Desvelan el enigma de las roderas de Calafell

Son las únicas que quedan y durante siglos los carros tuvieron que amoldarse a ellas

04 febrero 2018 20:25 | Actualizado a 05 febrero 2018 11:18
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El catedrático de Historia de la Universitat de Barcelona Joan Santacana las define como cicatrices de la historia. Aunque pocas veces se han sabido preservar.

Por eso las que quedan deberían ser un patrimonio protegido que todavía es capaz de revelar datos del pasado. 

Carros
En Calafell, a los pies del castillo, aún quedan esas cicatrices que grabaron en la roca las ruedas de los carros. Pueden verse en la calle del Aire, en la base de la fortaleza medieval.

Santacana señala que muestran que en la época hubo en esa calle un tránsito continuado de carros durante siglos. Pero, ¿cuándo comenzaron los carros a grabar sus huellas en la roca sobre la que se edificó el castillo? y ¿cuántos años fueron necesarios para quedar impresas?

Condicinaron
El historiador ha determinado la época en la que esas huellas comenzaron a quedar inmortalizadas y que condicionaron a la forma de construir los carros durante los siglos posteriores. 

Santacana apunta que es imprescindible conocer la anchura de los ejes de las ruedas de los carros a lo largo de los años y comprobar si coinciden con las marcas en la roca.

En la Edad de Bronce las ruedas de los carros ceremoniales tenían un diámetro de unos 80 centímetros, hasta 17 radios y la separación entre los ejes era de entre 130 y 140 centímetros. 

En la época ibérica estaban ente 120 y 131 centímetros. Fue en la época romana que se alargaron hasta los 1,60 metros, según los vestigios en las calzadas.

Separación constante
Santacana señala la dificultad de detallar el origen de las roderas de Calafell por la separación de los ejes. «La constancia de la separación entre las ruedas es porque una vez marcadas en el firme, no es fácil modificar la anchura de los ejes y fueron invariables durante siglos.

La anchura de los ejes de los carros ibéricos y romanos se mantuvo hasta principios del siglo XX. «Todos los carros de agricultores tenían ejes de ruedas de esta misma anchura», dice Santacana.

Calle del Aire
La calle del Aire es el resultado de los cambios urbanísticos en el trazado vial de Calafell tras el asalto durante la Guerra dels Segadors en el XVII.

 

El catedrático concluye que esos surcos son posteriores al siglo XVII. Su antigüedad sería de cuatro siglos y «constituyen un testimonio de la herencia agrícola».

Las marcas conservadas de Calafell comenzaron a formarse en el siglo XIII-XIV y la acción erosiva de las ruedas continuó hasta no hace tantos años. Esos carros dejaron su huella en su ir y venir de las casas levantadas a los pies del castillo.

Las de la calle del Aire son las únicas roderas que quedan en Calafell. Años atrás también las había en la calle Penyes, pero el paso de coches acabó por desfigurarlas y ya quedaron bajo un nuevo pavimento.

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