Cartografiar un robatorio: Esto es un atraco, el mayor robo de arte del mundo

29 mayo 2021 06:34 | Actualizado a 29 mayo 2021 06:40
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La línea de tiempo, el mapa, el plano o el croquis, motivos que recorren de principio a fin la miniserie Esto es un atraco: el mayor robo de arte del mundo (en Netflix) y que ilustran la necesidad de control del espacio y del tiempo que se requieren tanto en la realización de un atraco perfecto como en el relato de una investigación dilatada en el tiempo de forma inexplicable y que solo ha hecho más que estrellarse en un muro tras otro. Todo empieza en Boston, 18 de marzo de 1990. Roban trece cuadros del Gardner Museum: dos Rembrandt, un Vermeer y un Manet, entre otras obras de valor.

Sin embargo, ¿quién está detrás de todo ello? El marco vacío de los cuadros robados, se revela como otro motivo recurrente en la miniserie, para ilustrar el enigma irresuelto del paradero de las obras robadas del Gardner. Un vacío enigmático alrededor del cual se generaron (y se siguen generando) múltiples teorías e hipotéticas resoluciones que nunca llegaron a buen puerto. Desde el crepuscular ladrón de guante blanco, pasando por la propia policía, hasta llegar a miembros de la mafia italiana de Boston, cada una de las narrativas se despliegan como hipótesis que tanto la investigación oficial como la de los medios abordaron.

Cuando Eugenio Trías en De cine habla de Stanley Kubrick y su mítico perfeccionismo empieza por su Atraco perfecto; el cineasta como el cerebro de un operativo que se traza sobre un plano y se materializa en un espacio/tiempo precisos, sincrónicos. Sin embargo, en Esto es un atraco todos estos motivos –mapas, croquis, esbozos de los atracadores– se despliegan como borradores de posibles resoluciones del caso que solo llevan a callejones sin salida, reforzando todavía más la mística del robo. Han pasado más de 30 años y el mapa sobre el que se despliega el hipotético recorrido de los cuadros sigue ampliándose y, en paralelo, el reloj sigue corriendo devorando también las vidas de aquellos posibles sospechosos que quizás se llevaron el secreto mejor guardado a la tumba. 

 

 

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