Álex Saldaña: «En la España vaciada también ocurren sucesos interesantes»

El periodista y escritor presenta este viernes a las 19 horas en el Col·legi de l’Advocacia de Tarragona su primera novela negra, ‘Vendiste tu alma’.

15 diciembre 2021 17:44 | Actualizado a 17 diciembre 2021 06:45
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Alberto es un abogado de éxito, que lo tiene todo, hasta que entra en una espiral que le obliga a replantearse su vida y el futuro que quiere para sí. Es entonces cuando decide empezar de cero, en un pueblo de la España vaciada, el escenario de los veranos de su infancia donde se reencuentra con viejas amistades. Sin embargo, lejos de encontrar la paz, su llegada coincide con una serie de ataques que convierten a todos los aldeanos en sospechosos de un crimen. Es la historia de Vendiste tu alma, de Álex Saldaña (Ordizia, 1967), publicada por Silva Editorial. Novela negra con importante componente social que este viernes día 17 se presenta en el Col·legi de l’Advocacia de Tarragona, a las 19 horas. En el acto intervendrán la decana del Col·legi, Estela Martín; el editor Manuel Rivera; el escritor y abogado Dánel Arzamendi y Álex Saldaña, escritor, periodista y en la actualidad, director de este diario.

¿A quién se vende el alma? Al diablo no...
No. A muchos diablos. El titular, Vendiste tu alma, lo negociamos junto al editor, Manuel Rivera. En la novela hay muchas personas que venden su alma a otros, empezando por el protagonista.

Es su primera novela negra, ¿cómo se gestó?
Tenía una idea que ha ido evolucionando con el tiempo. Yo mismo he estado tentado en algún momento de dejar todo e irme a la España vaciada. Y con la novela quería contar cómo es la vida en uno de estos pueblos, sobre todo a través de los diferentes personajes y luchar contra la sensación de que nunca pasa nada en ellos. 

En el suyo, sí. Hay una frase que dice ‘Pueblo pequeño, infierno grande’. ¿Es así?
Vendiste tu alma es una novela, no quiere decir que sea la realidad, pero cuando digo pueblo pequeño, infierno grande, me refiero a que por un lado todo el mundo se conoce y hay una cierta convivencia de vecindad, pero debajo de todo eso subyace una historia de viejas rencillas y de peleas entre familias que al final hacen que cualquiera del pueblo sea sospechoso de un crimen.

 

«Los problemas sociales me tocan muy de cerca. Por ello trato la inmigración o los desahucios».

¿Las rencillas son para toda la vida?
Algunas sí e incluso pasan de generación en generación, se van heredando, familias enfrentadas como los Capuletos y los Montescos de Romeo y Julieta. Un ejemplo es la Guerra Civil, con ambos bandos. Y en ocasiones, el odio pervive también por falta de comunicación y de diálogo.

Tiene conflicto y asesinatos, pero también es un canto a la amistad. Al igual que las rencillas, ¿es para siempre?
Sí y yo lo he vivido. Es decir, he estado mucho tiempo fuera de mi entorno natural y cuando he vuelto, superado el primer momento, los primeros abrazos y estrechones de mano, luego es como si nos hubiéramos visto ayer. La amistad está ahí, siempre y esa complicidad existe entre los personajes del libro.

¿Qué lleva a Alberto a regresar a Neveruela, a reencontrarse con sus antiguos compañeros de andanzas?
Quería jugar con la idea del éxito. Él es un hombre que triunfa siendo muy joven, que está en una posición envidiable en su profesión, tiene dinero, una mujer que le quiere y un estatus. Pero de repente, sin darse cuenta él, su vida se va un poco al traste. Entonces es cuando se pregunta en qué se ha convertido. Y de ahí decide reencontrarse consigo mismo e irse a un pueblo con la idea de pensar y de hallar sosiego. 

¿La España vaciada es una segunda oportunidad?
O la primera, incluso. Hay mucho por descubrir en la España vaciada. Además, ahora con wifi en cualquier lugar, con la estructura necesaria, mucha gente se iría a estos pueblos porque la vida es más barata. Aunque, eso sí, con un coche en la puerta para poder moverse, ya que a nivel cultural no hay muchas alternativas.  

