Los terroristas de Cambrils hicieron 219 búsquedas sobre el embalse de Riudecanyes

Los objetivos originales de la célula seguirán siendo el gran misterio. La investigación concluye sin aclarar dónde pretendían hacer estallar los explosivos, las granadas y los chalecos

11 agosto 2019 20:00 | Actualizado a 13 agosto 2019 19:22
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El 10 de octubre de 2018 el juez Fernando Andreu firmaba un auto de 43 páginas con el que ponía punto y final a la instrucción sobre los atentados de Catalunya del 17 de agosto de 2017 con el procesamiento de los dos únicos miembros de la célula que sobrevivieron, Mohamed Houli Chmelal y Driss Oukabir, y un colaborador del grupo, Said Ben Iazza. Tras 419 días de investigación, la justicia consideraba agotadas todas las pesquisas.

Es cierto -y así lo reconocen los mandos de los tres cuerpos policiales que intervinieron en la investigación (Mossos, Policía Nacional y Guardia Civil) y fuentes cercanas al CNI- que la instrucción, como ocurre en casi todos los grandes atentados, no ha aclarado todas las lagunas, particularmente cuáles eran los objetivos contra los que los terroristas querían atentar antes de que la explosión de la casa de Alcanar les obligara a improvisar los atropellos masivos de Las Ramblas y Cambrils, que provocaron 16 muertos y decenas de heridos.

Teoría de la conspiración

El segundo aniversario de los atentados está ya marcado por una teoría de la conspiración nacida en las últimas semanas y basada en un dato que fascina al independentismo: que el imán de Ripoll fue visitado por el CNI que pretendía ficharlo como confidente mientras estuvo preso por tráfico de drogas de 2010 y 2014.

La Generalitat y los grupos de ERC y JxCat en el Congreso siguen reclamando al Gobierno explicaciones y piden crear una comisión de investigación parlamentaria sobre las relaciones del CNI y el imán. La Generalitat continúa a la espera de tener una reunión con la vicepresidenta, Carmen Calvo, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, para hablar de esa teoría de la conspiración. Y la comisión de investigación sobre el 17-A del Parlament ya ha dado luz verde a la petición de Junts per Catalunya de citar a la nueva directora del CNI.

Más allá de la polémica política, Policía, Guardia Civil y Mossos aún no se atreven a precisar cuáles eran los planes originarios de la célula. Todo son especulaciones -reconocen- basadas en el material informático recuperado. Lo único cierto -explican mandos antiterroristas- es que el primer objetivo que se fijó el grupo, allá por junio de 2016, fue atentar contra la Sagrada Familia.

Todos los miembros que entonces componían la célula que dirigía ya el imán Abdelbaki Es Satty se comprometieron con el proyecto de hacer explotar el templo, pero ni siquiera los operativos se han atrevido a certificar al juez que la Sagrada Familia siguiera siendo su objetivo trece meses después de aquella reunión en Ripoll en la que el grupo decidió comenzar a hacer la yihad.

En los dispositivos de los terroristas aparecieron fotos «de lugares susceptibles de ser objetivos de atentados», en palabras del juez, como Port Aventura, la Plaça de Catalunya, la Torre Agbar de Barcelona, el Camp Nou, la Torre Eiffel, el Santiago Bernabéu, el Museo Thyssen de Madrid o algunos lugares de Toulouse.

Para complicar más todavía la investigación los terroristas realizaron obsesivas búsquedas en sus móviles de lo que también podrían ser lugares para atacar: 125 búsquedas sobre la Audiencia Nacional, 106 sobre ‘La Tomatina’ de Buñol, 219 sobre el embalse de Riudecanyes o 104 búsquedas sobre la Alhambra de Granada.

Precisamente en una masía de Riudecanyes, los cinco terroristas del 17-A abatidos horas después en Cambrils celebraron un «acto litúrgico» de «camino sin retorno», quemando sus pasaportes y cartas de despedida.

Con esta panoplia tan amplia y con el núcleo duro de la célula muerto los investigadores se resignan ya que jamás se sabrá qué planeaban los terroristas antes de que la explosión de Alcanar les obligara a improvisar.

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