El auténtico placer de pasear por la naturaleza en el Parc Samà

El visitante ya puede disfrutar desde ayer, cuando reabrió, de las
14 hectáreas de flora y fauna de este bello paraje ubicado en Cambrils

24 mayo 2020 08:40 | Actualizado a 25 mayo 2020 09:20
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La naturaleza se abre paso en la Costa Daurada tras el confinamiento por el coronavirus. Durante casi tres meses, hemos tenido que vivir y sobrevivir encerrados en casa a golpe de Netflix. Horas y horas ante el televisor, esperando el gran momento de disfrutar de algo que no teníamos: la vida al aire libre.

Pues bien, ese momento ha llegado. Ya está aquí. Y, por eso, hay que deleitarse con aventuras como la de pasar y pasear durante una mañana o una tarde -o quizás, el día entero- por la naturaleza más próxima. Ahora que todavía no podemos emprender viajes lejanos sería un excelente momento para conocer lo más cercano. Parajes desconocimos aún para muchos que merecen mucho la pena.

Uno de ellos, y sin duda uno de los más hermosos, es el Parc Samà, situado en pleno municipio de Cambrils y al que la Covid-19 dejó en un impasse justo cuando arrancaba su nueva temporada, la que prometía mejorar aún más las excelentes cifras de visitas desde que en 2016 cobrara un nuevo impulso gracias a la fuerte apuesta de su nueva gestión.

Desde aquellos 7.000 visitantes hasta los 115.000 del año pasado, la evolución de este hermoso entorno no ha hecho más que crecer. Razones para ello las hay sobradamente. La tranquilidad que se respira, la cercanía a la naturaleza, la posibilidad de sentarse en un banco y leer mientas es observado por los pavos reales cuando pasa ante uno... Y, todo ello, guardando la distancia social, porque sus 14 hectáreas dan para mucho.

Aún más cuando estamos a punto de imbuirnos en plena canícula estival. Sin embargo, su frondosa y variada vegetación, con más de 1.200 árboles de diferentes especies además de oros 300 que se quedaron sin plantar en marzo, ofrecen una sombra que conduce a la quietud. Palmeras, yucas, palmitos, castaños de a India... la espectacularidad de su flora alegra la vista gracias a un sinfín de colores. También podemos perdernos en su divertido laberinto vegetal de maíz, creado en base a un desarrollo sostenible. U oler, como yo mismo hice ayer, su campo de lavandas al tiempo que el azul del cielo se funde con el violeta de cada una de las plantas.

También es recomendable acercarse hasta el invernadero de plantas tropicales ‘Alfonso de Fontcuberta y Samà’ que rinde homenaje al VII Marqués de Marianao y alberga más de 75 especies de palmáceas mientras podemos disfrutar del sonido de la fuente y de la música clásica que suena. Por cierto, el Parc Samà en su recuerdo habitual a los compositores románticos, rinde este año tributo a Isaac Albéniz y del que el viernes se conmemoran los 160 años de su nacimiento.

Pasear con los peques por caminos y senderos permite la posibilidad de toparse con ‘sorpresas’ entre ellos, como algún pato despistado que se ha perdido en su camino hacia el estanque. O quedarse atónito ante el impresionante vuelo de un colorido pavo real mientras es perseguido por un pequeño perro. También se puede comprobar el trabajo de recuperación de especies como la tortuga mediterránea o el faisán dorado, alimentar a los gamos (una de las preferencias de los niños) o visitar alguno de los aviarios con que cuenta el Parc Samà. Allí, loros o guacamayos exteriorizan el abanico de colores con su plumaje.

Pero, por si fuera poco y como explicaron ayer sus responsables, se ha elaborado un riguroso plan de contingencia para reducir los riesgos de contagio: controles de aforo de hasta 300 personas, recorridos de sentido único o cartelería informativa, además de todas las medidas de higiene posible. Y si usted es sanitario, tendrá un pase anual gratuito (samalinas) en reconocimiento a su labor durante el coronavirus. El Parc Samà es un lugar perfecto para desconectar.

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