Blue Jeans: «Ahora cuesta mucho más matar»

Diez jóvenes de éxito, un confinamiento al aire libre sin contacto con el exterior y una muerte en extrañas circunstancias. Es El campamento, el nuevo thriller del rey de los corazones.

05 agosto 2021 13:05 | Actualizado a 09 agosto 2021 06:10
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Un multimillonario busca una persona joven que le ayude a dar una nueva imagen a su imperio y que en el futuro ocupe su lugar. Para elegirla, invita a diez de los chicos y chicas más influyentes del país a un campamento muy peculiar en los Pirineos. Entre ellos, una bestseller de novela, una instagramer o un predicador en línea. El único obstáculo, a priori, es que estarán confinados sin conexión exterior. Y todo va según lo planeado hasta que uno de los participantes muere. Es la trama de El campamento, el nuevo thriller de Blue Jeans (Editorial Planeta/Columna).

Seudónimo de Francisco de Paula Fernández González, Blue Jeans es un autor de referencia de literatura romántica para adolescentes. No obstante, en sus últimas novelas ha cambiado de registro y con La chica invisible inició una serie de thriller con gran acogida. Tras ella llegaron El puzle de cristal y La promesa de Julia. Ahora, con El campamento vuelve a cambiar corazones por muertes, aunque con su sello propio, inconfundible para sus seguidores.

 

El campamento recuerda a 'Diez negritos', de Agatha Christie o a 'Los Juegos del Hambre', de Suzanne Collins. ¿Le han influido?
No. De hecho, cuando se me ocurrió la idea, justo lo que no quería era que se pareciera a los Juegos del Hambre. Y tampoco creo que sea un Diez negritos. Aunque sí que hay ciertos guiños y un homenaje a Agatha Christie, como por ejemplo la elección del número 10.

Y el hecho de encerrar a los personajes.
Eso ocurre en muchas novelas clásicas de thriller, de misterio. Encerrar a los personajes en un sitio del que no puedan salir para que todo el mundo sospeche de todo el mundo y para que al final el lector pueda jugar a hacer de detective. La estructura del Campamento es la de una novela clásica de misterio, aunque sus personajes sean muy actuales y una novela del siglo XXI.

 

 

 

Usted los confina al aire libre, pero sin contacto exterior de ningún tipo. ¿Se imagina un confinamiento sin internet?
Es otra cosa que tampoco se me ocurrió en ningún momento. La idea fue de mi pareja. Fue la que sembró la primera semilla de este libro en una de las mil charlas que tuvimos durante el confinamiento. 

Antes ha hablado del género negro clásico y del actual. ¿qué diferencia resaltaría entre una novela del siglo pasado y 'El campamento'?
Ahora cuesta mucho más matar.

 

Encerrar a los personajes en un sitio del que no puedan salir para que todo el mundo sospeche de todo el mundo es un clásico.

 

¿Por qué?
Porque te descubren. Ahora hay mil cosas para averiguar el rastro del asesino. Hoy en día con las pruebas forenses se sabe si es muerte o asesinato, cómo ha fallecido. Agatha Christie con una cerbatana podía matar a cualquiera y se pensaban que era una avispa. Y esto es real en su libro Muerte en las nubes. Ahora tienes que apañártelas quitándoles los móviles, por ejemplo, como he hecho yo. Pero antes tenían más imaginación porque no disponían de tanto material como tenemos nosotros ahora.

¿Ha tenido mucho trabajo de documentación?
Para esta novela he recurrido a Los venenos de Agatha Christie, un libro que recoge todos los venenos que utilizó la escritora, el origen de cada uno, el libro en el que aparece, cómo se aplica y las consecuencias que tiene. Eso no lo tenía Agatha Christie.

He leído que usted no les tiene cariño a los personajes, que los mata sin contemplaciones.
Le tengo cariño a mi novia, a mis padres, a algún amigo que otro. Los lectores se enfadan cuando lo digo porque se supone que yo soy el padre de los personajes, pero es que desde el principio ni les cojo cariño ni les creo la vida completa. Sí que sé la vida que tienen antes de empezar a escribir porque la voy desarrollando. Pero una vez que pongo punto y final, aunque suene poco romántico, ya no sé qué pasa con el personaje y prefiero que sea el lector el que imagine su futuro, si es que tiene. Pero no les cojo cariño, por eso no me importa hacerles cualquier cosa.

 

 

 

Eso es muy peligroso para el lector.
Sí, pero muchos ya me conocen. Y, por otro lado, tampoco creo que el escritor tenga que implicarse. Porque si se implica mucho la historia puede salir demasiado partidista y para mí todos son iguales, ya sean secundarios o principales. Intento darles mi justicia a cada uno de ellos.

En la novela plantea la vida, aparentemente fantástica, aunque el trasfondo es otro. ¿Detecta muchos problemas entre la gente joven?
En la gente joven y en la gente mayor. ¿Quién no tiene problemas? Todos tenemos un pasado, todos tenemos una realidad y todos ponemos fotos en Instagram sonriendo. Pero luego cada uno tiene su día a día. Y es lo que les ocurre a estos diez personajes. Son diez chicos con éxito, diez jóvenes elegidos para esto, pero hay que contar también que no todo es tan bonito como se ve.

