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Un imaginado público anima en unas gradas que llenan el pabellón. La pista en forma de bandeja está a punto para el partido que dictará quién es el campeón de la temporada. El mejor de Europa. Del Mundo, quizá. Las porterías vaso verán los goles del ganador. El árbitro está apunto de pitar el inicio del partido y el garbanzo comienza a rodar.
Hay mucha presión. El capitán del equipo encara la portería rival. Agarra con todas sus fuerzas la cuchara, da un latigazo y el garbanzo entra por el centro de la puerta rival. Ha sido un golazo. Otro partido ganado que ayudará a tener ilusión, a dormir y a seguir peleando.
La cuchara fue el imaginario stick con el que jugaba Joan petit cuando estaba ingresado en el hospital luchando contra otro rival más fuerte y que además peleaba muy sucio. Pero el Joan petit no dejaba de jugar cada día ese partido de hockey con su cuchara y soñar con el que era su deporte favorito.
Por eso la cuchara es el símbolo de una lucha. Contra el cáncer infantil. Con cinco años Joan petit no pudo seguir jugando. Pero dejó un ejemplo de lucha y de ilusión.
En 2001 se creó la Fundació Joan Petit Nens amb Càncer y este sábado 28 de mayo Calafell acoge en el pabellón Joan Ortoll la edición 22 del torneo Joan Petit.
Más de 300 niños jugarán un campeonato que es un homenaje a todos los que luchan contra la enfermedad y que les gustaría estar en la pista. También para recoger dinero para la investigación.
Joan Torner, padre del Joan Petit y jugador de hockey con el Barça, Noia, Vic y Tordera y ganador de copas de Europam Recopas, Supercopas, ligas... explica que ahora de cada 10 partidos contra la enfermedad, se ganan 8. Hay que seguir peleando para ganar esos dos.
El torneo Joan Petit llenará el pabellón Joan Ortoll de Calafell el sábado. La localidad ha cogido el relevo de la cuchara de manos de Vilafranca del Penedès. Pero durante todo el año todas las actividades deportivas populares de Calafell son para ayudar a la Fundació Joan Petit.
La cuchara del Joan Petit es toda un responsabilidad y un símbolo de implicación. De los más pequeños y también de los padres y de los vecinos y las entidades en la lucha contra el cáncer infantil.
En la pista del pabellón de Calafell sonarán los sticks y el ruido de los patines y la afición en las gradas. Pero en muchas habitaciones de los hospitales habrá otros jugadores imaginando a esos aficionados gritar. Con el árbitro a punto de iniciar el partido y con el garbanzo que empieza a rodar. El jugador da un latigazo de cuchara y la bola se dirige a la portería rival.
