Empieza el desmantelamiento de la chimenea de la térmica de Cubelles

Un andamio recorre toda la torre para preparar los trabajos que empezarán con la estructura interior.

10 enero 2018 17:19 | Actualizado a 10 enero 2018 18:04
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Un andamio a lo largo de los 170 metros de la chimenea indica que comienza el final para un símbolo de la costa del Baix Penedès.

En las últimas horas han comenzado los trabajos para desmontar la chimenea de la central térmica de Cubelles, en el límite con Cunit. La estructura metálica colocada que recorre toda la chimenea es para preparar los trabajos de desmantelamiento.

La eliminación de la chimenea se hace desmontándola. Hay una interior que no es visible y que es de ladrillo, que es la que primero se desmonta, y la exterior, de hormigón, que ha caracterizado el paisaje de la zona desde hace 40 años, irá después.

Hace meses comenzó el derribo de los edificios de la fábrica, que ya han quedado muy reducidos. De hecho la chimenea ahora está desligada del resto de construcciones, por lo que comienza su desmantelamiento. La eliminación de la chimenea se hace de arriba a abajo, incluso podrían emplearse helicópteros.

 

El mal estado y el coste que representaría repararla y mantenerla hicieron imposible cualquier proyecto de conservación.

Toda la fábrica
La demolición de la chimenea es la obra más simbólica. La retirada de toda la fábrica para dejar la zona totalmente plana durará aún unos cuatro años ya que también habrá una descontaminación del terreno. El suelo seguirá siendo propiedad de la compañía, que no tiene planes para el solar. Por ello la compañía ya rescató los elementos más simbólicos para su museo.

 

Está descartado que a la vieja planta la reemplace una de ciclo combinado. La demanda eléctrica ha bajado y no hay intención de generar energía en esos mismos terrenos. Tampoco hay previsto, de momento actuaciones inmobiliarias.

Sobre el puerto, que en realidad era una toma de agua para refrigerar los sistemas de la fábrica, serán las direcciones generales de Costas de la Generalitat y del Ministerio quienes decidan su futuro. Endesa mantendrá una reunión con los dos departamentos para planificar qué hacer con los espigones de piedra.

 

El derribo de partes de la central también ha llevado a situaciones como la necesidad de rescatar a una pareja de halcones que llevaba años en la zona.

 

La historia de la central impuesta por el franquismo:

La térmica a Cubelles fue una imposición del franquismo. En los años 60 en Cubelles ya despuntaba el turismo y la agricultura era mínima. El alcalde, Josep Maria Batet, compró en 1972 unos terrenos que dijo eran para una inmobiliaria de Mónaco.

Pero la realidad es que estaban destinados a levantar la central. El proyecto desencadenó un virulento rechazo. En una asamblea vecinal de octubre de 1972 se acordó organizar una fuerte oposición. Batet se comprometió a parar el proyecto, pero en verano de 1973 fue relevado de la alcaldía por Joan Fernández.

En 1974 En enero de 1974 se confirmó que la térmica iba a Cubelles, aunque en terrenos diferentes a los de Batet. La protesta comenzó de forma discreta ya que las manifestaciones en la época estaban prohibidas. El rechazo se extendió a Calafell y Vilanova.

En febrero de 1975 Cubelles apareció cubierto de pintadas contra la térmica. Fue el detonante de la protesta. La Assemblea de Catalunya, partidos políticos y ayuntamientos como los de Vilanova, Cunit y Calafell también mostraron su rechazo, pero no pararon la obra.

A principios de 1977 quedó constituida la Comissió Antitèrmica. El Tribunal Contencioso de Barcelona sentenció que las obras de la central eran ilegales. En julio de ese año unas 1.500 personas se concentraron en la plaza de la Font y comenzaron protestas los domingos de julio y agosto con cortes de tráfico.

Pero los trabajos, con licencia desde principios de 1975 y que comenzaron ese mismo año, estaban muy avanzados. El franquismo impuso la instalación obviando la normativa de emplazar industrias peligrosas e insalubres a menos de 2 kilómetros de núcleos de población.

La térmica dinamitó los proyectos de Cubelles para ser un municipio turístico. Frenó inversiones hoteleras y comerciales. Y dividió a los vecinos.

En las elecciones de 1979 concurrieron la Entesa per Cubelles, contraria a la planta, y grupos favorables a la central. La quema de fuel de mala calidad para producir energía ha motivado durante años denuncias por el óxido que provocaba en vallas, toldos e incluso la chapa de los coches. Y la central allí siguió altiva.

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