Jan Matamoros: «La gente agradece que haya pescado fresco a diario»

Los imprescindibles. Este pescador de Cambrils y sus compañeros de la barca de arrastre "Josep Jan Dos" salen a faenar cada día, pese a que sus principales clientes, bares y restaurantes, están cerrados

13 abril 2020 18:20 | Actualizado a 16 abril 2020 20:06
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Son las seis y media de la mañana. El cielo está completamente oscuro aún sobre la zona pesquera del puerto de Cambrils. Huele a salitre. En el agua se refleja la luz tenue de varias farolas y se vislumbra el blanco de decenas de gaviotas que posan plácidamente sobre el mar. El silencio casi absoluto que se respira sólo queda roto por el crujir de los cabos a los que están amarradas las embarcaciones. Pese a ser un día laborable, apenas hay actividad. De toda la flota la Josep Jan Dos es la única de arrastre de la Costa Daurada que no ha detenido su actividad desde que se desencadenó la pandemia del coronavirus. Hoy de nuevo ha salido a faenar con sus cuatro integrantes, los hermanos Josep y Jan Matamoros, Carles Pérez y Jaume Galiana.

El suyo es un caso atípico dentro del sector. Pese a que la pesca fue considerada como una de las actividades esenciales cuando se decretó el estado de alarma el grueso de las embarcaciones decidió no salir al mar, principalmente por tres motivos: la poca demanda particular que se esperaba a causa del confinamiento y su derivada en forma de caída de los precios (cerraron bares y restaurantes, dos de sus principales clientes, y no existe aún fecha concreta para que vuelvan a levantar la persiana); por las medidas de protección que en varias embarcaciones resultaban difíciles de aplicar a causa de la numerosa tripulación que llevan a bordo; y tras detectarse además los primeros casos de COVID-19 entre marineros o personal de cofradías, algunas de las cuales se vieron obligadas a cerrar.

La Josep Jan Dos, en cambio, decidió salir desde el principio, a la espera de cómo evolucionasen los acontecimientos. «Mi hermano y yo hablamos con los marineros para ver qué querían hacer», asegura Jan. «Apostamos por salir, en parte porque en ese momento las ayudas económicas que anunció el Estado tampoco estaban claras, y quedarnos en tierra nos generaba cero ingresos. Sin olvidar que los meses de mayo y junio son la época de la veda y ya estaremos completamente parados», añade.

Decidido ese aspecto faltaba por ver cómo se comportarían los precios. «Acabamos saliendo nosotros y las barcas del tresmall, así que el poco pescado que llegó a la cofradía tuvo un buen precio, también los días siguientes, porque ahora mismo apenas está entrando mercancía de fuera a causa de esta situación de emergencia».

Los números se echan rápido en el sector del arrastre. «Todo lo que no sea ganar más de 650 euros al día en capturas nos genera pérdidas», matiza Jan. «El gasóleo es lo que más vale, alrededor de 500 euros ahora que está más barato, y el resto se lo llevan las aportaciones a la seguridad social y alimentos y bebida que necesitamos para desayunar y comer en la barca».

Reparto a domicilio

Por suerte para ellos los particulares han respondido con sus compras. «La gente aprecia y agradece que traigamos pescado fresco cada día al puerto, y te lo dicen por la calle o a través de las redes sociales. También ha ayudado a vender la circunstancia que algunas pescaderías realicen reparto a domicilio ahora que con el confinamiento mucha gente sale menos que antes a comprar».

Las capturas de las últimas semanas han sido similares a las que realizaban antes. «Pescamos sobre todo merluza, rape, canana, sepia, lenguado, galera, moll, mòllera, pelaia... lo habitual en una embarcación de arrastre», explica a pie de muelle junto a las cajas con algunos ejemplares.

La Josep Jan Dos, que como el resto de la flota suele realizar las capturas a unas 25 o 30 millas de distancia del puerto de Cambrils, sólo ha dejado de salir algún día de temporal.

Desde que se decretó el estado de alarma sus cuatro integrantes se han visto obligados a tomar algunas medidas de protección a lo largo de la jornada de trabajo, que se prolonga hasta las 12 horas de duración diaria desde que salen del puerto y regresan a sus casas una vez entregadas las capturas en la cofradía de Cambrils. «Para faenar en la barca no tenemos problemas, porque hay espacio suficiente para mantener los dos metros de separación entre unos y otros. Al llegar a puerto, cuando descargamos las cajas y las entramos a la cofradía sí llevamos los guantes y las mascarillas de protección porque ahí trabajamos más cerca».

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