Jacinto López todavía tiene el uniforme de subinspector de la Policía Local de Vila-seca colgado en el armario de su casa. «Ya va siendo hora de soltar amarras y guardarlo como un recuerdo», admite en estas primeras semanas de jubilación.
Él ha sido jefe de la Policía Local desde que Vila-seca y Salou culminaron la segregación, en septiembre de 1991, y hace pocos días ha traspasado su puesto y responsabilidad a José Valiente, su segundo en estos últimos años.
Jacinto López siempre habla pausado, con o sin uniforme. Es y ha sido un hombre tranquilo, afirman los que le conocen. Ha estado 38 años en la Policía Local, primero cuando Vila-seca i Salou eran un único municipio, y después cuando se separaron. Entró como agente en 1987 y se ha retirado como subinspector a 31 de diciembre de 2024.
«Lo he dado todo cada día y me siento orgulloso de haber sido policía local. Con 62 años era el momento de poner punto y final»
A sus 62 años, casado y con dos hijos, admite que no tiene morriña de su trabajo: «Lo he dado todo y me siento orgulloso de haber sido policía local. Ahora era el momento de poner punto y final y empezar una nueva etapa vital».
El cabo Francisco, su padre
Jacinto López siempre tuvo a la Policía Local en casa. Su padre fue cabo hasta que se retiró en febrero de 1992 y, aunque no se hablaba de trabajo en la mesa, el uniforme paterno siempre fue una opción de trabajo para Jacinto. «Fui taxista, trabajé en una gasolinera... pero llegó un momento en que la estabilidad laboral era más importante que el sueldo que te ofrecía ser agente, que no estaba muy bien pagado por aquel entonces», argumenta.
Así, dejó el taxi que conducía y opositó en marzo de 1987 para ganar una de las tres plazas que se ofertaban en la Policía Local de Vila-seca i Salou. Pruebas físicas, examen de cultura y psicotécnico superado para recibir el revólver y el uniforme que ha llevado casi cuatro décadas. «Antes no había Escola de Policia, el aprendizaje lo hacías en la calle, en cada turno, con tus compañeros. Así acumulabas experiencia», explica.
El agente que patrullaba las calles de Salou, primero a pie y luego en moto, mantuvo su destino durante el proceso de segregación de las dos ciudades (iniciado en 1989), hasta que en 1991 se incorporó definitivamente a la Policía Local de Vila-seca y en su ciudad de acogida desde los 4 años (nació en Vélez Blanco, Almería) se le propuso ser responsable del cuerpo.
«Fui taxista, trabajé en una gasolinera... y llegó un momento en que la estabilidad laboral era más importante que el sueldo, aunque ser policía entonces estaba mal pagado»
«La verdad es que era joven, 25 años, pero todos los 19 agentes que estábamos destinados en Vila-seca habíamos sido ya compañeros mucho tiempo y solo era cuestión de organizarnos y seguir avanzando con otras fronteras municipales», explica.
De López a López
Jacinto llegó a la Policía Local de Vila-seca y se puso a las órdenes de su padre, el cabo Francisco López, que ejercía de jefe interino con otro cabo durante los años de transición de la segregación con Salou. El inspector de la Policía Local de entonces y de los dos municipios, Víctor Molleda, quedó al mando de Salou y ello obligó a Vila-seca a crear una plaza de jefe para la nueva Policía Local. Dio la casualidad de que durante los seis últimos meses del cabo Francisco en la Policía Local de Vila-seca estuvo a las órdenes de su hijo, que ascendió a sargento.
La herencia de padre a hijo iniciada con el cabo Francisco no continuará en la familia López, puesto que los dos descendientes de Jacinto han tomado caminos distintos.
En estos 38 años de carrera, Jacinto admite que cada día que ejercía de policía «me llenaba» y que no tiene recuerdos preferentes. Por el contrario, sí que admite tener malos momentos, como el de informar de una muerte trágica cuando conoces a la familia... «No se lo deseo a nadie», remata.
«Antes el aprendizaje lo hacías en la calle, en cada turno, con tus compañeros. Así te formabas»
En su etapa al frente de la Policía Local, Vila-seca ha pasado de los 19 a los 45 agentes y para Jacinto López la plantilla se ajusta a las necesidades de una ciudad que tiene tres núcleos de población separados y que en todos se requiere presencia policial. «Eso sí, hay que tener en cuenta los refuerzos de verano en La Pineda, la zona más turística de la ciudad, e ir reduciendo las plazas interinas por puestos consolidados», expone.
Además de tener todavía el traje en el armario, Jacinto López se marchó de la oficina con una caja llena de recuerdos y la amistad de muchos de los que han compartido espacio de trabajo en el Ayuntamiento en estos años.
El 2 de octubre del año pasado fue oficialmente su último acto oficial al presidir la fiesta patronal de la Policía Local. «Contentísimo de que pudiera venir la gran mayoría de plantilla», admite. El pasado 31 de diciembre fue el último día. Su etapa, al igual que su traje y su caja de recuerdos, ya han pasado a la historia de la Policía Local de Vila-seca.