Genios del cóctel en Vila-seca

Javier Latorre y Oriol Martí se conocieron hace cuatro años unidos por una pasión: la coctelería. Han formado el proyecto Nómadas Cocktail

22 agosto 2018 17:06 | Actualizado a 22 agosto 2018 17:13
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Las vidas de Javier Latorre y Oriol Martí disponen de muchos puntos de encuentro. En ocasiones pueden parecer vidas cruzadas. Han trazado caminos semejantes sólo para satisfacer una pasión; la coctelería. Los dos han necesitado de varios ratos de sacrificio para complacer sus aspiraciones. Y muchos lejos de la zona de confort.  Por si nadie les conoce, residen en Vila-seca. Curioso. Sólo hace cuatro años que se encontraron.

Javier Latorre consumía horas malpagadas en un trabajo que apenas le llenaba. Había cumplido los 19 años y las redes sociales le abrieron una puerta. Contactó a través de Facebook con una persona que le aconsejó una nueva experiencia en Londres. La ciudad atrae, genera admiración. Javier conoció la dureza de los inicios nada más pisar Inglaterra. Cumplió los plazos normales. Empezó de fregaplatos y pasó a fregavasos. Ahí inició su idilio con la barra. En pocos meses ya ejercía la cultura de la coctelería en un restaurante japonés de alto standing. Llegó a trabajar para cinco. Sirvió a personajes del caché del ministro Cameron, los futbolistas Arteta y Sañá o la Spice Girl Geri Hallywell. Para hacerse una idea, el combinado más asequible en esos lugares podía costar unos 25 euros.

La aventura londinense
Cinco años en Londres dan para muchas vivencias. Un cliente holandés, de apariencia tímida y silenciosa, le pidió un Martini a ese joven de Vila-seca que servía detrás de la barra con exceso de entusiasmo. Al acabar, el cliente le pidió comprar una botella de cada de las que había en el expositor y además le obsequió con una cantidad de 200 libras. Latorre ganaba en Inglaterra el triple de lo que gana en casa. La cultural del coctel se valora y anda más consolidada.

Javier trabajó cinco años en Londres, en restaurantes japoneses de alto standing. Oriol se pasó cinco años en cruceros

A Oriol Martí compaginar dos trabajos no le resultaba suficiente para hacer frente a sus gastos de hipoteca. Había tratado con una persona que le había hablado bien de los cruceros por el Caribe y el Adriático, le animó a probar. Contactó con dos personajes clave que le podían facilitar el ingreso a ese nuevo mundo. «Yo creo que al final me cogieron por pesado», advierte. Eso sí, su excéntrico viaje contaba con una riesgo enorme. Dejó de sopetón su vida en Vila-seca y un sábado se presentó casi a ciegas en el puerto de Barcelona. Él y su maleta, claro. Se quedó cinco años flotando por el mar, mientras servía combinados.

En esos traslados paradisíacos, Martí conoció a un grupo de chicos y chicas sordo-mudos a los que llegó a informar sobre excursiones, además de prepararles alguna delicatesen coctelera. Además de aprender ese lenguaje comunicativo que le enseñó aquel simpático grupo, incluso fue testigo directo del inicio de una relación entre uno de esos chicos y otra chica con la misma dificultad que había acompañado a sus padres de vacaciones. Quedó impactado por un sorprendente e inaudito combinado que se preparó un cliente inglés, asiduo al crucero con su acompañante. Llegó a inhalar por su nariz la sal, mientras en sus ojos se había colocado los limones. Algo inverosímil. «Era una pareja de ingleses muy simpática», recuerda.

Asuntos familiares provocaron el regreso al punto de partida de los dos protagonistas. Su primer frente a frente se produjo en la apertura de Tropical Fusión, hace cuatro años, donde descubrieron sus afinidades y esa vocación casi venerada por la coctelería. Se han hecho inseparables, hasta el punto de poner encima de la mesa un proyecto común en forma de empresa. Se llama Nómadas Cocktail, que ha logrado generarse un espacio y cierto prestigio sin apenas tiempo de recorrido.

La cata de San Valentín
La idea surgió de una doble cata que realizaron por San Valentín que generó mucho agrado entre los participantes. Eso facilitó que el boca a boca les haya llevado a asesorar a varios locales en su carta e incluso durante los fines de semana trabajar codo a codo sirviendo buenos combinados en la exclusiva barra de City Hall, en Salou. Uno de los grandes consejos de Nómadas Cocktail a los empresarios es que formen a sus trabajadores. «Nos suelen llamar para pedir cocteleros y nosotros creemos que lo mejor es que los formen ellos.  Es más rentable que un trabajador formado se marche que no uno que no lo está se quede en el negocio».

Absolutamente interesados en la formación constante, la casa de Oriol se ha convertido en un punto de encuentro para los dos socios. Primero parecía un bar cinco estrellas, ahora es más un laboratorio o almacén. Nómadas Cocktail apuesta por un trabajo con productos totalmente naturales, detesta el plástico.
El proyecto parece contar con buena salud. Entre los servicios que ofrece, se encuentran catas de afrodisíacos para despedidas de solteros, coctelería terrorífica con temática de Halloween y coctelería saludable. 

Los dos protagonistas coinciden en que ahora mismo, a nivel del Camp de Tarragona, se sirve, por encima de todo, Gin tonic y mojito, aunque existe mucha diferencia entre un combinado bien preparado y otro que no. «No porque la ginebra sea mejor, el Gin tonic será más bueno. Con una ginebra normal te puedes beber un muy buen Gin tonic si está bien preparado y cuidado», aseguran. La pareja que forman Nómadas Cocktail parece haber encontrado un ventana de futuro.

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