‘Sufrimos un trauma que costará cicatrizar entre los cambrilenses’

Cambrils recupera día a día la idiosincrasia y la tranquilidad que le caracteriza. Ha pasado un mes del atentado yihadista y el terror vivido sólo está presente en la memoria colectiva

17 septiembre 2017 17:13 | Actualizado a 17 septiembre 2017 17:19
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La medalla de honor del Parlament, en categoría oro, está dentro de una caja azul. Lleva una semana en Cambrils, ya que la Policía Local de la ciudad fue uno de los cuerpos de seguridad que recibió este honor a raíz de su excelente trabajo al ayudar a abortar el ataque terrorista en la madrugada del viernes 18 de agosto, hace ya un mes.

Para Josep Muñoz, jefe de la Policía Local, la medalla forma parte de todos los reconocimientos recibidos desde aquel mismo día por personas anónimas e instituciones. «Todavía siento rabia por no poder evitar la muerte de Ana María (Suárez). Cambiaría todas las felicitaciones y medallas por su vida y la recuperación de todos los heridos», se sincera.

El jefe de la Policía Local de Cambrils sabe que nada será igual en la ciudad que intenta proteger. «Hemos sufrido un trauma y costará cicatrizar en la mente de los cambrilenses. Hay que seguir muy atento, concentrados y conscientes de que en esta ciudad se neutralizó una célula terrorista. Y nadie descarta que no quieran vengarse por ello», admite.

Un Audi A3 arrolló a varios peatones y a una patrulla de los Mossos. Iban cinco terroristas

Aquella madrugada 62 de los 74 agentes de la Policía Local estuvieron operativos. Junto a ellos, un gran despliegue de Mossos d’Esquadra situado en la ciudad dentro del operativo Cronos.

A la una de la madrugada, un Audi A3 circulaba a toda velocidad por la Rambla Jaume I  con la intención de arrollar a cualquier persona que se encontrara en su camino. Al final del mismo, en la rotonda del Club Nàutic, un punto de control de los Mossos d’Esquadra. Y se desató el infierno. Cuatro yihadistas murieron al lado del coche. Un quinto, poco después, cuando iba por el paseo con un cuchillo en las manos y atacando a los peatones.

Los disparos de los Mossos provocaron el pánico. Nadie sabía quién tenía el arma y todavía se desconocía que los cinturones que llevaban los terroristas no contenían explosivos. El caos se desató y en el Hospital Antoni de Gimbernat se preparon para una avalancha de heridos. Se doblaron los turnos y se vaciaron las emergencias. «Todo el mundo comprendió que había prioridades», explica la directora del hospital, Lídia Rios.

A lo largo de la noche llegaron 15 personas, dos derivadas después a centros hospitalarios. Entre ellos, una agente de 36 años que todavía está de baja. Ella fue el primer objetivo. No pudieron con su valentía. Luego atendieron a otro paciente con un corte grave de arma blanca en la cara. El resto fueron atendidos en la misma rotonda del Nàutic por los 11 profesionales del SEM.

La confusión era máxima. Los cinco muertos llevaban cinturones sospechosos y los Tédax estaban de camino. Los más delicados fueron atendidos y derivados. Entre ellos Ana María Suárez. La gravedad de las heridas ponía su vida en manos de la providencia. Por desgracia, fallecía 11 horas después en el hospital.

Su marido Roque Oriol aún está en tratamiento psicológico. Pidió hablar con ella desde la misma ambulancia, al igual que con su hermano. Estaban de celebración hasta que los yihadistas quisieron entristecer de por vida a esta familia de Zaragoza.

Cuatro fueron abatidos al lado del vehículo y el quinto, tiroteado unos metros más allá

Los Mossos d’Esquadra actuaron de forma precisa. Y el operativo logró neutralizar a cinco de los terroristas de la célula en Cambrils. Días más tarde el último cabo suelto caía abatido en Subirats y se cerraba el operativo Cronos. David Boneta, inspector de los Mossos en el Camp de Tarragona, estaba al mando en el terreno. La coordinación entre las diferentes unidades, la colaboración con la Policía Local y otros cuerpos de seguridad que estuvieron a pie de calle para la seguridad de las personas no puede medirse en elogios. 

30 días después Muñoz y Boneta coinciden en una cosa: el trabajo fue excelente, pero hay cosas a mejorar. Obviamente la vida de Ana María o la recuperación de los heridos están por encima de cualquier elogio, medalla o mérito. «El mejor regalo es el reconocimiento de la gente, la gratitud y la confianza en las fuerzas de seguridad. No hay que tener miedo, debemos hacer vida normal y entre todos mejorar la seguridad. Si alguien ve cualquier cosa sospechosa debe comunicarlo», recuerda el comisario, que también siente rabia ante los ataques terroristas.

Quizá en el Nàutic la puerta de entrada evoque recuerdos tristes de aquella madrugada, pero sus zonas de restauración y las barcas fueron refugio de muchas personas que sólo querían disfrutar de una noche de verano en una ciudad que transmite tranquilidad. Cambrils 30 días después va recuperando el latido de su personalidad.

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