Una pareja de ancianos de El Vendrell denuncia acoso inmobiliario

Explican que les han dejado sin luz ni ascensor en el edificio

06 diciembre 2019 11:57 | Actualizado a 06 diciembre 2019 12:09
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Luis Cano se emociona. Esta semana ha cumplido 80 años y las fuerzas no son las que eran cuando de joven trabajó en la construcción en Zaragoza. Nunca esperó verse cómo se ve.

En 2013 alquiló un piso en la calle Cesar Martinell de El Vendrell, tras dejar Vilanova. Para estar cerca de su hija. El piso está cerca del consultorio y junto a los Mossos d’Esquadra. Pero ni esa proximidad le hace sentir seguro.  Ni a Luis ni a su mujer Ana, que ya no puede salir de casa.

El contrato de alquiler era por cinco años. Pagaba, y sigue pagando 400 euros al mes. Ahora les han subido diez euros. Con las pensiones se llega justo. Pero no saben cuánto tiempo podrán seguir en el piso.

A la calle
Les ha llegado una carta conforme no se les renueva el alquiler. Ni a la familia ni a ningún otro de los inquilinos del edificio. El constructor quebró, el inmueble pasó a una entidad financiera que lo vendió a un fondo buitre que lo quiere vacío.

 

Rosa Cano, hija del matrimonio, explica que «como presión han cortado la luz en el edificio». Se han quedado sin ascensor, sin antena para ver la televisión o la bomba de presión del agua.

Desamparadas

La familia considera que son víctimas de acoso inmobiliario para que dejen el piso. Porque mientras haya personas dentro, «eso no se hace. Las han dejado desamparadas y con inseguridad».

Aunque son conscientes de que el contrato de alquiler ha finalizado,  piden poder seguir en el piso, incluso pagando algo más, pero «está claro que nos quieren acabar echando». 

El objetivo del nuevo propietario no es alquilar. Quiere vaciar los pisos y venderlos. Echando a quien haga falta».

Están pagando
Al haber seguido pagando, en casos similares, el juzgado paraliza la expulsión de la vivienda. «Intentan echarlos, pero vamos a resistir», explica Rosa. Ha puesto el caso en los tribunales y espera una resolución. De momento sigue pagando los 410 euros a través de una gestoría.

En el bloque hay 16 viviendas. Algunas ya han quedado vacías y se han colocado puertas anti okupas. Quedan cuatro con residentes contando la de Luis y Ana.  Pero como explican, las otras familias deben dejar el edificio antes de acabar el año. Dejaron de pagar el alquiler y aceptan marcharse.

Así que Luis y su esposa Ana se van a encontrar solos en el inmueble.  Sin luz y con toda la incertidumbre. Rosa Cano explica que con dos pensiones bajas es difícil encontrar otro alquiler. «Y tampoco hay vivienda social porque no se ha impulsado ninguna promoción desde ninguna administración».

Cada vez que sale de casa Luís se arma con una linterna. Su esposa, con movilidad reducida ya no puede acudir al centro de día para realizar actividades. «Sin ascensor es imposible. Hemos pedido a Cruz Roja si alguien puede ayudar a mi madre a subir y bajar el tramo de escaleras para llegar a la primera planta».

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