La figura de Verdaguer en el franquismo expuesta en Cambrils

El Museu Molí de les Tres Eres de Cambrils acoge una muestra que explica cómo se tergiversó la figura del poeta catalán durante 46 años

06 septiembre 2018 11:03 | Actualizado a 08 septiembre 2018 15:11
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C omo un genio de la nación española. Esta era la imagen que los ciudadanos tenían de Jacint Verdaguer durante los años de gobierno de Francisco Franco, que usó la figura del poeta catalán, también considerado periodista, para su beneficio político. Este es el hilo argumental de la exposición Verdaguer segrestat: la utilització del mite durant el franquisme, que se puede visitar desde la semana pasada en el Museu Molí de les Tres Eres de Cambrils.

La muestra, que abraza el periodo que va desde la Segunda República hasta el inicio de la Transición (1931-1977), plantea diferentes interrogantes sobre la imagen que se tiene de Mossèn Cinto a raíz de esta época en la historia española. ¿Por qué y cómo se utilizó este icono catalán para legitimar el gobierno franquista?

A partir de una búsqueda exhaustiva de diferentes artículos periodísticos, imágenes, correspondencia y grabaciones de la época, se analiza la instrumentalización que se hizo del poeta catalán por parte del franquismo, que aprovechó la reputación favorable que tenía tanto en los sectores de izquierdas como de derechas para unos fines políticos muy claros.

Por este motivo, según se señala en la exposición, se recuerda al poeta como un personaje muy conservador y retrógrado, asociado a la Falange Española y no como una de las personalidades más importantes de la Renaixença, un movimiento cultural y literario en varios territorios de habla catalana y valenciana que llegó a su esplendor durante la segunda mitad del siglo XIX. 

Los plafones de la exposición relatan diferentes episodios del franquismo en los que se ve cómo se utilizó la figura de Verdaguer, que fue tergiversada por los vencedores de la Guerra Civil y lo quisieron convertir en todo un símbolo españolista.

Durante esos años la iglesia continuó reivindicando el papel del catalán y el debate se centraba en si consideraba un sacerdote rebelde, un ejemplo de apostolado o un poeta del pueblo. 

La primera gran operación franquista tuvo lugar durante la celebración del Centenario del Nacimiento de Verdaguer, en 1945. Un plan ideado desde la Falange Española y las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) de Madrid y  Barcelona que consistió en la elaboración de un reportaje que se proyectó en los cines, dentro del NO-DO, el noticiario semanal del régimen dictatorial franquista.

Ese mismo año se publicaron las Obras Completas de Verdaguer pero con una ortografía mucho más antigua para situarlo en un periodo que no correspondía con su vida. Se debe tener en cuenta que el poeta nunca llegó a escribir en castellano, por lo que esta publicación fue todavía más significativa. 

Años más tarde, en 1952, el Círculo Catalán organizó en Madrid un acto de homenaje al poeta que acabó con elogios a Franco y el anuncio de su adhesión a la entidad que nació para que los residentes catalanes en la capital española pudieran mantener sus costumbres y tradiciones propias. 

Otra operación destacada fue la apropiación de la figura de Mossèn Cinto con claros fines propagandísticos y de legitimación al régimen con la promoción de las obras sinfónicas basadas en dos de los poemas del catalán: Canigó y L’Atlàntida.

Precisamente unos  años antes, El Canigó se estrenó en el Liceu de Barcelona gracias al patrocinio interesado del nuevo gobernador civil en la capital catalana, Felipe Acedo Colunga. Su objetivo era ganarse la confianza de aquellos sectores y élites que frecuentaban el teatro pero los grupos antifranquistas condenaron esta acción, ya que consideraron que quería elogiar la figura de Jacint Verdaguer de una manera hipócrita.

Otro de los datos curiosos es que al final de la dictadura los programas escolares seguían la inercia de la visión oficial construida en los años 40 por los políticos, mientras que en el ambiente intelectual, la mayoría profesores y estudiantes universitarios, se quedaba con el cliché del sacerdote poeta, sin poner de relieve su importante papel en la literatura. 

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