Ya retirado Magí Sicart (1921-2010) todavía miraba al mar con los ojos de los caballeros que se retan a un duelo. Con respeto y con recelo. Porque Sicart sabía desde niño que la tranquilidad que demostraba ese mar, a veces, no era más que un señuelo. Una trampa para atraer a los pescadores y a veces cobrarles un despiadado tributo.
El viejo pescador de Calafell creció en el mar. Cuando todavía había que arrastrar las barcas por la orilla y los motores eran estertores para enfrentarse a olas de metros.
Sicart fue un referente de pescadores y de quien quería saber algo sobre el mar y estaba dispuesto a escuchar. «No hay nada a hacer. Hoy un barco, con el caballaje que tiene es capaz de hacer en pocas horas lo que antes hacían veinte en todo un día. No hay tiempo para que el mar se recupere», lamentaba
Presidente de la cofradía
Ahora el centro cívico de la plaza Alcalde Romeu de Calafell lleva el nombre del viejo pescador y presidente de la cofradía de pescadores entre 1984 y 2003.
El mar merece el respeto que le tenían los viejos pescadores, repetía. Pero no escucharon. Advirtió de que la regeneración de playas acabaría con la fauna de la zona. Con las tallarinas que abundaban. Pero qué sabrá él, pensaron los ingenieros que llegaron de Madrid. Aunque el tiempo dio la razón al viejo pescador.
Precisamente el edificio que acoge centro cívico que lleva el nombre del pescador lo impulsó la cofradía de pescadores siendo presidente el padre de Sicart. Como todo el barrio anexo, conocido como las casas baratas.
El nombre de Magí Sicart debería servir para que las nuevas generaciones se pregunten quién era aquel viejo pescador. Y para que respeten el mar con el que Sicart se batió durante décadas.