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Es su gran viaje. Su aventura solidaria. Quieren irse a Lesbos. Ayudar a los refugiados. Enseñarles a nadar y a perder el miedo al agua tras el calvario que han vivido. Un grupo de doce estudiantes del ciclo superior de salvamento y socorrismo del Institut Jaume I de Salou ultima los detalles para partir. Pero no es fácil. Necesitan recursos económicos para poder llevar a cabo el proyecto.
El cambrilense Arnau Vidal es uno de los impulsores de esta iniciativa. «Si hay fronteras abiertas, haremos una labor 100% de rescate, incluyendo turnos de noche y vigilando la costa las 24 horas del día», afirma. En el caso de que estén cerradas, la idea sería realizar sesiones para que tengan las nociones básicas, «enseñarles a nadar y quitarles el miedo», explica. Todos van por primera vez, excepto el reusense Jordi Cervera, que ya estuvo el año pasado.
Los miembros del grupo andan ajetreados con los preparativos de su viaje a Grecia. Su idea es permanecer quince días en Lesbos, del 27 de abril al 12 de mayo. Pero, como añade Vidal, «necesitaríamos más recursos. Calculamos que nos costará casi 2.000 euros por persona. Pero si consiguiéramos algo más, llevaríamos material, porque transportarlo también es caro. Aun así, seguramente acabaremos añadiendo dinero de nuestro bolsillo», explica el joven cambrilense, quien asegura que todo el dinero que consigan será precisamente para invertirlo en su labor solidaria en Lesbos.
Acciones semanales
El grupo de socorristas está organizando eventos prácticamente cada semana. Carreras solidarias, parrilladas y actos populares abiertos a la ciudadanía, bajo el paraguas de From Reus to Hellas. Y es que esta iniciativa da continuidad a una propuesta que arrancó el año pasado cuando un grupo de catorce socorristas se unió a la expedición From Reus to Hellas, un proyecto promovido por la Jove Cambra Internacional (JCI) de Reus, bajo el lema internacional Peace is Possible. Llevaron a cabo sesiones de salvamento y rescate con Lifegurd Hellard, involucrados activamente en el campo de refugiados de Kara Tepe. Recuerdan que, entonces, el primer día eran solo tres niños. Y el último, unas 200 personas. «Queremos ayudarlos a todos en la medida de lo posible», añade Vidal.
«Gracias a las relaciones producidas en torno a la buena actuación llevada a cabo en el campo de refugiados, la colaboración con los dirigentes del campo nos permitirá adentrarnos en su funcionamiento e intentar incorporar esta nueva actividad, la de aprender a nadar dentro de un horario para los niños refugiados», cuentan los socorristas que partirán en breve.
