Los vecinos de La Pineda están 'muy hartos' del carbón que llega del Port

Este mineral llega en barco y se descarga a granel. Las partículas, en días de viento, llegan a los primeros edificios del núcleo turístico de Vila-seca

19 mayo 2017 16:08 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:09
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El Port de Tarragona es la vía de entrada del carbón que consume la central térmica de Andorra, en la provincia de Teruel. Cada día, diferentes barcos mercantes llegan a la ciudad y descargan total o parcialmente sus bodegas a granel. Dos empresas –Garcia Munté Energia y Euroports Ibérica– son las encargadas de almacenar este producto en las instalaciones portuarias y rellenar los vagones que cada noche salen de Tarragona en destino Teruel.

El almacenamiento de este mineral se hace al aire libre. Montañas enormes de carbón son visibles desde diferentes puntos y a pesar de remojar continuamente este producto para evitar que el viento se lo lleve, millones de partículas sobrevuelan en el aire y terminan depositándose en las zonas urbanas más cercanas: el núcleo de La Pineda (Vila-seca) o el barrio tarraconense de El Serrallo, por citar las dos poblaciones más próximas.

Los días de fuerte viento –gregal (noreste) o Llevant (este)– el número de partículas de carbón que se desprenden de las gigantescas montañas es infinito. «El domingo 12 de febrero y la madrugada del lunes 13 fue impresionante. No recuerdo tanto carbón esparcido por fachadas, pasillos, ventanas.... Llevo días limpiando sin cesar y aún quedan rincones por hacer». El que habla es el conserje del edificio Paradís Playa.

Desde la última planta, la suciedad negra –prueba evidente de que es mayoritariamente ocasionada por este material– es muy visible en esquinas y recovecos difíciles de limpiar. «Nunca antes había subido la manguera hasta la última planta», añade este trabajador de Finques Malapeira.

La titular, Pineda Malapeira, se quejó al Ayuntamiento. No es la primera vez que el carbón ensucia los pisos que gestiona, pero sí que está cansada de que no se pueda hacer alguna acción para minimizar este problema y evitar una limpieza costosa en todos los sentidos.

Al igual que Pineda Malapeira, Helena Giménez es la responsable de la gestión del bloque de pisos Mare Internum. «Tenemos una fachada de piedra proyectada que retiene estas partículas. Ya hemos limpiado dos veces la fachada y estamos muy hartos». La administradora de fincas asegura que las administraciones se lavan las manos y que nadie tiene interés en este problema. «Por ello, con los años que llevamos conviviendo, nunca se ha hecho nada», asegura.

Gestión municipal

El Ayuntamiento hizo la gestión. La concejal de Serveis al Territori, Manuela Moya, se puso en contacto con la Autoritat Portuària y reiteró las quejas (vecinales y del propio consistorio) respecto a la suciedad provocada por estas montañas de carbón depositadas al aire libre. También exigió que el Port tomara medidas definitivas para minimizar el impacto negativo y le explicó por carta a la vecina que para el «Ayuntamiento de Vila-seca siempre ha sido una prioridad, y continuará siéndolo, velar por las condiciones de vida de los residentes en nuestro municipio y por esta razón nunca hemos desistido en el intento de buscar soluciones para mejorar la convivencia con el Port de Tarragona».

Desde la asociación de vecinos y de comerciantes, Antonio Lleonart y Alberto Rodríguez explican que son conscientes de las quejas de algunos bloques de pisos y de la suciedad que conlleva la cercanía con el Port de Tarragona. «Pasa pocas veces, pero es cierto que debemos recabar más información para afrontar el problema», explican.

La versión del Port

Joan Basora es el director de Desarrollo Corporativo y Sostenibilidad de la Autoritat Portuària de Tarragona, ente que gestiona el puerto de la ciudad. Admite que recibieron en febrero la carta del Ayuntamiento y que esta misma semana les han contestado. También le han llegado dos misivas de comunidad de vecinos.

«Hemos abierto un expediente informativo para recabar toda la información de este último episodio. Queremos conocer todo el proceso de descarga, almacenaje de los operadores y la situación climatológica que propició que estas partículas llegaran a La Pineda», explica.

Precisamente, en julio de 2016 y a raíz de episodios anteriores, el Port colocó un medidor de partículas dentro del núcleo turístico de Vila-seca, que se suma a los cinco que tiene repartidos estratégicamente en sus instalaciones.

Desde hace meses, se recogen datos y se analizan las muestras tanto internamente como por una empresa externa. «Estamos trabajando conjuntamente con una firma independiente para tener un estudio de la afectación del carbón dentro y fuera de nuestras instalaciones. Aún no tenemos resultados, pero cuando los recibamos los haremos públicos», asegura Basora, que prefiere no poner fecha a este informe sobre el problema del carbón.

Mientras este informe no llegue y pueda ofrecer soluciones técnicas para minimizar el impacto, el director de Desarrollo Corporativo y Sostenibilidad recuerda que se riegan las montañas de este material con agua y hay pantallas para intentar contener la pérdida de partículas de carbón.

A pesar de los problemas que ocasiona, sólo han recibido quejas de La Pineda. En cambio, en el barrio tarraconense del Serrallo no hay quejas ni críticas a esta situación, si bien los vecinos deben limpiar muchas veces este hollín en sus terrazas y ventanas.

Además, asegura Basora, el Port nunca ha pagado ninguna indemnización ni ha sufragado los costes de la limpieza de estos bloques de apartamentos afectados.

Los vecinos y trabajadores de estos bloques también recuerdan que la suciedad es un problema, pero que nadie se olvide de que también se respiran y nadie sabe hasta qué punto puede1n ser dañinas para la salud estas partículas de carbón.

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