Un hombre maltrató y retuvo un día y medio a su pareja en Cunit

La Audiencia Provincial lo ha condenado a 15 meses de prisión, a realizar trabajos comunitarios y a pagar una multa. El encausado tenía una orden de alejamiento de la mujer

25 junio 2020 18:00 | Actualizado a 27 junio 2020 18:37
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Un vecino de Cunit ha sido condenado por retener ilegalmente a su pareja, de la que tenía una orden de alejamiento, y además la maltrató. Se le ha impuesto a tres meses de prisión –y tres de internamiento en un centro de deshabituación-, nueve meses más por un delito de quebrantamiento de medida cautelar –más nueve en un centro–, cuarenta días de trabajos comunitarios por dos delitos de maltrato, multa de 24 euros por un delito leve de maltrato de obra, tres meses de prisión por atentado –tres meses de internamiento-, 48 euros de multa por dos delitos de lesiones, además de órdenes de alejamiento. Y tendrá que indemnizar al hotel con 39,63 euros los daños en la ventana del lavabo, y 1.080 euros a uno de los agentes y 1.500 al otro.Así lo ha decidido la Sección Cuarta de la Audiencia de Tarragona tras un acuerdo de conformidad

El acusado, de nacionalidad española, mantuvo una relación sentimental con una vecina de Cunit. Fruto de ello tuvieron tres hijos. El 31 de diciembre de 2018, el Juzgado le prohibió aproximarse a menos de 1.000 metros de la mujer.

A Sitges

A pesar de la existencia de dicha orden, el 30 de abril de 2019 el procesado acudió, junto con la mujer y sus tres hijos, a pasar la noche en un apartamento de Sitges. A las diez de la mañana del día siguiente, cogió una barra de cortinas y atrancó con ella la puerta de salida, bajó todas las persianas y quitó el teléfono móvil a la denunciante. Todo ello para que no abandonara el apartamento. Además, sacó una navaja y la esgrimió para atemorizar a la mujer: «De aquí no va a salir nadie hasta que no me confieses que me has engañado con otro».

La mujer negó rotundamente que le hubiera sido infiel. Pero él persistió en su actitud. El hombre cogió el móvil de la mujer y comenzó a revisar su contenido. A lo largo del día, cuando el teléfono recibía alguna llamada, el procesado no dejaba contestar a la dueña. En una ocasión sí que le dejó responder a una amiga si bien esgrimiendo una navaja a su lado. Le prohibió que le dijera lo que estaba sucediendo.

Sobre las seis de la tarde, la víctima trató de quitar la barra que atrancaba la puerta, pero el acusado la apartó de un empujón, la cogió por el cuello, le dijo que no se moviera y añadió: «No se te ocurra gritar porque si te oyen y llaman a la Policía antes de que entren no os va a dar tiempo a salir porque os mato a todos».

Por la noche, el procesado abofeteó a su pareja y le dijo que confesara sino no saldría viva de allí. Como ella insistía en que no tenía ninguna aventura, él comenzó a darle bofetadas. La cogió del cuello con ambas manos y la empujó contra la pared, de modo que ella casi se quedó sin aire, propinando patadas a su agresor hasta conseguirlo. Al día siguiente, sobre las nueve de la mañana, el acusado devolvió al móvil a la mujer y finalmente todos abandonaron el apartamento.

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