«Es posible trabajar en Tarragona y tener proyección fuera»

El actor barcelonés pero resident en Tarragona Oriol Grau vuelve a compartir escenario con algunos compañeros de El Terrat en una comedia que celebra los 30 años de la productora. L’èxit de la temporada llegará el próximo 25 de septiembre a la Tarraco Arena Plaça. Las entradas están disponibles en su web oficial: platea (29-39 €) y grada (19-27 €).

¿Qué recuerda de aquel proyecto que empezó en 1989?

Fue una locura. Para mí, entrar en la radio era descubrir un mundo nuevo. Y de la mano de Andreu Buenafuente, que es un estimulador nato. Sabe extraer lo mejor de ti, sabe ‘explotarte’», en cierto modo… Fue un descubrimiento de gente y de medio.

¿Qué siente al haber formado parte de tal hito televisivo?

Estoy superorgulloso. Yo estuve los primeros 14 años con El Terrat. Ahora se cumplen 30 y me han recuperado para esta función, pero esos primeros años fueron apasionantes. Fue de la nada, de un programa modesto en Ràdio Reus, a convertirse en una productora que hacía de todo.

Estudió en l’Escola Municipal d’Art Dramàtic y el Conservatori Professional de Música de Tarragona. ¿Qué aprendió?

Era un mundo desconocido para mí. De hecho, ni escuchaba la radio, aunque tenía algunas nociones. No terminé ninguna de las formaciones, pero eso ya me dio un poco de base para poder desarrollarme e improvisar. O crear personajes, que es lo que hacíamos habitualmente en la radio.

¿Qué papel tiene Tarragona en su carrera?

Se trata de mantener mi campamento base aquí. Después de trabajar en Barcelona y otros sitios, pienso que aquí se trabaja muy cómodo, hay gente competente y es mi ciudad de referencia. Es posible trabajar en Tarragona y tener proyección fuera.

Ha estado en varias cadenas televisivas ¿Cómo compagina ese rol con el teatro y la docencia?

Hay que volverse un poco loco. Ahora he reducido marchas porque uno se va haciendo mayor y se quita actividades, pero hubo momentos de vorágine. Lo que pasa es que es un trabajo tan apasionante que no miras las horas ni el esfuerzo que inviertes.

¿Y si echa la vista atrás?

Es muy heavy, porque El Terrat ahora tiene muchísimos programas, pero, en aquella época, no corrimos nunca, íbamos un poco con pies de plomo para ver dónde pisábamos. Parece que ese sistema funcionó porque todo siguió rodando.

‘L’èxit de la temporada’ pretende reivindicarlos como intérpretes. ¿Es muy complicado quitarse la etiqueta de cómico televisivo de cara al público?

En esta profesión cuando has empezado haciendo comedia, ya no te toman en serio como actor dramático. Aunque todos seamos actores versátiles.

La obra versiona a ‘Romeo y Julieta’ y reflexiona sobre la amistad, el éxito y la fama… ¿Qué porcentaje hay realmente de humor y tragedia?

Es básicamente humor, incluso la historia trágica. Los directores nos remarcaban que algunas escenas no podían hacer reír al público, pero es como una enfermedad. No podemos evitar hacer un gag en el peor momento de la historia, el más dramático.

¿Y cómo se condensan las vivencias de seis actores en solo dos horas de espectáculo?

Los personajes de la obra de teatro tienen una trayectoria que no tiene nada que ver con la nuestra. Yo, por ejemplo, en la obra soy el payaso serio, el que pega broncas al resto, pero en la realidad no soy para nada así. Pesa más la ficción que la realidad, pero sí nos llamamos por nuestros nombres.

En septiembre actuarán en Tarragona. ¿Qué siente al poder representar la obra en casa?

Un gozo inmenso, porque nosotros la representábamos en Barcelona durante el confinamiento territorial y muchos se quedaron con ganas de verla en directo. Finalmente podrán hacerlo. Me asusta un poco el sitio porque nunca he actuado allí haciendo teatro y es tan grande… Supongo que llevaremos micrófonos y harán algo para que la gente pueda verlo bien. Para nosotros, cuanta más cercanía, mejor.

Y con las dificultades por la Covid-19 que comenta, ¿cómo fueron los ensayos?

Es una gran producción y fue difícil porque han sido nueve meses de ensayos con interrupciones. De repente, teníamos que quedarnos un mes en casa, volvíamos a convocar y otra vez igual. Ha sido un poco un vía crucis. El Terrat realmente tenía voluntad de hacer esta obra, otro habría abandonado, y ellos apostaron. Dijeron: «si tenéis paciencia, nosotros también».

¿En el recibimiento de la obra se han notado estos 30 años haciendo reír a millones de espectadores?

Se ha notado esa proximidad, la gente entró en el código de humor porque la obra hace reír desde el principio y sobre todo al final. El final es una locura. Es más, habíamos hecho en Barcelona una versión diferente y no nos acababa de cuadrar. Lo cambiamos y ahora es una fiesta, una alegría y funciona mucho mejor.