Antonio Domínguez: «Los dragones son míticos, mágicos, animales de leyenda»

Colosos, animales salvajes, dragones y humanoides son algunas de las criaturas que conforman el universo de La isla del durmiente, primer libro de la saga Tastarabás o las crónicas de Elaurin, formada, como mínimo por tres volúmenes, «aunque podría necesitar un cuarto», como afirma su autor, Antonio Domínguez González. Fantasía y aventuras confluyen en un mundo en peligro, misterioso y lleno de intriga, donde el amor, la lealtad y el valor también tendrán su palabra.

La isla del Durmiente nació inicialmente como un juego de rol, destino que su autor no ha descartado y que verá la luz «en su momento». Mientras, es una absorbente historia en la que en sus páginas los habitantes de Elaurin deberán salvar su mundo. ¿Lo conseguirán? Antonio Domínguez estudió Historia y Psicología. En 1993 hizo el Camino de Santiago en silla de ruedas desde Roncesvalles a Santiago, siendo el primer parapléjico en realizarlo. 

‘La isla del durmiente’ trata de la hermandad entre los seres humanos. ¿Cree que eso es posible en la vida real?
He ido un poco más de lejos de la unión entre los humanos.

Los ancianos son todo, son nuestras raíces y todo nuestro bienestar. Somos lo que somos por todos los que hemos tenido detrás y los que nos han ayudado a serlo

Cierto. Son criaturas.
Si razas diferentes, con formas de pensar diversas, son capaces de unirse, ¿cómo no vamos a ser capaces los humanos? Sí que creo que se puede hacer. Hay que tener predisposición y buena voluntad, pero la esperanza siempre hay que tenerla.

Les ha otorgado sentimientos humanos...
La mayoría son humanoides, similares a los humanos. No son criaturas extrañas. Las hay, pero son más elementales, con menos raciocionio, bestias que se encuentran por el camino. Pero el grupo en sí lo forman seres inteligentes. 

¿Por qué son tan importantes los dragones?
Por lo que tienen de mítico, de mágico, de antiguo, de leyenda. Son animales que tienen mucho atractivo en el mundo de fantasía.

Y son los que inician todo.
En realidad no son la piedra angular de la saga, ni mucho menos. El libro se inicia con un conflicto con un dragón, y siempre está presente. Pero hay muchas más cosas. 

¿El componente mágico de los dragones, tiene algo que ver con las raíces gallegas, con la cultura celta?
Sí. He intentado no centrarme en una cultura en concreto. He cogido un poco de todas las fuentes que me han sido útiles, no solo la celta, sino también la mitología nórdica o incluso indígenas americanos. Hay una mezcla, no hay nada puro.

Son muchas cosas las que he querido transmitir. Todo va a tocar un poco el alma humana. A lo esencial, a las cosas importantes. Hay un envoltorio de fantasía, pero trata de temas que todos podemos reconocer.

Otro de los núcleos de esta saga es el contacto con la naturaleza. ¿Hemos perdido las raíces? 
Un poco sí. Simplemente por el tipo de vida que llevamos o por el medio en el que nos movemos. Hemos descentralizado el sentido de los pueblos. Hay una deshumanización, de pertenencia a un lugar. 

¿Una crisis de identidad?
En concreto en el libro sí que hay personajes que la tienen, pero porque no han conocido sus raíces. Entonces, las descubren a lo largo del viaje, aunque muy poco a poco y, sobre todo, un personaje en concreto, que es un enigma casi hasta el final. Es muy potente.

También une la sabiduría milenaria y la juventud. ¿Cree que tenemos un problema con el trato a los ancianos?
Sí. Son los grandes olvidados o relegados, hablando en términos generales. Los ancianos son todo, son nuestras raíces y todo nuestro bienestar. Somos lo que somos por todos los que hemos tenido detrás y los que nos han ayudado a serlo. Son nuestros padres, nuestros abuelos. Es una locura decir, cuando ya estamos formados, que ya no son útiles. Y también un poco triste.

En la novela, ¿cómo son los milenarios?
Hay personajes que son ancianos y tienen mucho peso. Y cuando hablo de milenarios en realidad son razas que tienen una longevidad extrema. Son milenarios por eso. Los trato fenomenal. Estoy enamorado de la gente mayor. Me encanta hablar con ellos porque creo que tienen mucho que contar. Aunque puedan tener deslices de memoria e incluso demencia, puedes sacar muchísimo de alguien que ha vivido una vida tan larga.

Usted hizo el camino de Santiago en silla de ruedas, ¿qué le aportó?
Hubo un antes y un después. No sabía si iba a poder concluirlo y de alguna manera, fue un reto personal. Descubrí muchas cosas, como la comunión con la gente, por ejemplo. Yo estuve poco más de un mes, desde Roncesvalles hasta Santiago y tiempo después acabé en Finisterre. Y es como te lo plantees. Hay gente que pasa de largo y no ve nada. Pero si lo haces con la consciencia de ver e interiorizar, te enriquece mucho.

¿Cómo fue la experiencia?
Si lo haces por los caminos oficiales es muy difícil, muy complicado. Lo que es camino en sí, la mayoría tuve que hacerlo por carretera. De caminos adaptados hay tramos en la zona de Burgos, que son 50-60 kilómetros y estamos hablando de 1.000 kilómetros a lo mejor. La carretera es horrorosa y peligrosa. Iba con un amigo, pero esta persona lo hacía por el camino oficial y nos encontrábamos en los puntos clave. Lo que es el camino en sí prácticamente lo hice solo. 

¿Qué les espera a los lectores en esta saga mágica?
He intentado dotarla de mucho contenido, no solo de aventura o fantasía sino emocional o sensitivo. Son muchas cosas las que he querido transmitir. Todo va a tocar un poco el alma humana. A lo esencial, a las cosas importantes. Hay un envoltorio de fantasía, pero trata de temas que todos podemos reconocer de una forma u otra. Están camuflados porque se trata de un contexto diferente, pero nos vamos a encontrar infinidad de aspectos de la vida cotidiana.