Llenazo (o casi) en la Costa Daurada

Un paseo de mediodía por el corazón de la Costa Daurada arroja contrastes como playas en que no cabe un alfiler pero también terrazas con mesas libres

19 mayo 2017 18:27 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:50
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Ejercicio dominical para un par de periodistas que trabajan en el fin de semana central del mes de agosto, el de mayor ocupación turística de todo el año: pasearse a mediodía por el cogollo de la Costa Daurada, léase la playa de La Pineda y su zona comercial y el hiperpoblado Salou. El calurosísimo periplo arroja un resultado previsible:hay llenazo absoluto. Mejor dicho, casi absoluto porque había más que un hueco en bares, chiringuitos y restaurantes.

La Pineda

12.30 Aquopolis

n La cola ante Aquopolis es larga. Sandra, una reusense, aguarda impaciente a que se aproximen sus ‘compañeros’ de parque acuático. Va con su marido, hijos, sobrinos y hasta con el cuñado. Ycarga como si fuera el fin del mundo. Bolsas y bolsas llenas de comida y una nevera portátil. Es una habitual, pero le ha sorprendido el llenazo de agosto. «Vengo cada año por estas fechas y hay más gente que nunca», asegura mientras espeta a sus familiares: «¡Vamos ya a la taquilla!».

 

12.40 Tienda de recuerdos

n Una tienda de recuerdos, ropa y regalos situada en las proximidades del parque acuático está casi vacía. Son horas de playa, cierto, pero una dependienta lamenta que «la gente no compra. Van con todo pagado y se gastan lo mínimo». Y el turista ruso, que en sus buenos tiempos tiraba de cartera, apenas aparece por la zona para irse de compras.

Dos dependientas de una tienda vecina comentan que «sí que hay mucha gente, pero compran poco». Una de sus clientas es Rosa, que reside en La Pineda y lanza el análisis ‘local’: «Hay mucha más gente que el año pasado. Son más bien de aquí (españoles), que de fuera (extranjeros). Este fin de semana está lleno».

 

12.50 Pollería y heladería

n Un laborioso Pep vigila al detalle que los pollos que dan vueltas y vueltas estén en su punto. Regenta un bar-pollería y la heladería adyacente. «El turista gasta un poco más que el año pasado, sobre todo en copas y helados porque va buscando lo más baratillo. Los que sí triunfan son sobre todo los súpers. Abren hasta medianoche. Tú estás trabajando y ves al turista pasar con la bolsa del supermercado», narra con voz resignada.

Pep se apunta a la añoranza, teñida de ironía: «Los rusos que venían al principio llevaban fajos de dólares.Los de ahora no sé si habrán visto un dólar en su vida. Hasta nosotros tenemos más dinero que ellos».

 

13.00 Supermercado

n El supermercado Simply está a rebosar. Sus empleados reponen y cuidan que todo esté bien. El encargado, José, asegura que «hay más gente pero no se gastan más dinero». Al menos en el súper. «Están sobre todo en las terrazas. El año pasado compraban alimentos. Este año van más a lo cómodo y adquieren platos preparados y aperitivos. Mueves menos género pero facturas lo mismo», explica. El menor poder adquisitivo del turista ruso vuelve a salir en la conversación:«Antes se gastaban más, sí. Compraban vino y jamón. Ahora hay muy pocos rusos. Los turistas extranjeros son sobre todo franceses».

Primera ‘contradicción’: el responsable de un bar cree que los supermercados le restan clientes. El encargado del súper sostiene que son los bares quienes se lleven el gato al agua.

 

13.15 Passeig Pau Casals

n El lateral del Passeig Pau Casals está colapsado. Algunos afortunados en busca de una plaza de parking –en zona azul– encuentran a alguien que se va. Es hora de rotación. Una joven aprovecha para maquillarse mirándose al espejo de cortesía mientras espera pacientemente a que los automóviles se pongan en marcha.

En la playa, un vendedor ambulante camina por la arena, ofreciendo decenas de gafas de sol. «Vendo poco, vendo poco» es lo único que responde a las preguntas del periodista. Por supuesto, nada de fotos.

Un chiringuito ofrece un menú de primer plato, segundo, postre y bebida por sólo once euros. Su media docena de mesas están llenas. No es extraño. Cosas de la crisis: una comida a 11 euros en plena arena y en pleno agosto.

 

13.30 Playa de La Pineda

n Hay colas en el asfalto. Ycolas sobre la arena. Las duchas situadas en la playa de La Pineda, en el extremo más cercano al límite con Salou, están saturadas. Familias enteras se van al apartamento, el hotel o el bareto para comer. Algunos padres hacen verdaderos juegos malabares para quitar al niño la arena de los pies sin que se vuelva a manchar, al tiempo que sostienen la sombrilla, la colchoneta, las toallas... Otros padres les miran con impaciencia para conseguir ‘turno de lavadero’. Próxima parada:Salou.

