'En verano mueren más personas ahogadas que en accidentes de tráfico'

El Consejo Superior de Normalización y Seguridad Integral en Piscinas celebra una jornada en Vila-seca sobre prevención

19 mayo 2017 19:27 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:14
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En España fallecen, cada año, cerca de 500 personas por ahogamiento en playas, piscinas, parques acuáticos y spas. Otras 5.100 requieren hospitalización y en torno a 740 son ingresadas en urgencias. Los más vulnerables son los niños varones de entre uno y cuatro años y los adolescentes de entre 14 y 19. Son datos del Consejo Superior de Normalización y Seguridad Integral en Piscinas (Cnorsip). Hoy celebra en Vila-seca, en la Facultat de Turisme de la URV, una jornada sobre prevención y seguridad en espacios acuáticos.

«En verano, en algunas comunidades autónomas las muertes por ahogamiento superan a las ocurridas por accidentes de tráfico. En España el ahogamiento es la segunda causa de muerte accidental», afirma Cristián Bono, presidente de Cnorsip. En 2015, la provincia de Tarragona registró al menos quince fallecidos ahogados en playas y piscinas.

Es la primera jornada de este tipo, bajo criterios estrictamente profesionales, que se realiza en España. Participarán Silvia Uribe, gerente de la National Swimming Pool Foundation, y José Antonio Carcamo, presidente de Mita ONG. «Hemos elegido la Costa Daurada para esta sesión de análisis porque es un foco de atracción turística en el que radican muchos e importantes recintos acuáticos», apuntan desde Cnorsip.

Uno de los temas que abordarán será la legislación vigente desde 2013. «Se ha quedado desfasada y presenta problemas de interpretación. Cada año hay nuevos toboganes, nuevas piscinas, y con las nuevas formas surgen nuevos peligros. No sabemos cómo actuar si viene una mujer con burka, si detectamos a posibles pederastas sacando fotografías o si detectamos problemas químicos o microbiológicos», apunta Bono.

Asegura que España cuenta con la tercera industria acuática más potente del mundo, por detrás de Estados Unidos y Francia. En ella incluye tanto piscinas privadas de chalés como piscinas municipales, spas o parques acuáticos. «La variada naturaleza de los peligros derivados del uso de las instalaciones acuáticas y la escasa conciencia social que se tiene de ellos requiere análisis exhaustivos para identificar su origen y los efectos que causan en los usuarios», comenta Bono.

Por ello, reclama, entre otras cosas, una mejor formación de los socorristas: «Al no estar regulada, su exigencia varía: puede haber desde cursos de 30 horas hasta otros de 240. La formación incide en evitar que una persona se ahogue, pero debería ser más preventiva para detectar los problemas antes de que ocurran». Y no solo se refiere a lo que pasa dentro del agua, sino a saber reaccionar ante un incendio o un contratiempo climatológico. «El personal de un espacio acuático no sólo debe cuidar la seguridad interna, sino también los problemas externos».

La concienciación de los bañistas es clave. «Si no tienen información de los peligros pueden cometer imprudencias». Las personas de avanzada edad son de las que más percances sufren. «No siempre son imprudentes, quizá van a la playa o la piscina por recomendación del médico para mejorar su salud y no saben que pueden estar tomando medicamentos incompatibles con el ejercicio físico en el agua», concluye Bono.

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