«Salvamos la vida saliendo por una ventana cuando ya nos cubría el agua»

La georgiana Nina Beruashvili revive la noche del 22 de octubre, cuando estuvo a punto de morir junto a sus hijos

25 noviembre 2019 08:40 | Actualizado a 25 noviembre 2019 10:52
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La noche del 22 al 23 de octubre quedará en la memoria de muchos ciudadanos de Salou. Las fuertes lluvias caídas durante la noche y la madrugada supusieron nuevamente un calvario para el Barri de la Salut. Y es que, como suele decirse, llueve sobre mojado y el popular barrio salouense no se salvó de las inundaciones provocadas por el desbordamiento del barranco de Barenys. Las calles más afectadas volvieron a ser la calle B, la calle Sol y la calle Valencia donde se acumuló mucha agua y sobre todo barro. Fueron horas de preocupación, tensión y miedo. Cada vez que el cielo se encapota, los vecinos se temen lo peor, preparándose para cualquier circunstancia adversa.

Aquella madrugada el barranco de Barenys bajaba con una gran cantidad de agua y se desbordó al no poder absorberla. Todo fue muy rápido. Se registraron muchos daños materiales y, afortunadamente, no los hubo personales. Pero la desgracia estuvo cerca de materializarse. Si para alguien quedará aquella madrugada en el recuerdo es para Nina Beruashvili, sus tres hijos y la novia de uno de ellos. Nina se hallaba en su domicilio de la calle València, un chalet de planta baja y un primer piso. Se había ido a dormir pronto. Su marido se hallaba en Georgia, a donde había viajado horas antes debido al fallecimiento de un hermano. En el inmueble estaban sus tres hijos (de 19, 13 y 4 años) y la novia del mayor de ellos.

Llovía en abundancia pero, como en otras ocasiones en el Barri de la Salut, se intuía que el agua volvería a crear problemas. Lo que Nina y su familia no podían imaginar es la pesadilla que vivirían aquella noche, comprobando como una gigantesca ola de agua procedente del barranco de Barenys se cerniría sobre la zona, arrasando con todo (incluido un muro de contención junto a la vía del tren) y parte de ella terminaría entrando y creciendo rápidamente en el interior de su casa.

Hacia las 10 de la noche, Nina ya estaba dormida. Poco después, una vecina le avisó de l gran cantidad de agua que caía y lo primero que pensó fue ir enseguida a salvar su coche, que estaba en la calle. Cuando volvió, el agua ya empezaba a estar alta a las puertas de su casa. Le costó entrar pero, una vez dentro, logró cerrar y puso contrafuertes en puerta y ventajas frontales para que hicieran de tope. No era la primera vez que les pasaba algo similar y sabían lo que tenían que hacer. «Estaba sola con mis hijos. Tratamos de hacer fuerza sobre las ventanas para que no cedieran por la fuerza del agua», explica.

Relato estremecedor

Sobre las 11.15 horas «escuché un ruido muy fuerte -relata-. Mis vecinos de lo bloques de al lado y de enfrente gritaban para que saliera de casa. Debía hacerlo urgentemente porque venía una ola muy grande que destrozó los muros ye venía directa hacia mi casa». Pero cuando intentó salir por la entrada principal ya era muy tarde. «El agua me rompió la puerta, se apagó la luz y yo veía cómo se movían los muebles mientras entraba el agua», explica.

Lo primero que hizo fue coger a su hijo de 4 años, que en ese momento estaba dormido, «y empecé a gritar. Un vecino del bloque de al lado de mi casa fue el que me ayudó. Poco a poco, mientras seguía entrando el agua, fuimos saliendo por la ventana del comedor mientras el agua ya nos cubría. Salvamos la vida. Luego nos dirigimos a la escalera de fuera y el vecino nos tiró una manta para taparnos. Hacía mucho frío y yo estaba llena de moratones de la hipotermia que tenía», prosigue.Tras pasar un buen rato en el descansillo de las escaleras, consiguieron llegar hasta el bloque de al lado y de allí al paseo Miramar. «Ningún policía se paró a las tres de la mañana para socorrernos», concluye Nina. Pero, a pesar de perderlo todo, recuerda que: «estamos vivos. Es lo más importante».

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