La hostelería de la Costa Daurada se recupera gracias a las cenas

Los ágapes nocturnos, que se pusieron en marcha hace justamente dos semanas, han permitido reactivar al sector según admiten las asociaciones de Cambrils, Salou y Vila-seca

23 mayo 2021 19:40 | Actualizado a 24 mayo 2021 10:07
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La hostelería empieza a respirar, y todo apunta a que definitivamente, después de una larga travesía por el desierto. La reapertura del horario nocturno -este domingo se cumplieron dos semanas desde su puesta en funcionamiento en Catalunya- y la ampliación del horario de cierre de las 23.00 horas hasta las 0.000h. -entró en vigor el viernes- supone un auténtico balón de oxígeno para un sector que levanta, paulatinamente, de nuevo el vuelo.

En los municipios más turísticos de la Costa Daurada la actividad ha sido bastante notable en bares y restaurantes este fin de semana, coincidiendo con que hoy es festivo en Barcelona ciudad (se celebra la Segunda Pascua) y muchos barceloneses han aprovechado este ‘puente’ para prolongar un día más su presencia en las segundas residencias.

En Salou, sin ir más lejos, donde está aumentando la oferta gastronómica de calidad, el sector tiene claro que necesitaban funcionar en horario nocturno. «Cada restaurante es un mundo, pero las cenas suelen ser habitualmente el principal foco del negocio porque es cuando la gente realiza sus celebraciones, aniversarios, sale con los amigos, y tienen más tiempo... Por eso ha sido importante abrir por la noche», explica al respecto el presidente de la Associació d’Establiments d’Hostaleria de Salou, Josep Moreno.

«Con esa hora de más también habrá locales que se beneficiarán, porque por ejemplo en un menú degustación y muchos platos se llegaba muy justo a los postres con solo dos horas de tiempo (de 21.00 a 23.00)», añade Moreno, quien considera que a mediodía «los clientes van con el tiempo más ajustado porque luego sigue muchas veces su horario laboral. Por eso en esa franja entran mucho más en juego los menús».

Moreno tiene claro que el levantamiento de las restricciones va a ayudar a sacar a muchos empleados de los ERTE. «Pocos quedarán ya», añade Moreno, quien tiene claro que en Salou la restauración ha soportado bastante bien la crisis. «Algunos negocios que estaban en traspaso han cambiado rápidamente de manos», explica respecto a locales como El Castillo de Javier o Thai.

En Cambrils también notan ese punto de inflexión, que representa ver ya la luz al final del túnel. «La libertad de movimientos, la apertura nocturna y esa hora de más que nos han concedido ayudan a normalizar de nuevo la situación. Lo estamos notando sobre todo los fines de semana y con el cliente nacional», explica por su parte el presidente de l’Associació d’Hostaleria de Cambrils, Xavier Martí.

Punta de lanza

En su caso está convencido además que todo lo que llegue a partir de ahora va a ser positivo para el sector. «La apertura de fronteras y el pasaporte Verde Covid nos va a beneficiar seguro. Para nosotros también es muy importante que el cliente francés y el británico tenga acceso a nuestros negocios, porque siempre han sido de los turistas que mejorar valoran nuestra gastronomía», añade Martí.

Eso sí, también pide cierta cautela. «Debemos tener los pies en el suelo, porque si dos años atrás nos hubieran dicho que vendría el Covid y tendríamos que pasar por todo esto nadie lo hubiera creído, pero hay que ser optimistas».

Igualmente en Vila-seca mantiene la esperanza. «Para nosotros la reapertura nocturna ha sido no solo un auténtico balón de oxígeno, sino también ver las cosas mucho más claras en el horizonte. Hay menos muertes, menos contagios, se van a abrir las fronteras, la gente va a salir paulatinamente de los ERTE y está desapareciendo el miedo que existía», reflexiona el presidente de la Associació d’Empresaris d’Hostaleria de Vila-seca i La Pineda, Juan Hervás. «La gente se ha echado a la calle y se ve más alegría, la verdad. Y lógicamente las terrazas y los restaurantes lo notamos, sobre todo los fines de semana», añade.

Lo cuenta siendo conocedor de la crítica situación por la que ha atravesado su sector. «En Vila-seca han cerrado unos cinco locales durante la pandemia, algunos cambiando de propietario. Si los que estaban capitalizados lo han pasado mal y algunos han tenido que pedir un crédito, imagina quienes vivían al día. No han podido sobrevivir», sentencia.

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