El último local para 'pegar la hebra' en El Vendrell

Cierra la histórica mercería de la plaza Nova 

29 diciembre 2021 10:25 | Actualizado a 29 diciembre 2021 15:59
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«En esa escalera se han sentado tres generaciones». Rosa Trillas señala un taburete con escalones que, pese al paso de las décadas, se conserva. Quizá lo barnizaban cada año. Ahí se han sentado muchos niños mientras sus padres y abuelos compraban en la mercería de la plaza Nova de El Vendrell. Compraban y conversaban sobre la vida que transcurría al otro lado del cristal.

La mercería de la plaza Nova en la que comenzaron los ‘tiets’ de Rosa. Florenci y Lola, pero que a su vez fue la mercería de la tieta Antonieta. De hecho sobre la puerta sólo está el rótulo de Mercería. Sin más nombres. Pero bautizada por el pueblo. Para muchos sigue siendo Cal Antonieta Camada.

 

Los ‘tiets’ se jubilaron hace 30 años y Rosa Trillas lleva al frente de la mercería 47. El próximo 31 de diciembre cerrará sus históricas puertas de madera. «Me da mucha pena», dice. Consciente de que también cierra parte de la historia de El Vendrell. De cuando en la plaza Nova todavía estaba la Farmacia y Cal Mumbrú y otros que sucumbieron a la velocidad del tiempo.

Tiempos modernos

Quedaba la Mercería de la plaza Nova. Cal Antonieta Camada. Pero llega la hora de jubilarse. Y porque además son demasiados nuevos tiempos desde hace mucho. También para las mercerías. 

Hay un viejuno refrán que dice que eres más antiguo que el hilo negro. «Pero es que ya no se pide hilo negro. Antes había hilo negro, blanco y cremalleras de esos colores. Agujas, alguna blonda, mudas y poco más... ahora se pide al mínimo detalle y todo eso no se puede tener», dice Rosa.

Mucho daño han hecho los tutoriales para bordar y que exigen miles de complementos, cremalleras, botonería, corchetes y demás imposibles de almacenar. También una estocada ha sido la moda a bajo precio. «Ya pocos reparan», explica Rosa.

Un refugio

Cuando un local como la mercería de la plaza Nova cierra, lo hace algo más que una tienda. Lo hace un refugio. Un punto de encuentro. Un lugar para descansar y pegar la hebra, una literaria forma de entablar conversación. 

Una larga charla sobre nada y sobre todo. «En ese cuartito los tiets tenían largas conversaciones con los vecinos», recuerda. Y muchos se sentaban en esa escalera de manera por la que no ha pasado el tiempo.

Son muchos los vecinos que entran en la Mercería lamentando el cierre. ¿Pero qué queda de la plaza Nova? se pregunta una mujer. Por perder también un lugar donde guarecerse y poder explayarse mientras la vida sigue pasando tras los cristales.

«Hoy vienen muchos padres con sus hijos y les dicen: mira, en ese taburete me sentaba yo cuando era pequeño», explica Rosa. «Agradecida a todos los vecinos. Han sido más que clientes. Muchas gracias a Rosa y a Montse que enviaban a las alumnas de sus clases de patchwork. Gracias a todos».

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