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    El ‘arc festiu de Sant Martí’ aparece en Altafulla

    La localidad, inmersa de lleno en la fiesta mayor, vivió ayer la diada central con los actos más tradicionales, de su fiesta mayora, como ‘L’esmorzar de l’arengada’, la subida del Pilar y la leyenda de Sant Martí

    11 noviembre 2022 20:12 | Actualizado a 11 noviembre 2022 21:29
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    Como si del arc de Sant Martí se tratara, la diada central de la fiesta mayor concentró ayer en Altafulla un abanico multicolor de actos en honor del patrón: el costumbrario, el oficio religioso y la procesión, la leyenda y el baile de gala no faltaron, refrendados por una alta participación de altafullenses, ávidos de fiesta, ahora sin ningún tipo de restricciones.

    Cuando la empalmada popular llena de música de DJ todavía sonaba en la carpa, con un público eminentemente joven que se lo pasaba en grande durante toda la noche, los Grallers d’Altafulla, mucho antes de que el sol diera el primer guiño, salieron de la Plaça del Pou, encargados, como siempre, de ahuyentar la somnolencia de los más dormilones, a través de un largo recorrido por el municipio, para acabar en el patio de las antiguas escuelas Teresa Manero. Allí, la gente ya tenia puesto el arenque a la brasa –se repartieron unos 300–, y el pan a tostar para disfrutar del tradicional Esmorzar de l’Arengada, regado con porrones de buen vino.

    Luego, a las diez y media de la mañana, la expectación se concentró entre las plazas del Pou y de la Iglesia, con la calle Forn de por medio. Es el trayecto que un año más y con éxito total recorrió el pilar de cuatro de Castellers d’Altafulla, caminando. En total fueron dieciséis manos castelleras las que posibilitaron el ascenso del pilar, con una joven, Maria Morell, arropados por la piña de cordón de seguridad. Prudencio Moreno, cap de colla de Castellers d’Altafulla, que además asumió ser el baix del pilar, explicaba que la dificultad de la subida por la calle del Forn estriba «en la irregularidad, en la distancia entre uno y otro, que separa los 41 escalones y que, además, no son planos».

    Pese a estos escollos, lo cierto es que Castellers d’Altafulla consiguieron el reto, en menos de dos minutos, para girar el tronco y saludar a un público entusiasta a pie de la Plaça de l’Església.

    Seguidamente, se celebró el oficio en honor de Sant Martí y se dio salida a la procesión con el santo, acompañado de un nutrido grupo de fieles y la participación de los elementos festivos del municipio. Antes de comer, hubo ‘ball de bastons’ y ‘ballada de sardanes’.

    Cuando el crepúsculo, que en forma de manto cubría el cielo de Altafulla, apareció el caballero Sant Martí, con su capa, montado a caballo. Fue recibido con los más altos honores por niños y niñas que lo aguardaban, con ojos relucientes de ilusión, reflejo de los farolillos que portaban, previamente confeccionados entre la escuela y sus casas. La rua de Sant Martí, acompañada musicalmente por los instrumentos de viento y percusión de los alumnos de la Escola Municipal de Música, avanzó, en medio de la expectación congregada en calles y plazas, hasta llegar a la Plaça del Pou.

    En este punto neurálgico de Altafulla y con el monumento al mítico pilar de vuit como testigo de excepción, los pequeños formaron un círculo a fin de que el jinete Sant Martí diera la vuela a la redonda. Fue entonces cuando el soldado romano topó con un pordiosero (en esta ocasión el personaje lo encarnó el dramaturgo y actor altafullense, Joan M.Vidal), a quien Sant Martí entregó la mitad de su capa, a fin de que el desvalido pudiera protegerse del frío, todo relatado por la rapsoda Joana Badia.

    Como establece la tradición, la mejor manera de celebrar el noble gesto de Martí de Tours es de forma dulzona. Así, un año más, tras el paréntesis de la pandemia, los niños y niñas pudieron saborear el pastel de la capa de Sant Martí, cubierto de exquisita y roja mermelada de fresa, sin poder evitar chuparse los dedos.

    Cuando el crepúsculo, que en forma de manto cubría el cielo de Altafulla, apareció el caballero con su capa, montado a caballo. Fue recibido con los más altos honores por niños y niñas que lo aguardaban
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