«Vi cómo la furgoneta me pasó por delante»

Joan Pere Margalef, vecino de Flix, esquivó el atropello mortal de Barcelona por poco mientras esperaba a los amigos en Canaletes

16 agosto 2018 19:19 | Actualizado a 11 septiembre 2018 12:33
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Joan Pere Margalef, natural de Flix, volvió a las Ramblas pocos días después. Quería resarcirse de la tarde de autos, que acabó más allá de las diez de la noche. Pasó más de cinco horas encerrado en la heladería Amorino, como tantas otras personas, muchas de ellas turistas, que escapaban del ataque suicida que dejó en shock a la Ciudad Condal. «Lo que más me impactó fue el silencio al salir, un silencio completo en la Plaça Catalunya», cuenta. Él enseña en el WhatsApp una imagen de la calle, vacía y apagada, con las luces del crepúsculo. 

«Estaba sentado en Canaletes, esperando a unos amigos. Sentí un ruido muy raro en la Plaça de Catalunya y me puse detrás de los asientos. La furgoneta avanzaba por delante y vi cómo entraba en dirección contraria. Desde el primer momento supe que se trataba de un atentado», explica Joan Pere, un testimonio de excepción. Había ido a Barcelona a encontrarse con unos amigos sevillanos, pero mientras visitaban el palacio Güell, él decidió esperarles en un banco. Joan Pere recuerda bien lo sucedido: un estruendo y cómo él se levantó de un brinco para colocarse detrás de la silla. «La furgoneta me pasó por delante a gran velocidad. Todo el mundo gritaba», dice. 

A pesar de su ubicación, tan cercana a la tragedia, escapó del drama: «Por suerte, en el tramo en el que yo estaba no atropelló a nadie y tampoco vi ninguna imagen violenta ni de víctimas». Joan Pere, que logró esquivar el atropello por unos metros, pasó toda la tarde confinado en la heladería. «Cuando pasó todo, ya por la noche, los Mossos nos abrieron la puerta y empezamos a salir, con las manos en la cabeza, aún vigilando que no hubiera peligro. Nos llevaron a la Plaça Catalunya y allí explicamos, uno a uno, lo que habíamos visto». 

Tras la odisea, Joan Pere salió de Barcelona más allá de las diez de la noche en dirección a Salou. «Tardé cuatro horas en llegar a casa, al apartamento donde veraneo. Había un montón de controles, nos paraban a cada instante. Da la casualidad de que lo viví en primera persona en Barcelona y luego me fui a Salou, muy cerca de Cambrils, donde esa noche volvieron a atacar», cuenta.

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