En el punto de mira

19 mayo 2017 23:10 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:17
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Que el Saloufest es un evento que llama la atención mediática es algo que no se le escapa a nadie. Desnudos, fiesta alocada, disfraces extravagantes y comportamientos incívicos completan una lista de actividades habituales en esta convocatoria anual. Los jóvenes universitarios son conscientes de estar en el punto de mira de todos cada vez que salen al balcón de sus habitaciones de hotel o a la calle.

La noche del lunes, la segunda de fiesta para esta primera tanda de británicos, la sensación de ser observados se respiraba en el ambiente. Las frases más escuchadas eran sin duda «no photos!» y «f*cking photos!», consignas que repetían como si de un mantra se tratara. Iban muy concienciados de que podían ser retratados y no con sus mejores galas. Para recalcar esta idea, por las calles donde se concentran los principales locales de ocio nocturno era muy fácil encontrar organizadores que pedían prudencia a los universitarios. En algunos casos, el tono de los gritos bajaba durante unos segundos para continuar la fiesta al girar la esquina.

Sin embargo, había una especie de norma no escrita que hacía que todos los estudiantes se comportaran siguiendo un mismo patrón; se movían en pequeños grupos y cuando detectaban la presencia de una cámara, se dispersaban en cuestión de segundos. Algunos, sin embargo, decidían no seguir esta norma y buscaban al fotógrafo o la cámara de televisión más cercana a ellos para intentar convertirse en protagonistas por unos instantes.

Una de las propuestas que parecía gustar más entre los jóvenes era divertirse en las fiestas organizadas en los distintos hoteles donde estos primeros 4.600 participantes del Saloufest se alojan. La fiesta estaba asegurada: sólo británicos, alcohol, música y disfraces. Es más, pocos eran los chicos que no vestían con elementos propios del carnaval. Durante la noche del lunes se pudieron ver submarinistas, bananas, superman, tortugas ninja, batman y superhéroes propios del mundo del cómic.

Pero de superpoderes, más bien tenían pocos. Algunos de los jóvenes tenían serias dificultades para conseguir formar frases completas con sentido sin mencionar el hecho de tenerse de pie. Los gritos y las carreras por las calles tampoco conseguían disimular su estado etílico. A este panorama cabe añadir la existencia de los Relaciones Públicas de Salou, quienes tenían mucho trabajo por delante. El objetivo de todos ellos era conseguir el mayor número de clientes para sus bares. De hecho, otro de los puntos donde más se desataban estos jóvenes era en el bar. La música les daba pie a hacer sus propias adaptaciones musicales sin hacer miramientos al volumen de sus gritos o a la calidad musical de sus voces.

Descontrol y desnudos

Algún que otro vecino salía de vez en cuando por el balcón, para luego volver dentro, consciente de que la fiesta se iba a alargar hasta altas horas de la madrugada. Salou parecía tierra de británicos, aunque en algún momento también se podían ver algún que otro nativo en busca de fiesta, aprovechando el inicio de las vacaciones de Semana Santa.

Parece ser que pese a intentar suavizar los efectos del Saloufest a los ojos de los medios de comunicación y consecuentemente, la de la opinión pública, a los organizadores se les escapa algo. Y es que a pesar de querer esconder qué hay detrás de Saloufest, la fiesta, el descontrol, los desnudos o los comportamientos incívicos no desaparecen. Si en lugar de ocultarlo se trabajara para promocionar una conducta más cívica, quizás no sería necesario evitar ser el punto de mira de los objetivos fotográficos. Pero entonces quizás dejaría atrás el ‘encanto’ que ha tenido Saloufest desde sus inicios.

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