 

 

 

¿Qué necesitan los pueblos para atraer a la gente joven?
El pueblo del que yo hablo es como un refugio donde vivir tranquilamente. Allí llega gente huyendo. Además del protagonista, el pastor, la maestra o la alemana. ¿Qué hace falta? Ahora, con el teletrabajo, infraestructuras de todo tipo, desde una buena conexión de internet hasta carreteras. Y servicios básicos. Ya se entiende que no puede haber un hospital en cada localidad, pero que al menos pase un médico cada día y que haya una escuela.  

Como es tradición en la novela negra, traza un recorrido por la problemática social actual.
Los problemas sociales me tocan muy de cerca, creo mucho en la justicia social. Al final, en el libro también aparece lo que eres. Hay problemas que te impactan y creo que no hay que obviarlos, aunque se trate de ficción. Es por ello que trato la inmigración o los desahucios, tan presentes.

También reflexiona sobre el pasado bélico del siglo XX a través de uno de los personajes.
La novela tiene un buen protagonista, pero hay otros personajes con mucho peso. Y uno de ellos es esta señora, a la que llaman la alemana, que pasó la Guerra Civil, después la Guerra Mundial y llegó a Neveruela, con una historia oculta, que es la que le permite mantenerse en el pueblo. Y con todo lo que ha vivido tiene una visión muy diferente al resto de la gente del pueblo. 

¿Cuántos secretos guardan nuestros mayores?
Muchísimos. Yo mismo sé muy poco de la vida de mis padres, que las pasaron duras en aquellos tiempos y ahora hablando con mis primos vamos descubriendo cosas. De hecho, mi padre le cuenta cosas a mi hija, pero no a mí. Es que una guerra civil es lo peor, una guerra fratricida que enfrenta a hermanos y vecinos abre heridas que cuestan mucho de superar.

Su hija Ane también ha participado en la novela. ¿Qué protagonismo tiene?
Mucho. Ane es autora de la portada, cosa que es un orgullo para mí. Siempre se le ha dado muy bien dibujar, es muy creativa. Tiró por la rama artística y ahora está estudiando cine en Bilbao.  

¿Es el inicio de futuras colaboraciones?
Yo creo que sí, si ella tiene tiempo y yo continúo escribiendo.

En ‘Vendiste tu alma’ rinde un pequeño homenaje a Tarragona.
Le había hecho una ‘promesa’ a Paco Zapater, que fue quien me presentó el primer libro Ni por todo el oro del mundo. Entonces, sitúo la primera parte de la novela en Tarragona. Es una ciudad inspiradora porque tiene un gran legado y la quería vender, ya que considero que hace falta.  

 

«Quería jugar con la idea del éxito. El protagonista es un hombre que triunfa, pero de repente su vida se va al traste».

¿Cree que cuando llueve en Tarragona no salimos a la calle, como recoge en la novela?
Esa frase la he dicho mucho. En el norte, de donde yo vengo, llueve muchísimo y la vida continúa, fluye. Ves a la gente salir de tapas, con paraguas. Por contra, aquí en Tarragona caen dos gotas y se suspenden actos, la gente deja de salir. Llevo aquí 20 años y todavía no he llegado a comprender que pase esto.

La pregunta más recurrida en la redacción es cómo encuentra tiempo y ganas de escribir entre largas jornadas...
Después de estar todo el día trabajando con la actualidad y de contrastar la verdad, escribir ficción me libera. El hecho de que te puedas inventar tu universo y de que la gente haga lo que quieres que haga, para mí es una liberación. Me saca de estrés. No quito tiempo a mi familia, escribo de madrugada. Al final, si algo te gusta encuentras tiempo.

¿Es posible salir del bucle?
Cada vez estamos en más bucles. Ya antes de la pandemia vivíamos en una rueda de hámster, sin pararnos a pensar, una rueda que sigue dando vueltas porque es lo normal, lo que se espera de nosotros, lo lógico y hay momentos en que hay que parar, pensar si nos bajamos y nos reinventamos.

Hace falta valor...
O que te ocurra algo como a este abogado, que entres en una crisis vital y que te preguntes qué estás haciendo con tu vida. 

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