Cuando Picasso estuvo en Coma-ruga

Una factura del histórico Gran Hotel Balneario Oriental Miramar revela la visita

11 noviembre 2017 10:47 | Actualizado a 13 noviembre 2017 17:12
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

A principios de la década de 1900 la fama de las aguas termales de Coma-ruga ya atraía a gran cantidad de visitantes. Las bondades de esas aguas, unidas a la fina arena y la suave entrada al mar, hacía de Coma-ruga, un destino privilegiado.

La playa de Coma-ruga y sus balnearios era además muy accesible. Desde la cercana estación de tren de Sant Vicenç de Calders un servicio de carros y tartanas llevaba a los visitantes hasta la playa. La compañía ferroviaria de la época ofrecía billetes de ida y vuelta a precios reducidos.

La bondad de esas aguas llegó muy lejos. Entre junio y noviembre de 1917 Picasso se asentó en Barcelona. El ya gran artista estuvo con la bailarina rusa Olga Khokhlova, con quien el pintor se casó en París un año después. La relación acabó en 1935.

Lo explica la directora del Arxiu Comarcal del Baix Penedès Nati Castejón y el historiador local Àngel P. Archilla coincidiendo con la exposición ‘Picasso a Barcelona’ que puede verse en el Museu Picasso de la Ciutat Comtal hasta  finales de enero. La investigación del fondo documental ha revelado que Picasso supo de las aguas de Coma-ruga.

Una factura
Fue durante la estancia de la pareja en Barcelona que acudieron a Coma-ruga. El archivo personal de Picasso que atesora el Musée National Picasso revela esa presencia gracias a una factura del hotel que el artista guardó.

Picasso quiso pasar desapercibido y sólo la firmó como Pablo Ruiz. El silencio de la presencia del artista en las crónicas de la época estaría motivado por la intención de la discreción.

Desde la estación
Por la factura se sabe que Picasso y Olga Khokhlova llegaron al hotel de Coma-ruga el 14 de julio de 1917. Desde la estación de Sant Vicenç de Calders recorrieron los 800 metros hasta el hotel en una de las tartanas que ofrecían el servicio.

En esa época era un paisaje de marismas sin prácticamente edificaciones. Sólo algunos cafés y restaurantes, una docena de casas próximas a la playa y las casetas de baño para los veraneantes y quienes tomaban baños de sol.

Hotel Oriental
La pareja estuvo en el entonces Hotel Balneario Oriental Miramar. Pagó 25,75 pesetas por el alojamiento, un servicio de tartana y otros gastos extraordinarios.

El hallazgo revela la repercusión de las aguas de Coma-ruga. Una tradición balnearia que hizo de ese rincón de la costa mediterránea un célebre destino turístico que llegó a tener varios balnearios en funcionamiento.

Pocos días después de la visita de Picasso y Khokhlova, los veraneantes, los establecimientos que ofrecían baños, los cafés y los restaurantes organizaron la que fue la primera fiesta mayor de la zona para dinamizar el verano.

El Hotel Balneario Oriental fue inaugurado en 1907. Era propiedad de la familia Trillas, impulsores de la urbanización de Coma-ruga. Contaba con todos los servicios que podían esperarse de un establecimiento para acoger a visitantes de nivel adquisitivo. Agua corriente, luz y teléfono. Habitaciones bien ventiladas, acogedores y amuebladas con gusto y un amplio comedor con servicio a la carta. Destacaba la amplia terraza con vistas a la playa y a los estanques de la zona. También era singular su amplio jardín.

El Oriental acogió también convenciones y banquetes para personalidades y entidades, muchas de las comarcas de Tarragona.
El balneario contaba con servicio médico y baños que aprovechaban las aguas mineromedicinales que brotan en la zona. Pero también las del mar, rico en yodo. Por ello sobre la playa había dos grandes barracas en las que podían cambiarse los hombres y las mujeres.

Entonces Coma-ruga formaba parte del municipio de Sant Vicenç de Calders, que fue independiente hasta 1946 cuando se agregó a El Vendrell. En aquel 1917 en Sant Vicenç había 353 habitantes de los que 120 residían en la playa. Muchos de aquellos vecinos eran trabajadores de la compañía de tren que residían en los pabellones del barrio ferroviario que todavía se conserva.

Comentarios
Multimedia Diari