 

Salou

13.45 Platja Llarga

n La Platja Llarga está ‘habitada’, pero queda espacio libre de sobras. Quizá sea la hora y que sus ocupantes la han abandonado para un receso culinario. Eso sí, frente a su costa, se acumulan decenas de pequeños yates. Lo que sí estaba lleno a rebosar es el trenecillo turístico. Ni medio asiento vacío. Algunos prefieren la brisa a bordo del tren que tostarse al sol. O refrescarse en la piscina. Decenas de personas se dan un chapuzón en los hoteles próximos.

 

13.50 Platja dels Capellans

n La pequeña playa de los Capellans sí que está invadida. Las hamacas permanecen prácticamente todas ocupadas. Sendas parejas de amigos –Ryan, Orlaith, Shane y Niam– miran a los que yacen sobre la arena, pero no se animan. Están recorriendo el Camí deRonda. Procedentes de Belfast, es su primera visita a la Costa Daurada.

 

14.06 Pub Red Lion

n Damon Sharpe es uno de la decena de turistas británicos que están a la espera de ver en una pantalla gigante del Pub Red Lion el partido entre el Manchester United y el Bournomouth. Mientras aguardan se toma una pinta. En la pantalla, una entrevista con el siempre polémico Ibrahimovich. Un chaval que está junto a su padre en el pub lleva una camiseta del mismo personajillo.

Damon lleva diez años viniendo cada agosto a Salou con su esposa y sus hijos. Asegura sentirse «impresionado» por los cambios que ha experimentado la capital de la Costa Daurada. Entre ellos enumera la zona peatonal y que la localidad «está más limpia y bonita».

La pregunta –con un británico como interlocutor– es inevitable: «¿Cómo les ha afectado el ‘Brexit’? (el que el Reino Unido aprobase marcharse de la Unión Europea)». Tras defender que Gran Bretaña seguirá adelante, cree que aún no se nota. Primero, porque el coste del nivel de vida en España es inferior al de Gran Bretaña. Segundo –y aquí demuestra el legendario humor británico– motivo: «Los británicos siempre nos gastamos lo mismo porque siempre buscamos lo más barato».

Isabel, esposa del dueño del pub, lamenta que el ‘todo incluido’ de los hoteles «nos está haciendo mucho daño». Para qué van a consumir en un pub, si tienen la bebida gratis en el hotel.

«Sólo salen cuando hay un partido especial que no emiten en la tele del hotel», precisa Isabel, antes de enumerar el menú televisivo del día en el pub, con el Sevilla-Barça de ayer noche a las 22 horas incluido.

Del tan manido ‘Brexit’, Isabel también sabe: «De momento no les va a afectar porque las reservas ya están hechas hace tiempo. Pero más adelante, sí».

El del ‘todo incluido’ no es el único agravio de Isabel y su marido. Critican que se haya prohibido por ley que los pubs monten la ‘hora feliz’ (dos bebidas al precio de una o con ‘descuentos’) mientras que los hoteles «hacen lo que quieren».

Augura Isabel que en septiembre también vendrán muchos ingleses a la Costa Daurada. De momento entre sus clientes hay también franceses, irlandeses y escoceses.

«Agosto es temporada alta y les sale muy caro. En septiembre bajan los precios. Vendrán sobre todo parejas de gente mayor». Y también algún matrimonio con niños pequeños a los que no les importa pagar la multa, dice Isabel. ¿Qué multa? Según asegura, si una pareja ‘saca’ a su hijo del colegio ha de pagar una sanción económica.

 

14.28 Platja de Llevant

n Última parada: la hiperabarrotada playa de Llevant. Antes, en la calle Carles Buigas, el aroma de los pollos a l’ast ‘tortura’ los famélicos estómagos de aquellos que aún no han comido. Cerca de sesenta personas hacen una ordenada cola en plena acera bajo el solo para comprar un pollo. Una comida más apta para el bolsillo. Al menos desde el punto de vista de los turistas. Muchos de los restaurantes del Passeig Jaume I de Salou tienen, en el domingo más turístico de todo el verano,mesas de las terrazas libres.

Pocos metros más allá, en plena playa, los hermanos Cristian y Albert aguantan al frente de su chiringuito y su negocio de alquiler de hamacas. «No hemos tenido ni un día de fiesta desde junio», dice Cristian, mientras defiende que en su chiringuito los clientes del ‘todo incluido’ de los hoteles sí que gastan.

Deja una pregunta en el aire: «Este año vienen más franceses que nunca. ¿Será porque tienen miedo a veranear en su país?». Y confirma el mensaje de los portavoces de los sectores turísticos (ver pág. 2 y 3). «Sí, este agosto es el mejor desde que empezó la crisis», sentencia.

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