación -apunta Inglada-, pero en realidad todo es papel y carboncillo. Me interesa que de un material frágil pueda surgir una idea monumental. El espectador entra en la instalación y está rodeado de la obra, de tal manera que se convierte en el protagonista de las escenografías». 

En 2013 empezó a desarrollar obras que se expandían del marco del dibujo o pintura hacia el espacio. «Partiendo de la esquina de la galería o de mi estudio, hacia la habitación en completo, realicé estudios de instalaciones que en ocasiones provocaban una sensación de diorama a escala humana», narra Inglada, que apuntilla: «De esta manera surgió el inicio de este libro visual o guión teatral. En cada una de mis instalaciones hay una escena concreta, y los mismos personajes aparecen recurrentemente en el transcurso de los años». 

Nuestra historia oscura
«Cada exposición que hago es una oportunidad de mostrar y crear escenas -comenta la artista de Banyeres-. Es como crear un libro virtual con personajes ficticios que tienen una relación con el sistema y cómo está formada la sociedad, la jerarquía de poderes, la condición humana o la desigualdad de género. De una manera indirecta es una crítica y reflexión de situaciones que se dan en la actualidad». 

En este abuso de jerarquías impuestas y poderes, Susanna Inglada argumenta: «Es una manera de reaccionar sobre las cosas que pasan en nuestra sociedad. Me interesan los temas históricos desde la Guerra Civil y la dictadura franquista. También he hecho alguna obra enfocada a las víctimas y cómo nuestra sociedad ha olvidado las víctimas del franquismo, los muertos en las cunetas, las fosas comunes y los ha escondido durante años. Son monumentos efímeros que hacen referencia a una parte oscura de nuestra historia». 

Inglada es un ejemplo relevante -y poco común- de una artista políticamente comprometida cuyo trabajo es refinado a nivel formal. Su obra está llena de referencias a la historia del arte y, sobre todo, participa de significados que adquieren más de una dimensión. 

De maestros como Francisco de Goya y -entre los contemporáneos- Leon Golub ha aprendido a no cerrar los ojos ante la violencia y el abuso de poder; y de artistas admirados, como William Kentridge y Paula Rego, ha aprendido una lección vital sobre la inherente complejidad y ambigüedad de la naturaleza humana. 

Susanna Inglada estudió Bellas Artes en Barcelona y Arts aplicades al mur en la Escola d’Art i Disseny de Tarragona. Después hizo un Erasmus en Holanda para hacer un máster y consiguió una beca Mondriaan para empezar su aventura profesional en el mundo del arte. Ha hecho residencia en Alemania, Los Ángeles, México y Bélgica, con una beca Hisk postacadémica de dos años que «abre muchas puertas».
Está establecida en Holanda pero ahora se encuentra en Barcelona después de ser finalista de un premio de pintura de la Fundación Guasch Coranty. Así que durante tres meses en el centro de arte contemporáneo Piramidón. Pero su creatividad no tiene descanso. Después irá a Holanda para una exposición en Dordart y empalmar con la feria de dibujo en París. 

La mirada de la crítica
Acerca de la artista de Banyeres, el comisario y crítico de arte italiano, Matteo Lucchetti, valora: «El teatro al que se refiere la obra de Inglada es uno que refleja la esfera política y expone la violencia de la manipulación de las masas creando agrupaciones de representaciones arquetípicas del poder y de los oprimidos. Sin especificar nombres, fechas o cifras, pero aludiendo a los sentimientos que envuelven los acontecimientos históricos y los debates contemporáneos, la artista nos introduce en un teatro de operaciones que se reorganiza sin descanso en un número infinito de combinaciones». 

Ya han pasado 80 años desde el fin de la Guerra Civil y la jerarquía de poder no ha cambiado. Quizá el arte por sí solo no pueda derrocarlo, pero despierta al espectador de su falsa realidad.

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