 

Para esta novela he recurrido a 'Los venenos de Agatha Christie', un libro que recoge todos los venenos que utilizó la escritora.

Como en la vida real.
Sí. Nos pasa a todos. Sobre todo a la gente joven que está teniendo mucho éxito en muy poco tiempo de una manera muy rápida. En El campamento lo dicen ellos mismos. Incluso una de las chicas, cuando piensa que la pueden matar, se pregunta qué pondrán sus seguidores en su última foto de Instagram. Algunos de los que han llegado ahí se lo han currado, pero han ido tropezando y han ido levantándose, como le pasa por ejemplo a la escritora, a Mirem. Ella no tiene culpa de lo que le acusan.

Es el juicio social, anterior al judicial.
Lo hemos tomado como algo natural. Damos por válido que la gente insulte en internet y que te pongan a parir en las redes sociales. Si tienes cierta relevancia o seguidores, no puedes contestar porque enseguida vienen más. Y lo peor es que entre los defensores y los detractores haya un enfrentamiento y es como cuando tiras miguitas de pan al parque y llegan cien palomas. Eso son un poco las redes sociales. Tienen una parte muy buena y es que estás en contacto con mucha gente, de un montón de lugares y ahora con la pandemia han servido de mucho. Pero tienen ese lado oscuro, que también se refleja en el libro.

 

¿Quién no tiene problemas? Todos tenemos un pasado, todos tenemos una realidad y todos ponemos fotos en Instagram sonriendo.

Tiene un predicador de lo más moderno. ¿Cree que vamos a una religión en línea?
Luis es uno de los dos personajes que están basados en alguien real, aunque su lado oscuro solo atañe al personaje. Está basado en un chico italiano, un chaval que predicaba la palabra de Dios por internet y se hizo muy conocido en Italia. Pero con 15 años murió y su cuerpo está actualmente intacto. Es una especie de milagro en Italia.

¿Quién es el otro?
Oliver. Está inspirado en una chica venezolana que vive en Madrid, que tiene un canal de YouTube en el que habla de crímenes y asesinatos, que me pareció un buen personaje para el libro. Evidentemente, los caracteres no se parecen. Yo no conozco a esa chica de nada.

 

Luis es uno de los dos personajes que están basados en alguien real, en un chico italiano que predicaba la palabra de Dios por internet. Murió con 15 años.

Fernando Godoy, el millonario, sería otro de los vacíos de esta sociedad.
Tampoco quiero hacer dogma ni ejemplarizar. Godoy es un multimillonario que se está haciendo mayor, pero no quiere dejar de formar parte de la actualidad. Quiere invertir en cosas nuevas, en videojuegos, internet, aplicaciones... Y por eso organiza esto y también porque se siente con el poder de manejar a diez de los chicos más influyentes del momento. Él plantea ese campamento para elegir a la persona que vaya a sucederle, pero también como una especie de juego. Lo que ocurre es que se le trunca todo. Pero sus planes son otros y trata a los chicos como si fueran marionetas.

Como podemos ser todos para la economía, por ejemplo.
En cierta manera nosotros, en algunos casos, nos dejamos llevar también por la gente que controla el mundo y no lo digo como crítica social. Es la realidad o por lo menos la realidad que yo veo.

 

¿Se ha cansado ya de amor juvenil?
No. Yo no me canso. Lo que pasa es que si te das cuenta mis primeros diez libros tienen por lo menos un corazón en la portada. Todos títulos románticos, aunque no solo hablan de amor. En mis libros por encima de todo está el tema de la amistad entre la gente joven y luego he tratado los trastornos de la industria alimentaria, he hablado de bullying, de sexo, del sida, de las relaciones entre padres e hijos... Y al final de cada libro, los lectores me preguntaban por qué un personaje se quedaba con otro. 

¿Y ahora?
También hay amor, celos, desamores. Pero por lo menos metemos una investigación de por medio, hay asesinatos. La gente me pregunta por qué he matado a alguien en concreto y ya no tanto por los corazones. Aunque sí que me siguen emparejando a los chicos. Pero personalmente estoy superorgulloso de todo lo que he hecho hasta ahora. La editorial jamás me ha pedido que escriba otra cosa y estoy muy agradecido de que me hayan dejado escribir algo como El campamento, que al principio podía sonar a marcianada total. 

 

En mis libros he tratado los trastornos de la industria alimentaria, de bullying, de sexo, del sida, de las relaciones entre padres e hijos, de las redes sociales...

¿Tiene alguna anécdota con sus seguidores?
A las redes sociales les dedico unas horas todos los días. Hay lectores que me llevan siguiendo desde el año 2008, que empezaron con 15, 16, 17 años y ahora me explican que están embarazados, que se casan. Y pienso que me he hecho mayor. Al principio era un chaval joven que escribía y ahora soy el padre de todos los escritores de juvenil y prácticamente el padre de las lectoras. Y esto me llama mucho la atención, así como la nueva generación que ya me ha conocido por La chica invisible o que el primer libro que se está leyendo mío es El campamento. El tiempo va pasando. Pero también es señal de lo que he vivido. Son 14 libros publicados.

 

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