Los restaurantes dicen que el 'exceso' de controles de alcoholemia les afecta

Propietarios de establecimientos de Cambrils, Salou y Vila-seca piden mano izquierda a la policía. Aseguran que hay clientes que han dejado de ir a comer o cenar por miedo a ser 'cazados'

19 mayo 2017 23:56 | Actualizado a 20 mayo 2017 21:39
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«Los clientes no se atreven a veces ni a tomar una botella de vino en el restaurante por miedo a los controles de alcoholemia. Entiendo que debe haber un control, pero no el asedio policial al que estamos sometidos. La restauración se está resintiendo: la gente cada vez consume menos o prefiere quedarse en casa», afirma Hilario Benítez, propietario del restaurante Villa Alexander de Salou.

Su postura es compartida por buena parte de los restauradores de las localidades de la costa:controles sí, pero más flexibles. Lamentan que la proliferación de estos tests en las entradas y salidas de los municipios impide que vecinos de otras poblaciones de alrededor acudan a sus negocios a comer o cenar. «Sucede tanto en verano como en invierno –cuando la actividad desciende drásticamente–», apunta Benítez.

«Llevamos tiempo quejándonos de que el exceso de controles, tanto de la Policía Local como de los Mossos d’Esquadra, está afectando negativamente a la restauración y al ocio nocturno de Salou. Siempre se ponen en el mismo sitio. En cambio, nunca veo ninguno en la entrada o salida de Reus, ¿por qué?», sentencia Juli Vilaplana, presidente de la asociación de comerciantes y empresarios 365 dies Salou Vila Comercial.

El horario de estas pruebas también despierta recelos. Los restauradores critican que sean cada vez más habituales entre las nueve y las doce la noche, justo cuando los clientes –la mayoría, familias– van o salen de los restaurantes. «Deberían realizarse a partir de las doce y media de la noche para no perjudicar a las personas que vienen a cenar un menú en el que el alcohol está presente de forma discreta», señala Ángel Pérez, representante de la Associació de Restauradors de Cambrils, que incide en que estos controles «contribuyen a crear un clima donde predomina el miedo y a que la gente no salga».

Diego Campos, dueño del restaurante El Rincón de Diego de Cambrils, que cuenta con una estrella Michelin, también es partidario de que se retrasen a «horas más cercanas a la madrugada» –en pleno apogeo de la juerga nocturna–: «Una buena comida requiere una buena bebida, ya sea un buen vino o una copa. No se puede cambiar una tradición gastronómica de un día a otro». Eso sí, apela al sentido común de los comensales para que sean prudentes o no cojan el coche para volver a casa.

 

Un término medio

Los restauradores piden ‘mano izquierda’ a las autoridades y critican que detrás de estos controles pueda haber un afán recaudatorio. «Catalunya es uno de los lugares del mundo con más pruebas de alcoholemia. Ymás que para prevenir o sancionar, parece que son para recaudar dinero. Y a eso hay que sumarle el incremento del IVA y la bajada de los salarios», sostiene Benítez.

Joan Bosch, propietario del restaurante Can Bosch de Cambrils, con una estrella Michelin, advierte de que los esfuerzos que hacen el consistorio y el Patronat de Turisme para promocionar el municipio pueden verse afectados o incluso penalizados por estos controles. Asegura que está a favor de que se tomen medidas para garantizar la seguridad de las personas, pero considera que debe haber un término medio entre las demandas empresariales y la labor policial. «La gente se priva ahora de pedir una segunda botella de vino», dice.

Josep Maria Pellicer, uno de los responsables del restaurante Acuamar de Cambrils, señala que con esta reivindicación no quieren contribuir a promocionar una ciudad con inseguridad ciudadana, pero tampoco quiere «un núcleo al que la gente no venga por miedo a ser ‘cazada’ en un control de alcoholemia justo al salir de comer». No obstante, no achaca a este factor toda la culpa de la caída de clientes: «La crisis y la oferta de ocio nocturno que hay en otros municipios vecinos también influyen».

 

Hablar con ‘seny’

En Vila-seca, especialmente en el núcleo de La Pineda, también muestran esta misma preocupación. «Nos afecta igual. Somos un municipio turístico y el hecho de que nuestros clientes tengan esta dificultad añadida es un problema. Pero, por otra parte, encuentro muy atrevido pensar en modificar una medida que sirve para prevenir posibles accidentes. Es cuestión de hablar con mucho seny», concluye Alfred Monreal, presidente de la Associació de Comerciants i Empresaris de Vila-seca.

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