Mas Miró reabre puertas con todas las estancias visitables

La restaurada entrada de los carruajes, que lleva a la cocina y a la despensa (antigua capilla) se completan con la bodega reconvertida en una sala de proyección usando tinajas y barricas como pantalla

06 marzo 2020 17:20 | Actualizado a 31 marzo 2020 10:58
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La bodega de Mas Miró huele a cerrado. Es cuestión de tiempo que el olor desaparezca de este nuevo espacio que ya estaba abierto, pero sin la novedad de este 2020. La bodega conserva la tinaja y algunos barriles originales, pero lo que ha hecho la Fundació para darle un valor añadido es incrustar un pequeño documental introductorio utilizando los bordes irregulares de las tinas y usando la tecnología para sorprender al visitante.

El documental pincela, si se me permite la expresión, los orígenes de Joan Miró; sus raíces con Mont-roig, y su enorme influencia paisajística en su creación pictórica universal. Y con seis minutos de atención, entendible en catalán, castellano, inglés y francés, las visitas en la nueva temporada del Mas Miró abren las novedades que en estos últimos meses se han culminado.

Las obras, la restauración y elaborar el mapping han costado alrededor de 240.000 euros

Más allá de la bodega, el visitante podrá cruzar el comedor y poner los pies a la antigua entrada de carruajes, un espacio más de conexión con la cocina y el dispensario que no por su valor en sí mismo. 

En este espacio, en un recoveco, una nevera americana captará la atención al visitante. «Un electrodoméstico importado directamente de Estados Unidos y que estamos recabando información para confirmar si fue adquirida a cambio de algún cuadro», explica la directora de la Fundació Mas Miró, Elena Juncosa.

La nevera no es el único electrodoméstico que destaca en esta masía. Hay una cocina de gas que se encuentra en esta dependencia abierta por primera vez. Aunque la cocina de gas sea una revolución, la familia Miró conservó la antigua.

Al fondo, un dispensario que también se abre al público. «Se trata de un espacio habilitado de la capilla de la masía», relata la directora. La quema de iglesias y motivos religiosos durante la Guerra Civil llegó hasta Mas Miró. La familia acordó tapiar la entrada y reconvertir el espacio, aunque antes de ello se desprendieron de los motivos religiosos, que ardieron en pira fuera del Mas.

Tras la bodega, la cocina y la despensa, Mas Miró ha dedicado estos tres meses de trabajos en eliminar los problemas de humedades que se habían detectado y en construir de forma discreta un ascensor para personas con movilidad reducida. El ascensor se ha colocado en un espacio fuera de Mas Miró (su catalogación impide colocar un ascensor modificando la estructura de la masía) y conecta la parte baja del edificio con la primera planta, «con una puerta disimulada en la pared y un recorrido que no altera los muebles de la masía», apunta el presidente de la Fundació y alcalde de Mont-roig, Fran Morancho.

Las obras, cuyo valor alcanzan los 240.000 euros, terminan la segunda fase y sólo quedará una última actuación, sin fecha, para restaurar la parte interior de la casa de los Masovers, cuya fachada ya se ha restaurado.

Mas Miró está igual que en septiembre de 1976, cuando dejó de estar habitado. Esta era la idea de la Fundació y se ha conseguido.

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