Anthony Kmeid: «La vida, a pesar de los traumas, es un teatro»

El artista libanés abre este jueves 29 de abril con su espectáculo ‘Los papeles’ el Primer Ciclo de Danza organizado por la Sala Trono

28 abril 2021 15:23 | Actualizado a 30 abril 2021 15:13
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El artista libanés Anthony Kmeid abrirá este jueves 29 de abril, coincidiendo con el Día Internacional de la Danza, el Primer Ciclo de esta disciplina organizado por la Sala Trono hasta el próximo domingo día 2 de mayo. Y lo hará con Los papeles un espectáculo autobiográfico, en castellano y árabe, que habla de un amor entre dos hombres, prohibido en su país. Con un híbrido de teatro físico, danza, audiovisuales y texto, refleja también esa Europa de los obstáculos en forma de interminable burocracia. Kmeid es bailarín y cineasta, aunque él se define como videógrafo, un profesional de las artes escénicas que vuelca en ellas sus experiencias, las más dolorosas, como medio de canalizar las emociones demostrando que incluso la destrucción y la intolerancia se pueden convertir en belleza.

¿De qué modo vuelca en el escenario su experiencia vital?
Esta pieza es un híbrido, una mezcla de muchas disciplinas, que parte del teatro físico, de la danza, pero tiene también audiovisuales y texto. Y es autobiográfica. Es decir, cada escena está creada a partir de memorias de situaciones que he vivido y de hechos reales que han ocurrido.

«Estoy trabajando en el tema de la explosión en el puerto, en el Líbano. Lo hago servir como terapia, para exteriorizar»

¿Es una denuncia social?
Sí. Es un desfogue, expresar unos sentimientos que ya me pesaban mucho, con los que mucha gente se identifica. La temática de una orientación sexual no normativa o el hecho de ser una persona inmigrante, de un país que se considera del tercer mundo, comporta muchos obstáculos que se normalizan. 

¿Habla de la documentación?
Normalizas el hecho de que tú, como persona, tienes que pasar por mucha burocracia solo por haber nacido en un lugar y de tener una nacionalidad concreta. Al contrario, la gente de aquí para ir a mi país no tiene que hacer ni una mínima parte de lo que hago yo. Y este sistema también decide lo que cada uno se merece, según su papel. Tienes que pasar por toda una discriminación relacionada con la raza, la nacionalidad, la clase social o la orientación sexual.

Usted habla de identidad. En relación con la sexualidad, ¿qué dice la ley en el Líbano?
Es el país árabe más liberal, pero las leyes siguen siendo ambiguas. La actual, que ahora están cambiando, es la que dejaron los franceses en tiempos del colonialismo. De todas formas, socialmente sigue siendo muy poco aceptada cualquier orientación sexual o identidad de género no normativa. Personalmente, tenía miedo de pasear por la calle con mi novio y no digamos ya besarnos. Era impensable. Sin embargo, yo me movía en círculos muy progres, por lugares muy abiertos, muy similares a los que tengo aquí. 

¿Qué diferencias hay con Barcelona?
Te puedo decir muchas diferencias que son muy obvias. Pero lo que te diré, que creo que es más interesante, son las cosas que eran muy parecidas. Yo no tuve un choque cultural cuando llegué. Soy de un país mediterráneo y todos los países mediterráneos nos relacionamos de una forma muy igual. Pero el Líbano es tan abierto que el discurso que tenía allí no me ha cambiado. Soy feminista, antirracista... Y es algo que la gente de aquí no espera. 

Beirut, la joya de Oriente.
Existe una comunidad artística muy desarrollada, aunque es un poco más elitista porque es más pequeña. En cualquier caso, Beirut es muy contradictoria. Es muy progre y al mismo tiempo muy conservadora.  

Es un sistema confesional. ¿Esto ha influido en su arte?
El gobierno es sectario, no sigue una religión específica. Está dividido, algo que también viene del mandato francés con el objetivo de que hubiera paz entre las diferentes confesiones religiosas. Y esto se refleja en las regiones. Hay algunas más cristianas y otras más musulmanas. Beirut está más mezclada, por ejemplo, aunque durante la Guerra Civil estaba dividida y de ello hablo en la pieza. El Oeste para los musulmanes y el Este para los cristianos. Yo crecí en una comunidad muy cristiana, en el Monte Líbano, y tuve una educación árabe cristiana.   

¿Usted llegó a vivir la guerra?
No. Yo nací en el 89 y la Guerra Civil duró del 75 al 90. Pero siempre hay cosas. En 2006, hubo una contienda contra Israel que duró unos cuatro meses. Algo que siempre cuento es que cuando tenía 17 años estaba en una fiesta y mi madre me llamó porque había estallado una bomba cerca. Y nosotros continuamos con la fiesta porque también era la vida. 

¿La sociedad ha cerrado las heridas de la contienda civil?
La guerra está muy presente en el Líbano. Siempre he oído historias de mis hermanas, de aprender a hacer los deberes con las bombas o el caso de mi madre, cuando estaba embarazada de mí, viviendo en un sótano. De hecho, viajaron en helicóptero a Chipre, donde yo nací. 

¿Cómo viven la guerra siria? 
Con Siria el tema es complejo. He oído cosas en el Líbano muy duras de las refugiadas sirias, que no se deben decir. Es cierto que hay mucha historia detrás, que el gobierno sirio durante la guerra hizo muchas cosas que no eran buenas y la gente ahora es racista contra los sirios. Pero el odio solo genera odio. 

«Normalizas el hecho de que tú como persona tienes que pasar por mucha burocracia solo por haber nacido en un lugar»

¿Lo traslada al arte?
Sí. Ahora estoy trabajando en el tema de la explosión en el puerto. Lo hago servir como terapia. Expreso para exteriorizar, para verlo desde fuera y para ver que la vida, a pesar de todos los traumas, al final es un teatro. Tenemos que seguir adelante.

En ‘Los papeles’ habla de Europa, ¿la gran hipócrita?
No sé si diría hipócrita. De los nueve años que llevo en Europa, he vivido en París y en Berlín, aunque principalmente en Barcelona y la experiencia es muy diferente según el lugar. Como persona de Oriente Medio, es cierto que hay muchos más derechos. Pero me esperaba que socialmente hubiera más integración. La gente todavía te mira de forma extraña según cómo vistes o si llevas laca de uñas. Cuando camino por la calle en Barcelona con mi novio hay miradas y comentarios. Y esto no me lo esperaba. Que me puedan gustar los hombres es aún un tema que me categoriza, que me etiqueta. Y a mí esto no me define. Las personas se deben tratar por lo que nos aportan, no por su apariencia o por su identidad de género. Qué más da.

 

Todos los espectáculos en la Sala Trono:

  • Los papeles. Anthony Kmeid (Líbano y Catalunya). 29 de abril.
  • Parallel Ways. FUSE Company by Messcellany + Homeland Dance Company (Barcelona). 30 de abril.
  • Emigrantes/Latidos. Ballet Amaia Dorronsoro (Tarragona). 1 de mayo.
  • 37,5ºC. Escola de dansa Sagardoy/Bravo Lanave (Tarragona). 1 de mayo.
  • Chrysalide. Cia. Expans’Art Tarragona). 2 de mayo.

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