Cuando el contrabando de tabaco ayudó a Cunit

Casi el pueblo participaba ya que suponía una gran ayuda para las familias

31 mayo 2019 19:48 | Actualizado a 03 junio 2019 16:29
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A finales de los años 60 la principal actividad para muchos vecinos de Cunit era la agricultura. Pero daba para poco. Unas 10 pesetas al día. En cambio el contrabando de tabaco permitía ganar hasta 2.000 pesetas muy necesarias en una época difícil.

Así que muchos vecinos esperaban las noches sin luna. Los pueblos cercanos a Barcelona, poco poblados y próximos a vías de comunicación, eran los más indicados para los desembarcos de un tabaco americano que era difícil de encontrar en el país porque Tabacalera Española tenía el monopolio.

El cura
Entonces en Cunit había 300 habitantes. Y muchos jugaban un papel en las noches de desembarco. Incluso el párroco de la localidad, que anunciaba desde lo alto de la torre del campanario la vía libre a un despliegue por la playa para recoger los fardos que lanzaban al agua unos barcos procedentes de Gibraltar y Mallorca.


Buscaba evitarse que hubiese patrullas de la Guardia Civil que, no  obstante en el cuartel más cercano de Calafell solían mirar hacia otro lado. Tampoco el alcalde revelaba esas acciones. Todo funcionó menos aquella noche que llegaron guardias civiles de Vilanova y acabaron arrestando a sus compañeros, que fueron encarcelados en la prisión de Montjuic.

Cada uno, su papel
En todo caso, cuando se lanzaba el operativo, unos vecinos vigilaban los caminos, otros entraban al mar a por los paquetes con el tabaco, otros los cargaban en  camiones que esperaban en la carretera... Todos los participantes atados con cuerdas para no perderse en la oscuridad de la noche.

Porque hasta el semáforo de la vía del tren se cubría con un trapo para evitar que la luz revelase movimiento en la playa. Debía ser una operación rápida para que nadie pudiese dar aviso de que la señal ferroviaria no funcionaba y acudiese la autoridad o pudiese ocurrir un accidente.

Y tras el desembarco, a primera hora de la mañana, el pastor llevaba a su rebaño de ovejas a la playa, donde entonces crecían unos melones muy apreciados e los mercados de Barcelona,  para tapar todas las huellas de la noche anterior. Además, los carros pasaban por los caminos para cubrir las roderas de los camiones.

Muchas noches el tabaco quedaba en casas y oculto en botas en masías de Cunit si se sospechaba que podía haber controles en la carretera. Se esperaba el mejor momento y siempre por la carretera del Ordal ya que estaba menos vigilada que la de la costa.

 

Hace unos años los vecinos participaron para un documental recreando cómo era una de esas noches de desembarco: Mira el tráiler:

Cunit celebra precisamente este sábado la Feria del Contrabando en la que recuerda cómo eran aquellas noches y la forma de vida del municipio rural. Durante todo el día habrá paradas y a las 12.00 se pasará un documental en el Casal Municipal en el que colaboraron los vecinos para recrear una de aquellas noches de contrabando.

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