La población extranjera desciende casi un 12% en las localidades de costa

La crisis y las malas perspectivas económicas provocan la marcha de 5.211 habitantes extranjeros en los últimos cinco años

19 mayo 2017 23:15 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:35
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Yulissa Suero, de 24 años, llegó a Salou en 2007. Es de República Dominicana. Trabaja en una tienda de ropa siete meses al año, durante la temporada turística. Tiene un hijo de dos años y su marido está en el paro. Con el sueldo de ella apenas les llega. Se están planteando volver a su país. «Aquí hay poco trabajo y las perspectivas son más negativas aún si baja el turismo ruso», dice. Un compatriota suyo sí volvió a República Dominicana el año pasado. «Trabajaba en un hotel pero no era fijo y no tenía dinero para pagar el piso. Ypara estar mal aquí, mejor estar mal en su país», recuerda Yulissa, que es presidenta de la asociación dominicana Las Mercedes de Salou.

En los últimos cinco años, la población extranjera ha disminuido un 11,7% (5.211 habitantes menos) en los municipios de la costa de Tarragona, según el Instititut d’Estadística de Catalunya (Idescat). Los mayores descensos se han producido en Cunit (-25%), Torredembarra (-17%), Salou (-15,5%) y Vila-seca (-14%). La crisis está detrás de esta ‘fuga’ de inmigrantes. «Sus perspectivas laborales se han visto truncadas y una parte de ellos ha optado por volver a migrar: algunos de vuelta a sus países de origen y otros, la mayoría, hacia otros destinos con mejores perspectivas económicas», explica Joan Alberich, responsable del Grau de Geografia i Ordenació del Territori de la Universitat Rovira i Virgili (URV).

Hernán Jiménez, chileno afincado en Tarragona y presidente de la Asociación por la Diversidad, señala que muchos inmigrantes se están marchando al norte de Europa o a países emergentes de Sudamérica «porque aquí no tienen trabajo o están discriminados laboralmente con contratos basura y sueldos míseros. Van de un sitio a otro, como si fueran nómadas, buscándose la vida».

«En España, muchos inmigrantes trabajaban antes sin contrato haciendo tareas domésticas en casas o cuidando a personas mayores. La mayoría eran ilegales y cuando se han quedado sin ese empleo se han tenido que ir», sostiene Jiménez.

Las que más pierden

Los municipios de costa fueron los que más población inmigrada recibieron a principios de este siglo, dada la importancia del sector servicios y el turismo. «Es lógico, por tanto, que sean estas zonas las que actualmente experimenten, al menos en cifras absolutas, una mayor disminución de su población extranjera», explica Alberich. «Ahora se produce un doble fenómeno: la salidas han aumentado mucho y las entradas se han reducido notablemente hasta ser prácticamente nulas. El saldo migratorio es claramente negativo», añade.

Eso sí, Alberich advierte de que otra causa de la disminución de habitantes foráneos es que parte de los que llegaron hace una década o más van adquiriendo la nacionalidad española (sobre todo los procedentes de América Latina) y en las estadísticas dejan de contar como extranjeros.

Ecuatorianos, colombianos, marroquíes, rumanos y búlgaros son los que más se están marchando. En Salou, por ejemplo, también está mermando la numerosa colonia senegalesa. «Muchos senegaleses trabajan aquí en verano y pasan el invierno en su país. Pero ya son pocos los que vuelven aquí porque tienen más porvenir en otros sitios», indica el presidente de la Asociación por la Diversidad.

En general, estos colectivos responden a un perfil de baja cualificación laboral que, hasta el estallido de la crisis, desempeñaban empleos vinculados al turismo (hostelería o comercio) y a la construcción. «Antes, las empresas constructoras contrataban a muchos marroquíes y hasta iban a Sudamérica a buscar trabajadores», manifiesta Jiménez.

Si la situación económica no mejora, la tendencia migratoria no se revertirá en la Costa Daurada. La población extranjera seguirá a la baja. «Como en la historia reciente de nuestro país, ciclo económico y ciclo migratorio van de la mano», concluye Alberich.

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