La arena de la Costa Daurada

Desesperación por la pérdida de metros de playa por la subida del mar

19 julio 2017 19:37 | Actualizado a 19 julio 2017 19:43
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La marca turística Costa Daurada nació gracias al color brillante bajo el sol de la arena fina de las playas que bañan las costas de esta provincia. Surgió en 1964 dentro de la iniciativa del Ministerio de Información y Turismo de creación del «Registro de denominaciones geoturísticas» con el objetivo de fortalecer y ordenar los muy crecientes recursos turísticos españoles. La marca se concretó en una Orden Ministerial de 9 de marzo de 1971. Y desde entonces –y dejando al margen la marca Terres de l’Ebre–, la Costa Daurada se ha forjado un prestigio y un reconocimiento nacional e internacional como destino de sol y playa.

Con los años el número de visitantes ha crecido, se ha consolidado y se ha diversificado a partir de este recurso natural en el mediterráneo español. Hay otras playas igual de bonitas y de excelente calidad fuera de Tarragona, pero el color dorado bajo el reflejo del sol es difícil de ver lejos del litoral catalán.

Sin embargo, el atractivo natural que siempre ha marcado diferencias va hundiéndose lentamente bajo las aguas del mar. Llevamos años necesitando aportación de arena de un lado a otro provocado por la interrupción de las corrientes marinas (ríos sin sedimientos, puertos deportivos, cambio climático...).

Y lo más grave es que cada año el esfuerzo humano y económico debe ser mayor, puesto que el trabajo de la temporada anterior ya no queda ni rastro con los temporales de otoño, invierno y los coletazos de primavera.

Miles de euros ha invertido el Estado en reponer arena este año. Millones si echamos la vista atrás. Otro buen fajo de bitlletes se debe sacar de la caja de caudales del Port de Tarragona para estabilizar la playa de La Pineda cada mayo y ofrecer al visitante playa para disfrutar.

La situación, pero, ha ido agravándose en algunos puntos y con miedo a que la alerta roja se propague en todo el litoral. La playa del Francàs, en El Vendrell, o algunas calas y playas de Salou se han quedado sin arena en pleno verano. La desesperación de los patronatos de turismo, los ayuntamientos y el propio sector empresarial implicado raya la locura.

La ausencia de playa combinada con quejas o decepción de los turistas que es un cóctel peligroso para el turismo y los que viven de él.
Salou, hace décadas, vendía su playa urbana –la de Llevant– como la de Europa. Ahora alguien podría acusarles de publicidad engañosa ante la pérdida de metros cuadrados. La situación es compleja, pero todavía con solución. La prueba es que siguen luciendo grandes playas, pero con menos espacio del que se esperaba meses atrás.

La esquina e la playa de Llevant, en la zona de los Pilons, el material de construcción vertido en la década de los 60 del siglo pasado es visible desde la orilla.La Dirección General de Costas del Estado, a petición del Ayuntamiento, ha derrochado dinero y metros cúbicos para tapar las vergüenzas, pero el agua sigue tragando esta arena nueva de forma voraz.

Ante tal despilfarro de recursos públicos, por su escasa eficacia, se ha decidido no verter más arena en este punto y aguantar las críticas a la espera de encontrar una solución para la próxima campaña.

Además de este problema medioambiental, la situación se ha elevado a otro más humano: A principios de junio, la capital de la Costa Daurada pedía al Port de Tarragona que no dragara más el depósito natural de arena que está situado enfrente de Cap Salou. Reclama Salou que se deje en paz esa arena para que el empuje de las corrientes llenen el vacío de material en calas y playas de la ciudad. La arena de este depósito la extrae el Port para cubrir los guijarros de La Pineda cada mayo, que a raíz de  ampliar el dique de la infraestructura industrial, dejó al núcleo turístico de Vila-seca casi sin playa.

A pesar de ello, la marca Costa Daurada sigue siendo vigente y válida a pesar de la pérdida de arena en algunas de las playas más famosas. Eso sí, vayamos planteando soluciones medioambientales o un cambio de eslógan para vender nuestro destino.

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