Sacerdotes, brujas y apuestas

Los sacerdotes y las sacerdotisas en la época romana tenían un papel fundamental en las competiciones deportivas.  Eran quienes pagaban para que pudiesen celebrarse espectáculos como las carreras de bigas (carros de dos caballos), trigas (tres), cuadrigas (cuatro) o los de seis, ocho y hasta diez caballos. O las luchas.

Sacerdotes y sacerdotisas eran  los llamados flamen y flamínica. Los cargos eran por un año y la entonces Tarraco tenía los suyos. A ellos se debe que Tarragona fuese un punto destacado de competiciones. En Tarragona se sabe que llegaron a pagar la construcción del anfiteatro. Son obras dedicadas a la diosa Némesis que tutelaba los anfiteatros y a quien se encomendaban los gladiadores antes de la lucha. En el anfiteatro de Tarragona se encontró un retrato a Némesis.

De importancia eran también las sacerdotisas vestales,  fundamentales para la continuidad y seguridad de Roma y encargadas de mantener encendido el fuego sagrado. Y tenían el privilegio de sentarse en la tribuna para contemplar las competiciones.

El Vendrell, sede de la competición de balonmano femenino, acogió la representación de Magia para triunfar con el grupo de arqueología y difusión cultural  Némesis, que mostró el desconocido mundo que rodeaba a las competiciones deportivas.

La magia también tenía un papel destacado y oculto. En los torneos, carreras y luchas. La brujas eran requeridas para realizar conjuros para favorecer a luchadores o para que los aurigas que corrían en cuadrigas sufrieran accidentes. 

Las maldiciones tenían un precio y en muchos casos las pagan apostadores, porque en época romana las apuestas sobre los resultados deportivos eran muy habituales y con las brujas y as llamadas tablillas de maldición se buscaba influir en los resultados.