Baix Penedès, la Arcadia que no pudo ser

La llegada del escultor Apel·les Fenosa a El Vendrell atrajo a pensadores y artistas a la comarca

14 abril 2019 15:17 | Actualizado a 14 abril 2019 15:56
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Cadaqués fue un centro ebullición artística de la mano de Dalí. Sitges con Santiago Rusiñol. Y Tossa de Mar se situó en el mapa cultural por el pintor Antoni Pixtot.

El Baix Penedès pudo ser otra Arcadia en la costa catalana. Un espacio de felicidad  y cultura como el que describían los poetas del renacimiento. Tuvo su momento entre los años 50 y 60 con la llegada a El Vendrell del escultor Apel·les Fenosa a la  casa del Portal del Pardo.

Fenosa y Nicole, su esposa y musa, compraron la casa en 1958. Casi por un capricho del destino. El artista estaba en el exilio en París y regresó a Barcelona para una exposición. El reencuentro con los amigos le hizo pensar en comprar algo. Un día de camino a Montblanc pararon en El Vendrell. Le gustó el pueblo. Cerca del mar.

Sólo estaba disponible la casa del Portal del Pardo y Fenosa quedó enamorado de ella. Al regresar a París enseñaba fotos de la casa a todos. Picasso, amigo del artista, le dijo que no dudase. Picasso instaló su taller en la Costa azul y eso inspiró a Fenosa.

Para la compra del caserón colaboraron muchos amigos. Artistas que compartían talleres y residencias en el parisino barrio de Montparnasse. La casa tenía muchas habitaciones porque Fenosa pensaba en las visitas y llenarla de amigos. Así fue.

El libro El Vendrell, platja de Montparnasse, (Edicions Vendrellenques) narra cómo el Baix Penedès fue encuentro de artistas, escritores y editores de vanguardia. «Y ejemplos del amor por la vida» relata Josep Miquel Garcia, director de la Fundació Fenosa. El espíritu de existencialismo impregnó la comarca.

En El Vendrell Fenosa dejaba el traje y el corbatín para ponerse las esperdenyes y la camisa abierta. Como todos aquellos que le siguieron. La casa de El Vendrell renovó vida y obra de Fenosa. En aquel Baix Penedès de viñedos y pescadores recaló Tristan Tzara,  fundador del movimiento dada.  Pasó dos veranos invitado por Fenosa. De hecho le ayudó a comprar la casa. Los vecinos se sorprendían de aquellos pensadores y artistas que llegaban con estilos de vida inspirados en el disfrute.

Ese descubrimiento del paisaje hizo que algunos de aquellos que visitaban a Fenosa acabasen comprando casas. «Toda la zona adquirió el espíritu de Montparnasse», relata García.

Llegó el grabador y editor Jaume Pla, alma de la colección de la Rosa Vera, que invitaba a la galerista Juana Mordó. También el escultor japonés Mizui o el pintor Pikenly.  

Personajes como Irving Davis  y Patience Gray, escritores sobre cocina, iban al mercado de El Vendrell y apuntaban las recetas de Anita, la mujer que atendía en casa de los Fenosa. Gray, en su célebre libro Honey from a weed, dedica un capítulo a sus estancias en El Vendrell de 1960 y 1962.

Los mayores recordaban el jeep de Norman para las excursiones. A ellos se unió el freelance Ariane Castaing, que se casó con el fotógrafo Jack Nisberg (New York Times Vogue entre otros). Llegaron artistas como Yauso Mizui y su esposa Kyoko. El Vendrell los vecinos creyeron que eran los asistentes de Fenosa.

En ese Montparnasse del Penedès  recaló el pintor ruso Robert Pikelny, que hizo obras tomando como modelo el puente de França y ayudó a Fenosa a restaurar el salón donde le  gustaba comer y levantar el porrón.

Llegaron la actriz  Nella Bielsky y el director Michael Cournot, que ocuparon la torre medieval. Cournot fotografiaba la casa y hacía textos sobre Fenosa.

El poeta Cécile Éluard se bañaba en Sant Salvador. Y Eveline Dubourg, galerista de París. O la artista Henriette Gomès. Lucién Sablé (artista), Denis Honegger (arquitecto), Pierre Berès (coleccionista), Paul Makanovitzky (músico), Germaine Dieterlen (antropologa), Jean Thibaudeau (escritor). El escritor  Hughes Labrusse a partir de 1974, Ursula Schroeder , Robert Jaulin o Rosé de Pourtalès, fueron otros ilustres de aquella Arcadia.

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