Cultivar las emociones a través de la jardinería

El cuidado de las plantas aporta alegría y paz, sentimientos que mejoran el bienestar mental y físico

03 diciembre 2021 19:40 | Actualizado a 04 diciembre 2021 11:22
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La salud emocional es como un jardín: si cultivamos el interior, las raíces, los cambios se percibirán en el bienestar mental y físico. Y por ello son múltiples los beneficios que se le atribuyen al propio cultivo. «La jardinería es una práctica que, además de bonita, tiene beneficios a nivel físico, pero también a nivel mental y emocional. Por un lado, al hacer algo que te gusta, reducirás el estrés al desconectar de tu rutina, por lo que puede contribuir a que duermas y descanses mejor. Además, al ser un hobby que requiere concentración constante y movimientos minuciosos, te hará entrenar la atención plena, por lo que tus pensamientos se enfocarán en el momento presente y tus emociones se calmarán», explica la psicóloga y directora del Centro Psicoedúcate de Vila-seca, Miriam Recio Ventosa.

En este sentido, también señala que «no estarás ni en el pasado, ni en el futuro, sino en el ahora. Además, al estar plantando sus raíces, simbólicamente te estás conectando con las tuyas, con lo terrenal, con la realidad. Y eso puede hacerte sentir conectado contigo mismo. También, puede que generes serotonina y dopamina, ya que estás haciendo un ejercicio agradable, y eso estimulará el sistema inmunológico haciendo que te sientas más feliz».

Y es que son diversas las emociones que transmiten las plantas como, indica la psicóloga, «alegría y paz, ya que la naturaleza, sus olores y colores, nos hacen sentir vivos. Y eso nos llena de energía y nos hace sentir plenos y felices. Por eso, un buen paseo por la montaña en un momento difícil, puede recargarte las pilas».

Asimismo, el tipo de jardinero que seamos influirá en nuestro bienestar, ya que «no es lo mismo un jardinero ‘fugaz’, que sigue reproduciendo el ritmo estresante del día a día, que un jardinero ‘consciente’, que como comentaba antes, se centra en el presente, observando las texturas, sintiendo los olores y concentrándose en cuidar. Parar es necesario», comenta la psicóloga.

Por ello, diferentes aspectos de la inteligencia emocional pueden aplicarse a la jardinería. Este es el caso de la gestión y conciencia emocional. «A través de la jardinería se puede aprender a gestionar lo que vamos sintiendo a medida que cultivamos en jardín: mientras visualizas cómo vas a plantar, organizar… La conciencia plena, como comentaba, y la concentración. Y sobre todo, la paciencia. Al ser una práctica con resultados a medio-largo plazo, aprender a gestionar la paciencia es muy beneficioso para nosotros. Normalmente, queremos resultados ya, y esta práctica nos enseña a esperar», apunta la directora del Centro Psicoedúcate de Vila-seca.

¿La jardinería puede contribuir a ordenar nuestro jardín interior? «Simbólicamente, sí. Al prestar atención en el ahora y concentrarte en el momento presente, te estás ordenando internamente. Durante el día, con la rutina y el estrés, nuestro jardín interior ‘se desordena’ y no nos damos la oportunidad de parar a cuidarlo y cultivarlo para que crezca sano. Llevarlo a lo real, a cuidar el jardín, puede ser una metáfora que beneficia a tu orden mental y emocional, ya que cuidas el jardín, pero también te cuidas a ti, al permitirte parar y disfrutar de algo que escoges conscientemente». Por ello, al cultivar un jardín también estamos cultivando nuestra existencia. En referencia a este aspecto, Miriam Recio Ventosa afirma que «al ser algo tan terrenal y ‘de raíz’, nos hace sentir arraigados a nosotros mismos, a nuestra existencia y nos hace sentir plenos y con más vitalidad».

¿A qué personas recomendaría la jardinería como terapia? «A las que les guste la naturaleza y les cueste poner en práctica su autocuidado. Les explicaría que la jardinería es una práctica terapéutica si te permite disfrutar de su momento tan merecido. Y a las que les cuesta sentirse ‘arraigados’, con los pies en la tierra. Ser realistas y sentir nuestras raíces, nos ayuda a sentir seguridad en nosotros mismos», explica la psicóloga. En cuanto a emociones, ‘las malas hierbas’ sociales que nos impedirían conseguir el bienestar son el control y la autoexigencia excesiva. «Vivimos en un sistema en el que se nos exige ser perfectos y poder con todo con el máximo control posible. Y eso nos hace rivalizar entre nosotros, enfermar a nivel físico y emocional, y no centrarnos en el apoyo y la colaboración humana. Somos lo que nos exigen que seamos, no lo que realmente queremos ser, desde la libertad», asegura Miriam Recio Ventosa por lo que dedicar demasiados esfuerzos a ‘arrancar las malas hierbas’ nos impide ver el resto del jardín. «Centrarnos en lo negativo o lo que no está en nuestra mano, hace que perdamos de vista lo más importante: nosotros mismos. Si vivimos mirando ‘hacia fuera’, intentando constantemente arrancar esas ‘malas hierbas’ cuando no se dejan, gastamos energía valiosa que podríamos invertir en ‘¿qué puedo hacer yo para estar mejor?’ Lo que sí controlas, concluye la psicóloga.

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