Bunbury salda su deuda con Cambrils

En Salou sufrió la pérdida irreparable de su hermano mayor Rafa en 1994. Desde entonces no ha actuado en el Camp de Tarragona

08 agosto 2018 09:48 | Actualizado a 09 octubre 2018 12:41
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27 de agosto de 2005. Enrique Bunbury suspende, contra pronóstico, el concierto de fin de gira en Cambrils. Un show que se presentaba especial, en aquel lugar que completó sus veraneos de infancia, en la casa de sus padres, en el barrio de la Llosa. La presencia de Enrique había despertado una curiosidad extraordinaria entre sus fans, que agotaron el papel para despedir (casi 8.000 espectadores) el exitoso tránsito de El Viaje a Ninguna Parte, el disco que consolidó, sin discusión, la propuesta de autor del zaragozano. Significaba el último concierto con el Pequeño Cabaret Ambulante, su anterior banda. Días antes, el 23 de agosto, había anunciado la ruptura con el grupo con el que relanzó su carrera en solitario. 

El músico aragonés, mediante un escueto comunicado, excusó su ausencia por una amigdalitis que le había dejado sin voz y que también causó su marcha, a media actuación, del concierto de Zuera, un día antes que el de Cambrils. En todo caso, había mucho más detrás de aquella huida. El artista comunicó una despedida sin fecha exacta para el regreso a los escenarios. Años después llegó a declarar que se planteó dejar el directo. Todo quedó en una crisis personal que le llevó a refugiarse en Cuba durante un tiempo.

La relación de Enrique Ortiz de Landázuri (Zaragoza, 1967) con Cambrils resulta tan estrecha como artística. De pequeño disfrutó de los encantos turísticos de la villa marinera junto a sus padres y sus tres hermanos, Ana, Jorge y Rafa. En Salou, a sólo un puñado de kilómetros, sufrió la pérdida irreparable de su hermano mayor Rafa en 1994. Desde entonces no ha actuado en el Camp de Tarragona.

La influencia en ‘Pequeño’

Allá por 1999, el zaragozano publicó Pequeño, un disco humilde, con aire mediterráneo, que terminó catapultando su trayecto como solista. Antes, se había atrevido con Radical Sonora, un trabajo que precedió a la separación de los históricos Héroes del Silencio, y que sus seguidores más extremos no lograron entender. Radical Sonora rompió con todo, incluso con la propia imagen del músico, y eso generó muchísimo recelo entre la crítica y el público. 

Cambrils le rescató entonces. Concretamente en el proceso de creación de Pequeño. Enrique se refugió en el chalet de sus padres, la típica segunda residencia de los turistas maños, para acelerar a pleno invierno un período de introspección y búsqueda. En concreto, tres meses de soledad y creatividad. Salieron 20 canciones, casi todas incluidas en Pequeño. 

El periodista Josu Lapresa publicó el libro Pequeño, el disco que salvó a Bunbury, en el que detalla todo ese camino y el reseteo del artista en la villa marinera. «A primera hora de la mañana caminaba solo por la playa, el resto del tiempo lo dedicaba a trabajar. Era tiempo de frío y soledad. En aquel pueblo tan volcado al turismo, ya quedaba poca gente», cuenta.

No sólo Pequeño cuenta con influencia cambrilense. Algunas canciones de El Viaje a Ninguna Parte disfrutaron de composición en Cambrils. Lugar de vuelta a la infancia y de recuerdos imborrables para Bunbury.

El regreso

Este próximo domingo, 13 años después de aquella huida, Enrique Bunbury volverá a Cambrils para presentar el directo de Expectativas, su última obra, que le ha llevado a exhibir sus canciones por casi todo el mundo. Cuando en primavera, el Festival de Música de Cambrils colocó al zaragozano como uno de sus cabezas de cartel para la nueva propuesta, despertó un interés fabuloso en el ejército de fans que mantiene por toda la zona. Por supuesto, también en Cambrils. 

En un espacio con embrujo especial como El Parc del Pinaret, Enrique Bunbury no solamente va a gozar de la complacencia de seguidores de mismo idioma y cultura. Desde Italia, desde hace unos meses, los hermanos Mirko y Alessandro Bertolucci, profesionales del hockey patines y amantes de la música del aragonés, también han confirmado su presencia.

El domingo puede quedarse una buena noche para saldar esa deuda que Enrique mantiene con un lugar que seguramente le ha dado más de lo que esperaba. Un lugar de refugio, protección y paz, que siempre le dio la bienvenida. Volverá a ser así.

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