A vueltas con la estación de tren de Cambrils

A galeras a remar. La antigua estación es ahora un nido de suciedad y vandalismo, un monumento al incivismo. ¿Qué hacemos con el edificio?

19 mayo 2021 13:18 | Actualizado a 19 mayo 2021 13:22
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Que si la tortilla de patatas tiene que llevar cebolla o no, que si Esquerra debe pactar con Junts o no, que cuál de los integrantes de One Direction es el más guapo… Hay grandes debates en el panorama actual, pero en Cambrils hay uno que divide el pueblo (sí, aunque pase de treinta mil habitantes para mi Cambrils siempre será El Poble) y es el qué diantre hacer con la antigua estación de tren, edificio que actualmente se ha convertido en un nido de suciedad y vandalismo erigiéndose como monumento local al incivismo. 

Apenas hemos superado el dilema de qué utilidad darle al trazado ferroviario y parece ser que en este tema nos llevamos el gato al agua con la construcción del famoso TramCamp, ese tranvía que no sé el porqué pero cada vez que lo escucho nombrar me recuerda al mítico capítulo de los simpsons del monorraíl.

Las opciones eran tranvía o vía verde, aquí eché en falta que los técnicos encargados del estudio del proyecto tiraran de imaginación; de hecho yo hubiera propuesto la creación de unos conductos inundados en plan Venecia o Canal Du Midi en Francia que uniera Cambrils con Tarragona. Imagínese navegar en góndola entre petroquímicas y polígonos industriales, no se me ocurre nada más romántico para declarar el amor. Pero bueno, a resignarse y bienvenidas sean las mejoras y más cuando las paga la Generalitat.

Ya conocemos  las tres fases del proyecto y la primera es la que afecta directamente  a Cambrils y Salou, sabiéndose incluso la fecha de inicio de las obras marcado en el 2022, traducido al argot de la calle «con suerte empezarán en 2030».

Dicho esto, ¿qué hacemos con el edificio de la Estació? En Salou lo tienen claro, tarjeta roja y a la calle. Ya tienen la antigua parada del Carrilet y no es plan de almacenar estaciones por si algun día se revalorizan.

¿Y en Cambrils qué? Pues hay quien quiere mantenerlo para hacer de ello un museo, opción sin duda nefasta, económicamente hablando y más teniendo en cuenta que ya se posee un museo y viene otro en camino con el edificio de la cooperativa. Otra idea es mantenerlo dentro de una mega rotonda para preservarlo como monumento.

Puedo comprar que es un edificio histórico pero habría que ver realmente cuál es el valor arquitectónico y más después de todas las reformas que se han hecho a lo largo de los años. Otra opción es la que propone que sea de uso social, pero exactamente ¿para hacer qué? Ante estas ideas me hago la misma pregunta que se hizo Josep Pla al ver la majestuosidad de Nueva York por allá los años cincuenta: «I tot això qui ho paga?».

En el otro lado del ring los que quieren verlo en el suelo. Su argumento estrella es el de facilitar la conexión entre los barrios del Eixample y Horta de Santa Maria, mediante una gran avenida. Con esta opción además de facilitar la interconexión de barrios más de un piso y local podrá venderse como ‘vistas al mar’. Pero, ¿qué haremos con los negocios que se llaman l’Estació? como el bar y la ferretería. Nadie ha pensado en ellos.

Ante todo esto, ¿qué dice el propietario del edificio? Pues mutis y a verlas venir. Para ellos mejor que se quede tal y como está y que el marrón se lo coma el Ayuntamiento, pues se ahorran el coste de la demolición y con un poco de suerte cobrarían algo por la venta de esas cuatro paredes. En teoría deben dejar la casa tal y como la encontraron cuando llegaron por allá mil novecientos, es decir un campo de patatas.

El cataPOUM dice que al carrer, que allá va un vial pese a quien le pese, pero en acto de interés por el sentimiento del pueblo desde la Casa Grande no se cerraron a escuchar propuestas, eso sí que tuvieran un poco de pies y cabeza. Y como tengo más de lo primero que de lo segundo mejor me abstengo a proponer.

Francesc Torrente es periodista y gerente del Restaurant del mar de Cambrils

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