'Érase una vez en Hollywood', la primera novela de Quentin Tarantino

El trabajo del cineasta no puede interpretarse como una réplica de 'Érase una vez en Hollywood'. Al contrario, autor conoce y domina muy bien cada uno de los lenguajes y sabe cuando algo puede ser contado solo en imágenes o en palabras

30 octubre 2021 15:05 | Actualizado a 02 noviembre 2021 08:33
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Es inevitable leer la primera novela de Quentin Tarantino poniendo a los protagonistas los rostros de Leonardo DiCaprio, como el actor venido a menos Rick Dalton, y Brad Pitt, como su doble de acción Cliff Booth.

De hecho, el cineasta-escritor lo sabe y cuenta con ello, concibiendo film y novela como una especie de díptico. En un autor que es amante de los juegos de espejos y de las contínuas referencias a otras imágenes no es casual encontrar este planteamiento en su primera novela, entendida como una prolongación o profundización del material fílmico de 'Érase una vez en Hollywood'.

¿Significa que la novela es una réplica escrita de la película? No, en ningún caso. Y el propio Tarantino es consciente de ello cuando algunas de las escenas más memorables de la película (el clímax final con el lanzallamas abrasando a hippies demoníacos o la actuación antológica de Rick Dalton en el set de Bounty Law) o bien no aparecen en el libro o bien se las menciona de pasada. En síntesis, la novela de Tarantino no es la transcripción literaria del guión de la película. El autor conoce y domina muy bien cada uno de los lenguajes (el cinematográfico y el novelesco) y sabe cuando algo puede ser contado solo en imágenes o en palabras.

La faceta literaria de Tarantino no sorprende en un director que también es guionista de todas sus películas y que destaca por ser uno de los dialoguistas más ingeniosos del cine contemporáneo. Pero más allá de los diálogos, la novela ahonda especialmente en el amor al cine de Tarantino. Así, por ejemplo, el personaje de Cliff Booth no solo se nos revela como un auténtico héroe de guerra sino también como un cinéfilo empedernido, que siente fascinación por Kurosawa (de quien establece un listado de sus films preferidos) y se muestra un buen conocedor del cine europeo de los 60.

En paralelo a la cinefilia de Cliff, la novela atesora un colosal anecdotario de los entresijos del Hollywood de los 50 y los 60, no en vano Tarantino dedica el libro a los actores de antaño, mencionando específicamente (entre otros) a David Carradine, Burt Reynolds o Robert Forster.

Lo fascinante del libro es que a lo largo de las páginas no se nos despliega el Hollywood majestuoso que pudimos descubrir en obras como las de Peter Biskind en 'Moteros tranquilos, toros salvajes'. El Hollywood de Tarantino es el de los márgenes, el de la serie B, el de las idas y venidas entre cine y televisión, el de las estrellas fugaces que acaban encontrando su firmamento lejos de la meca del cine. Buena muestra de ello es el capítulo que dedica a Aldo Ray, un actor de los 50 venido a menos que canaliza su frustración en una ebriedad continua. 'Érase una vez en Hollywood' es el cuento de hadas de aquellos que aunque vivieran un éxito efímero participaron de la construcción de la fábrica de sueños. 

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